Texto por: Hugo Hinojosa

Fotografías: Daniel Sáez

El anuncio de una nueva visita al país de The Mars Volta, fue recibido con gran expectación, considerando que pasaron casi 10 años entre su separación y la publicación de nuevo disco homónimo el año 2022. Sin embargo, algunos videos difundidos de sus últimas presentaciones en vivo, dejaban en claro que la banda regresaba en un inmejorable estado musical, ¿podríamos esperar lo mismo para la presentación en nuestro país?

Aproximadamente a las 9:15 salió a escena la banda, con un Movistar Arena ajustado a media capacidad, para recibir un público, que sin repletar totalmente el espacio, generó un ambiente cercano con la banda. Así abrieron los fuegos con «Vicarious atonement», única canción que interpretaron del gran «Amputechture» (2006), en lo que se convirtió en una extendida intro que instaló inmediatamente a los/as asistentes en la energía del show, con una puesta escena sobria en un inicio, pero que luego explotaría. Desde esa perspectiva, lo vivido en una fría noche de miércoles santiaguino, podría ser definido como un viaje místico, en donde en medio del ruido y los paisajes sonoros se iban colando una a una sus canciones. Del mismo modo, está construcciones sónicas constantes, permitían dar el sentido de continuidad constante, y haciendo que cada etapa de la travesía propuesta se sintiera irrepetible y única. De este modo, cada interludio generado ayudaba a darle una nueva identidad a sus interpretaciones.

Parte del alma de esa travesía era alternar entre la calma y la violencia. De tal forma, luego de su inicio más reposado, se abrió de lleno la fuerza, desplegando además el espectáculo visual con luces poderosas que apoyaban desde atrás. El clásico «Roulette Dares (The Haunt Of)» hizo sonar con potencia la revisión a su icónico álbum debut «De-Loused in the Comatorium» (2003), al que volverían en más de una ocasión a lo largo del concierto. Asimismo, una marca habitual de sus shows emergió con los bailes excéntricos de Cedric Bixler-Zavala, que ayudaron a que el público se entregara sin demoras. Como sería una constante de la velada, fue una versión extendida que sin pausas conectó con «L’via L’Viaquez», del también idolatrado «Frances the Mute» (2005), un verdadero himno, y la cual conectó directamente con los asistentes, gracias a su letra en español y sus secciones de ritmos latinos, mostrado a un público entusiasta que coreó, bailó y acompañó con las palmas. Ya hacia el final del tema vino un primer solo de teclado, el que concluyó en medio de una nueva capa de ruidos y acoples. Este fue un elemento relevante del espectáculo, ya que a pesar de no ser un setlist extremadamente extenso, si permitió el lucimiento de cada uno de los nuevos integrantes de la agrupación, y mostrando un fiato envidiable entre cada uno de ellos.


Su siguiente tema fue la primera de dos incursiones en su último disco, con «Graveyard love» (y luego con «Shore story») en una línea más Art Pop, aunque curiosamente el bajo eléctrico fue reemplazado por un contrabajo. Cómo si se tratará de un mantra, el inicio en un crescendo de la guitarra en la sección final, dio pie a la gran «Cygnus… Vismund Cygnus». Nuevamente hubo espacio para un extenso jam, que inició con un solo de un Omar Rodríguez- López en estado de gracia, gran artífice de las capas de sonido presentes en la noche, pero se amplió hacia el resto de la banda, y que fue atrapando e hipnotizando a todos quienes estaban presentes, gracias también al solvente trabajo del argentino Leo Genovese en teclados. Luego del nuevo repaso a su último disco, vino la primera intervención con el público, saludando y preguntando cómo se sentían, aunque la verdad su mensaje fue más directo a través de la música. Así el show fue retomado con un nuevo clásico de su primer disco, «Cicatriz ESP», donde fue integrado un saxo en su sección intermedia por parte de Genovese, que luego de su solo generó unos de los in crescendo mejor logrados de la noche, volviendo al tema con precisión para un gran cierre. Sin demoras, fuimos sumergidos en una marea verde y las revoluciones bajaron para mostrar «Televators», que fue recibida con emoción por el público.


La continuación del espectáculo sería inmejorable, ya que comenzó a sonar uno de los mejores temas de su álbum debut, «Drunkship of Lanterns», que entró con gran energía y ritmo llevando a las palmas al público que seguía cada compás, dando incluso momento para integrar una sección reggae en medio de una ejecución que se fue extendiendo, para de improviso volver con más fuerza en un final absolutamente épico, dejando a todo el teatro arriba, cortesía del gran trabajo rítmico de la alemana Linda-Philomène Tsoungui en batería. Cómo era de esperar, en este juego constante con las dinámicas y matices, el tema que vendría a continuación debería bajar las revoluciones, pero no el ímpetu. Así la sentida «The Widow» inundó todo el Movistar Arena con su aura oscura y melancólica, en otro momento de gran intensidad.


Pero lo mejor estaba por venir. Su siguiente tema, que sería presentado como el último del show, también fue una invitación al «Canta conmigo«. Con la breve intro «Son et lumiere», para el cierre no podría faltar «Inertiatic ESP», desatando la locura en la concurrencia, quien cantó con fuerza cada momento, a sabiendas de que no habría otra posibilidad. Luego de ello, la banda se tomó su tiempo para despedirse de cada de quienes asistieron, en donde no hubo bises, sino un final por lo alto. Y es que sin darnos cuenta The Mars Volta había hecho un show de dos horas, en donde la odisea sonora fue el leit motiv, y en que lo importante nunca fue la conclusión, sino el camino mismo recorrido. Uno donde el caos fue el motor de uno de los grandes espectáculos de Rock en lo que va de este año.

Setlist:

01. Vicarious Atonement

02. Roulette Dares (The Haunt Of)

03. L’Via L’Viaquez

04. Graveyard Love

05. Cygnus… Vismund Cygnus

06. Shore Story

07. Cicatriz ESP

08. Televators

09. Drunkship of Lanterns

10. The Widow

11. Son et lumiere

12. Inertiatic ESP


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