Por: Ricardo Arriagada Gómez
Fotografía: Jerrol Salas

Sintiéndose ahora como algo lejano, en marzo de 2020 se conoció la existencia de un nuevo festival titulado Maleza, y que ha mutado en distintas formas desde su localidad hasta su parrilla. Pasó un poco más de dos años para que finalmente tuviera su estructura en pie y dar la bienvenida al público con un aura de entusiasmo muy acumulado en todos estos meses. El lugar fue en el Hipódromo Chile con una lista de artistas que ninguno se sintió ajeno pese a ser propuestas distintas entre sí, pero que querían algo en especial: sentir esa cercanía y poder decir cosas que se estuviera de acuerdo.
Partiendo a las 15:30, el puntapié fue realizado por La Combo Tortuga, que sirvió para activar los músculos en un día que partió con un aspecto gris pero que un sol ligero con viento fresco ayudó a crear un ambiente agradable, en donde la presencia de varias edades se hizo notar al paso de los minutos y en cada acto. Al término de ese recibimiento de Cumbia, fue el turno de los penquistas Vibración Eleva que llamó la atención de varios presentes y que las canciones de Reggae que interpretan no necesitó demasiado para que el enganche fuese efectivo. Acá es nota un ejemplo de diferentes propuestas con diferentes difusiones que cumplieron con su compromiso de sonar lo justo e incentivar a los espectadores de que lo que hay por delante se sentirá fuerte.
Ya cuando el sol se escondía detrás del escenario, un punto interesante fue la presentación del colectivo Hacia la Victoria, formado por víctimas de trauma ocular en pleno Estallido Social (donde uno de sus casos más conocidos, Gustavo Gatica se hace presente en la agrupación) con decenas de intenciones que se mezclaron para mostrar música que albergó diferentes motivos y estilos, con mensajes claros desde su rabia, pena, esperanzas e historias que son inspiradas en estas luchas. Un momento donde el público fue respetuoso y sirvió para dar la oportunidad a un conjunto que, en sus dificultades, pero con ganas de querer más en sus líneas, acumularon experiencia para concentrarse en lo que les deparará el futuro.
Con ese quiebre, vienen los puntos pesados del evento, dando entrada a Los Miserables que su Punk Rock y canciones que funcionan como petardos transformó el clima del lugar, siendo uno de los fichajes más válidos de Maleza y siendo una presentación corta en comparación del resto, no dejó nada con gusto a poco. Con el turno de Sonora de Llegar, dieron la primera dosis de Ska Punk de la noche y que sus cambios se sintieron con las agitaciones que la gente quería sacar del cuerpo. En este punto, la mayoría de cambios en el sonido (que a cuadras del Hipódromo Chile se sentía) era potente y no cosechaba quejas, ya con una cantidad enorme de personas que se tomaban su espacio para saltar o disfrutar, con escasos casos de malos comportamientos.

Los titanes de la jordana tuvieron sus respectivas respuestas y sirvieron para el visto bueno de lo que Maleza intentó dar lo mejor para que valiera la pena toda esa espera. Los mexicanos Molotov entraron de forma arriesgada con el track «Santo Niño de Atocha» (que solo se ha registrado en vivo y no se ha dado detalles de que puede aparecer en un pronto regreso de estudio cuando hace un par de semana una nueva canción llamada «No Olvidamos»), y con el resto ya era un repertorio conocido que cada vez explotaba más. Pese a la gran gama de hits, se hizo evidente algunas complicaciones de sonido donde la guitarra tomaba mayor volumen de lo que necesita, algunos paisajes en los bajos que no se notaron sus habilidades y voces que se perdieron con el choque de las anteriores… fuera de eso, se logró un show que prometía desde un principio.

Y el término quedó en manos del grupo que le dio parte de la vida de la organización, los españoles Ska-P con una vuelta a su trayectoria y su interrumpida gira que promocionaba su último disco «Game Over» (2018), se vieron las caras con nuestro país en el cual estuvieron atentos con todo acontecer político-social y no se perdió la oportunidad de mostrar todo su apoyo. Siendo el punto más esperado, fue complaciente la mejor muestra de que varias generaciones (adultos, jóvenes y en especial padres con sus hijos/as presentes) terminaron bailando cada segundo y casi sin descansar, logrando que esa espera de dos años se sintió como una liberación de diferentes emociones devotas atrapadas.


Festival Maleza, así como varios de sus actos, han presentado sus raíces en la que algunos ha servido para crecer y otros para expandir más su música con espectadores que aguantaron mucho tiempo y con muchas probabilidades de estar encantados con sorpresas dentro del evento. Generalmente ha tenido un resultado favorable y que esa misma raíz del festival pueda tener ocasiones próximas. Si ya tiene su versión uruguaya, no se vería nada raro que para el 2023 pueda presentar una parrilla que busca el mismo nivel y pueda aparecer en otros lados de Latinoamérica.

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