
Texto por: Hugo Hinojosa
Al pensar en Benson Boone, lo primero que viene a la mente es su hit global “Beautiful things”, pero rápidamente su figura ha logrado ir despegándose de convertirse en “one hit wonder” para adquirir estatus de estrella en ascenso. Eso gracias a que el artista ha sabido leer muy bien el panorama musical actual y el poder de las redes. De rechazar ser parte del conocido American idol a firmar contrato con Night Street, sello discográfico de Dan Reynolds, líder de Imagine dragons. Es así que luego de una bullada presentación en la última presentación de los Grammys y un primer disco bajo el brazo, era claro que las expectativas estaban altas en su debut en nuestro país.
Como parte de su Fireworks and rollerblades world tour (que además toma el nombre de su disco debut de 2024), su visita se enmarca en el contexto de la nueva versión de Lollapalooza Chile, con dos presentaciones, una en solitario y otra en el evento. Así fue que su show en Teatro coliseo inicia de manera casi puntual, ante un lleno total donde sentía la euforia a flor de piel. Con imágenes de resumen de su ascendente trayectoria y haciendo guiños algunas de sus canciones, Boone salió a escena con una energía desbordante, la que se vio envuelta por gritos ensordecedores mientras interpretaba “Sorry I’m Here For Someone Else”.

Aquí se hace evidente que Boone conoce y aprovecha su enorme carisma, con ese look trabajado y una estética reconocible que lo hace lucir su bigote y un atuendo brillante sin polera (para deleite de las/os asistentes). Sin embargo, el torbellino no podía detenerse y recién al tercer tema interactuó por primera vez con su público, emocionado por su primera vez en Sudamérica. Con un setlist bastante similar a los últimos presentados, el calor iba creciendo y se vino “Drunk in my mind”, demostrando otra de las principales virtudes del artista, su gran despliegue vocal que se cruza siempre con esa energía a tope, donde incluso terminó de pie arriba del piano apostado al centro del escenario.
De ahí en más, Boone ya se había dado cuenta que el público chileno estaba a su merced, y la interacción se hizo cada vez más cercana y cálida. De hecho, una fan llamada Camila le entregó una corona que lució por unos minutos. Luego de ello, “Cry” volvió a subir el brío de la noche, a lo que la audiencia respondía cantando a todo pulmón, y así sin pausas se unió a “Pretty slowly”, en donde pidió que todos cantaran con él.

En ese sentido, Benson conectó en todo momento con sus fans, acercándose a primera fila, intercambiando risas y miradas cómplices. En “There she goes” recibió una bandera chilena que usó brevemente de capa, y fue un tema donde destacó Susana Vásquez, su potente guitarrista, quien se dio tiempo para lucirse con un solo a la vieja escuela. Del mismo modo, más adelante bajó al publicó para aprender a decir «los amo a todos», al reconocer su falta de español. Con ello dio lugar a «Friend» a la que le siguió “Slow it down”.
Luego de esta seguidilla de canciones, vino uno de los momentos más hilarantes de la noche (y también más locales) cuando de manera espontánea sonó el clásico «mijito rico” con el cual Boone bromeó un buen rato. Luego al aprender el significado replicó con un «soy su mijito rico», sellando una relación de romance instantáneo con su audiencia. Al querer saber por qué le gritaban eso, acercó el micrófono a una fan, quien respondió con la honestidad que representaba al resto de sus seguidoras: “There’s nobody like you.

Luego de bromas y coquetería con su público, fue el turno de “Death wish love”, parte del soundtrack de la película “Twisters” (2024), un corte lleno de un sonido reminiscente al country. Siguiendo con sus espontáneas interacciones, habló con unas chicas que estaban de cumpleaños y les cantó el “cumpleaños feliz” jugando con sus nombres «Guamparo» (Amparo y Gwen).
Después de ese momento gracioso, el show entró en una fase más emotiva (otro de los ingredientes del éxito del artista). Primero tocó una canción nueva llamada “The momma song” dedicada a su madre, y pidió que la escucharan con atención porque significaba mucho para él. Vino el turno de “What was” para subir nuevamente las revoluciones, y en donde realizó una pirueta espectacular (que se repetiría) dando un salto mortal hacia atrás desde el piano en la tarima.
De vuelta a la emotividad, llegó el momento de “In the stars”. Boone se dio el tiempo de explicar como la canción le permitió lidiar en momentos oscuros (y una perdida), pero como esta también podría ayudar a otros. Asimismo, pidió un momento sin teléfonos para lograr una conexión especial con él y la canción. «Esto es a lo que viniste. Pagaste por verme a mi», añadió con honestidad, logrando el aplauso de la asistencia (aunque no se cumplió del todo la solicitud). Luego de la sentida interpretación, agradeció por el momento señalando «fue especial para mi». Siguiendo con la intimidad, “To love someone” presentó a Chris, uno de sus músicos, en el piano, llevando el mood a algo más romántico.
El concierto proseguía con gran fluidez y cercanía, y Boone bromeó con un «no esperaba que fueran tan ruidosos, pero quiero ver si cantan». Primero fue un «Hola/Hola Benson/Hola Chile», que fue respondido a coro, pero luego se dio el clásico intercambio con el público cantando a lo Freddie Mercury, aunque acá bromeó con el clásico “Banana boat”, de Harry Belafonte, cambiando la letra por “Benson is in Chile and I don’t wanna go home”.
El siguiente tema fue “Forever in a day”, que contó con un potente coro y palmas en su final, a la que se le pegó la todavía no publicada “Young american heart”, que en su coro recuerda un poco a “We didn’t start the fire”, de Billie Joel, y donde terminó sacándose la chaqueta y lanzándola al público, causando un grito ensordecedor (principalmente de las mujeres presentes).
El final no podía ser otro que el mega éxito “Beautiful things”, donde las piruetas de no faltaron (recordando a la comentada presentación de los Grammys), causando algarabía total al ser el tema más esperado de la noche. Mientras la banda extendía el final del tema, Boone decidió tener un último contacto con sus fans y bajó a la barricada, donde abrazó y saludó a toda la primera fila para luego entregar sus últimas volteretas sobre escena.
En definitiva, Benson Boone con una presentación sólida y entregada de principio a fin, demostró porque se ha convertido en un fenómeno global, más allá de reels y challenges de Tik tok o abuso de sus canciones en redes sociales. Lo suyo son melodías pegajosas y bien construidas, letras cercanas y emotivas, pero sobre todo un INMENSO carisma, atractivo físico y una voz potente que tiene totalmente bajo su control. Su debut en Chile fue presenciar los primeros pasos de una estrella total en ascenso.
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