
Texto y fotos: Lucas Araya Araya
El pasado fin de semana el sello independiente Blow Your Mind Records celebró 15 de existencia con una sesión extensa de psicodelia, volumen y trance en una locación ideal para una fiesta con universos paralelos y luminosos reverberando al unísono.
Acá una crónica de doce horas de música en vivo, vibraciones en comunidad y completos compartidos en el patio con amigos de la vida.
Las coordenadas eran simples: Espacio La Compañía,Eusebio Lillo 409, Valparaíso. Llegar desde el Rodoviario era más simple todavía. Unos pasos hacia la izquierda, mirar el Congreso y seguir hasta los puestos de flores. Unos metros más allá, la fachada de una iglesia. Un cartel a un costado daba la indicación. Al ingresar, la visión era clara: una casona, con pasillos con la iluminación justa de la tarde y el fresco benevolente, un patio interior con una fuente y peces bajo helechos, la entrada a la nave principal de la capilla que albergaba ecos y reverberación entre luces suaves. Un escenario que contenía la expectación de la celebración y un órgano imponente sobre las cabezas. Así se daba comienzo a los hermosos ruidos. Un desfile de nombres y propuestas sin pausa. Solo había que liberar la mente, abrir los oídos y dejarse llevar. Las explosiones sónicas llegarían como olas desde el océano psicotrópico perfecto para la conmemoración.
Las cosas fueron así:
Special Cases: un inicio cinematográfico en la iglesia. Una batería fantasmal desde otro mundo, armando los andamios para que las dos guitarras y bajo construyeran escaleras espaciales mientras las semillas secas ardían revoloteando entre figuras eclesiásticas y confesionarios vacíos. El sonido de la banda inundó el espacio invitando a bailar y flotar, sin orden establecido, en un ambiente sonoro etéreo y casi post punk. Excelente inicio del viaje.
A Full Cosmic Sound: el segundo escenario estaba diseñado para golpes potentes y la intensidad de propuestas sonoras disruptivas y deconstructoras. Una zona propicia para que A.F.C.S. desplegara su experimentación y desbordes de las corrientes más intrépidas. Un vuelo espacial entre vigas colgantes, paredes corroídas, una barra de alcohol fresco. Una postal del “Valpo real”, como dijo un amigo porteño con quien compartimos estas experiencias. El cosmos se expandió de forma completa en el set preciso del combo rupturista e intrépido.
Lorena Álvarez y Alejandro Palacios: de vuelta en la iglesia, un viaje entre vientos, bronces y teclas de ecos de ensueño invitaba a dejarse llevar por un mar de sonoridades extrañas e inquietantes. Pensar en Miles Davis en ácido comiendo hostias no fue casual. Drone en formato divino y solemne para olvidarse todo lo preestablecido.

Flores Silvestres: el sonido de las nubes entre las olas del mar barbitúrico abría un jardín de ensueño y un sol que brillaba en el horizonte imaginario. Una invitación a cerrar los ojos y abrir las puertas subterráneas para bajar hacia arriba de las capas sonoras y las voces volátiles. Un trío reverberante en floración. Placeres y sensaciones desconocidos emanando al mismo tiempo. Flotar sin caer por 45 minutos fue un goce para todos los sentidos. Lento y real.
Tomé un momento para salir a respirar y sentir el fresco del pasto entre brebajes y humo con vista al cielo azul y un ascensor detenido en el tiempo. Una pausa acompañada de música envasada que salía desde los parlantes, con las agujas y las papas fritas crujiendo como goces vivos. Respirar, seguir.
The Cruel Visions: el despliegue del quinteto fue un paseo fino a través de la paleta de colores y sonoridades que flotan entre la neblina londinense y la riviera platense, una travesía en el tiempo impreciso y el espacio sónico. Una cura estereofónica entre pilares y ecos hacia el confín inevitable. La mezcla de lo orgánico con elementos electrónicos invitaba a desarmar las distopías y abrazar la lluvia y el rocío que nacían desde los amplificadores. Una caricia a los ojos, elevación máxima.
Jason Simon: blues, folk colorido, psicodelia en las paredes, un banjo rompiendo moldes. Una clase magistral de cómo hacer sonar la sangre. El ritmo del aire en despliegue máximo. Imágenes cambiando de forma constantemente mientras un trío respiraba música y expelía una experiencia inigualable. Un lujo para cada persona que estaba en la nave compacta hacia el espacio interno.

