
Texto por: Lucas Araya
Fotografías por: Claudio Escalona
El fundamental músico argentino nos regaló una sesión emotiva junto a su banda, repasando su discografía e interpretando de forma íntegra el álbum debut de Sui Generis junto a una orquesta sinfónica, además de viajar por su discografía personal. Una noche inolvidable en el Teatro Caupolicán.
Hace casi 50 años exactos Sui Generis decía “adiós”, cerrando así un capítulo indispensable en la historia del rock argentino y abriendo, a su vez, un portal hacia la inmortalidad dentro de la música popular latinoamericana.

Esa historia de amor gigante por la música había iniciado en 1972 con la edición de Vida, el álbum debut de la banda, el cual inicia con “Canción para mí muerte”, un tango folk existencialista que marcó a toda una generación y se transformó en un himno transversal y universal. Más de medio siglo después, Nito Mestre sigue alimentando el fuego de esas ráfagas sonoras y líricas con su espectacular versión del disco en formato sinfónico. Un verdadero regalo y un lujo para quienes pudimos estar presentes en su cita santiaguina con el público local en el clásico teatro de San Diego.

Y fue así, todo el disco revisitado con arreglos orquestales que elevan cada una de esas canciones clásicas más allá de lo mítico y real, pues la unión de los músicos de la banda de Mestre más la calidad y entrega de cada instrumentista sinfónico sobre el escenario fue la invitación perfecta para que las voces se unieran en un coro masivo y emocional, dando nuevos tintes y colores a las composiciones que conforman ese material indispensable para comprender el sentir de la juventud eterna del cono sur.
Padres y madres con hijas e hijos. Incluso con nuestras y nietos, todo el mundo siendo parte de un mar sincero de emociones rozando las lágrimas. Una forma de agradecimiento para una obra monumental traída hasta nosotros por uno de los forjadores de esta historia musical.

Con un concierto dividido en tres partes, con una sección inicial que se pasea por el repertorio solista de la extensa carrera de Nito Mestre (“Distintos”, “Un beso en la nariz”, “La colina de la vida”, entre muchas más) y pequeñas gemas de su etapa junto a Charly (un notable medley con canciones más intrincadas y complejas de Sui Generis como “Instituciones” o su versión de “Nena”), además de un sinfín de notables anécdotas de la grabación o gestación de temas. Sin duda, los puntos más altos fueron las altas interpretaciones de “Confesiones de invierno” y “Fabricante de mentiras”. A esas alturas, la conexión entre músicos y audiencias era una joya brillante.

La segunda parte arrancó con la orquesta en pleno para dar paso a Mestre y su banda y la interpretación de Vida de principio a fin, con pequeñas pausas para compartir historias que complementan la narrativa del contenido del álbum, dándole un aura cercana y familiar a temas que toman nuevos aires gracias a los arreglos que hacen flotar por aires renovados está obra imperecedera en una sesión de intensidad total. Excelentes versiones de “Dime quién me lo robó”, “Natalio Ruiz”, “Amigo, vuelve a casa pronto” y el cierre increíble con “Cuando comenzamos a nacer”. Una de las altas cumbres de la música hecha en este continente flameando en la gloria.

La sección final del concierto es un regalo del alma. Un gesto de amor gigante y puro con la interpretación de “Tribulaciones, Lamento y Ocaso de un Tonto Rey Imaginario O No” y una versión hermosa de “Los Momentos”, ocasión precisa para hablar de su amistad con Eduardo Gatti y su relación con Chile. Una celebración total.
El cierre perfecto para una noche de conmemoraciones y la confirmación del impacto y la influencia de ese puñado de canciones que Mestre y García supieron plasmar en tres álbumes esenciales. Muestra de ello fue la interpretación prístina de “Cuando ya me empiece a quedar solo” para coronar una jornada impecable y que quedará en nuestros corazones como acompañamiento a toda una vida de legado dorado y brillante.
Esperaremos hasta la próxima, tal como dijo Nito Mestre, motor de esa fuerza incombustible.
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