Solar: la ternura del tiempo, el milagro de las cosas, la luz hecha miradas. La aparición del sexteto fue una caricia de terciopelo en el aire. Un set conciso que invitaba a recorrer la exquisita discografía de la banda desde su impacto inicial hasta la maravilla más reciente. Manos al viento una tarde sábado siendo ellos mismos, uno en uno, siempre, esperando la luminosa noche que caía lentamente. Un espectáculo fino y preciso.
Emily Robb: una demostración deliciosa de cómo imaginar y reconstruir la guitarra eléctrica. Desde acordes en loop hasta erupciones ruidosas de distorsión. Acoples y acordes unidos bajo la estocada minimalista y creativa de un arco sobre las cuerdas. Una joya donde las luces y el estruendo se fusionan en éxtasis.

The Ganjas: la nave central fue el lugar perfecto para saltar hacia la magia de Laydown 20 años después. Las cuerdas, la bata y el teclado de Luisfe funcionaron como un trampolín a las dunas oscuras sin tiempo ni espacio. Las melodías instrumentales y las armonías de las voces se elevaron en una red de melodías hipnóticas que nos arrastraron hacia las aguas de la hierba flotante. Cada segundo fue un placer.
Tsunamis: la encarnación 2025 de huracán sónico liberó las ondas expansivas a punta de galopes poderosos, latigazos eléctricos y golpes de carne y hueso. Brillando entre tonos áridos y luces coloridas. Un set en llamas del río imparable que corre como fuego en flujo constante.. Estar y no estar, todo al mismo tiempo.

Entre los pasillos, las salas y el patio interior rotando rostros familiares: músic@s, Dj’s, gente de medios, gente de sellos, gente de radio, gente de la tele. Gente vibrando en el aniversario de una idea que surgió hace 15 años y que han llenado un espacio cultural con música, baile, café, cerveza, fernet y fumarolas.
Al fondo del convento, una venta hacia la cocina. Completo, empanadas vegetarianas y veganas, envases de ketchup, mostaza y mayo. Sillas y meses a la espera. Compartir con amistades de toda una vida y voces nuevas, riendo, contando anécdotas, descubriendo haber estado en las mismas tocatas al mismo tiempo sin saberlo. Un trago rápido y de vuelta al epicentro de la celebración, cual misa sacra.
Anika: una de las apariciones más esperadas de la jornada. El primer encuentro, la primera vez, el trance iniciático sobre beats en repetición, una batería viva en sus golpes, una guitarra delicada y precisa y una voz magnética entre sombras y destellos. Una fiesta en sí misma en medio de la noche imparable. Bailar y olvidar, la clave perfecta.
Extraños en la Noche: irrumpir, descolocar, dislocar, invitar a deformar, destruir y reformar el sonido y la danza. Con juegos de voces, melodías atípicas pero seductoras y papel picado entre el brillo de la danza. Nada es raro cuando el centro del universo está girando dentro de nosotr@s. Un micro mundo en la sala “alternativa” dentro del universo BYM.

Nova Materia: el cierre magnánimo. Carolina y Eduardo dando rienda suelta a su imaginación, sus latidos y el sonido que corre por sus venas. Todo el mundo bailando, parte de un ritual esperado y disfrutado. Las palabras convirtiéndose en percusión, las piedras rebotando y transformándose en melodías, las guitarras percutiendo y los sonidos siendo oxígeno. Un estallido de sensaciones en la manifestación total de la vida sónica. Broche de oro. Todas las almas felices. Todas las mentes explotando de fascinación.
Fin de horas intensas de shows y puestas en escena en más de 12 horas para brindar por la música y el amor al sonido que traspasa ondas, fronteras y límites. Esta vez en el puerto. Después de abrazos, besos y vasos, caminar por la noche tibia de Valparaíso es una extensión de la celebración, algo que continuará por varios días en diferentes sitios para seguir en lo alto de las olas de BYM Records.
¡Larga vida a los sellos independientes!
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