
Texto por: Lucas Araya
El primer single y lanzamiento de Mudhoney se transformó en su carta de presentación y también, el la definición total de su sonido y estética, algo que les pasaría la cuenta (un poco). Como Mark Arm dijo alguna vez* “así es como sonamos…y nunca volvimos a sonar así”.
*Del libro “Nuestra banda podría ser tu vida” de Michael Azerrad

Editado por Sub Pop y grabado por Jack Endino, el tema se convirtió en un emblema sonoro y estético de lo que se conocería mundialmente como grunge. Sin embargo, Mudhoney tiene mucho más que ofrecer en su extensa carrera y discografía. Es por eso que acá queremos destacar algunas canciones fundamentales en su catálogo.
- Chain that door: Parte de su primer EP, el mítico Superfuzz Bigmuff, esta canción es un cúmulo de energía explosiva con una batería aplanadora y un bajo subterráneo y abrasador, la base perfecta para una bola de guitarras sucias y una voz ácida y disconforme. Un breve resumen en un combo directo al mentón.
- When tomorrow hits: El primer larga duración de Mudhoney apareció en 1989 y fue otro golpe certero. Una extensión de lo hecho en su primer single y en su EP inicial. Sin embargo, en este disco también encontramos joyas con un brillo subterráneo, espeso y denso. Esta canción aparece casi al cierre del álbum y es una especie de caminata mareada hacia el abismo, casi a punto de vomitar. Quizás una descripción del frenesí que vivían en ese entonces y una premonición de lo que estaba por venir.
- Suck you dry: Siempre irónicos, Mudhoney reflejaron en su segundo disco con Warner «Piece of cake» su disconformidad y cansancio con la ola de atención y clichés que la agotadora etiqueta “grunge” acarreaba para las bandas de Seattle. Estaba claro que no habría un “next Nirvana” ni que ellos serían las megaestrellas que el mercado suponía. Aún así, entregaron un trabajo ácido, con un single tan agudo como sarcástico, inclusive mofándose ficticiamente en su video clip de la escena creada por la prensa y la mega corporativa industria musical de los años dorados.
- In My finest suit: En 1995 las cosas ya venían en caída libre para la escena de Seattle. Kurt había muerto, la palabra “grunge” parecía denominar una peste que había que erradicar. A pesar de que los grandes nombres conquistaron la industria, la masividad y los charts (Pearl Jam, Soundgarden, Alice in Chains), el río de fama y dinero no chorreó por igual y los destinos fueron dispares. Para Mudhoney las cosas seguían siendo difíciles y casi incomprensibles. Con un consistente puñado de canciones que representan la coherencia y cohesividad del sonido que abrazan desde sus primeros días, el disco “My brother the cow” resultó ser un fracaso para su sello y rápidamente fueron desechados, como basura sónica irrelevante. Sin embargo, la calidad compositiva y la entrega feroz y densa son innegables. El más claro ejemplo es este temazo, tan profundo como emotivo que llega a parar los pelos.
- I saw the light: Luego de altibajos en su carrera, idas, venidas, pausas, hiatos y renacimientos, Mudhoney volvió en gloria y majestad a recorrer los caminos sonoros y hacer explotar los escenarios a punta de riffs podridos, ritmos pantanosos y la voz de Mark Arm relatando historias de caídas y reflotes. La muestra más clara es “I Saw the light” de su excelente disco “Under a billion suns” de 2006. Como un fénix volando con alas de fuego iluminando su propio vuelo una vez más.
- Next time: Con “The lucky ones”, Mudhoney siguió esparciendo las semillas de su río distorsionado de la mano del rechinar del delicioso fuzz, encendiendo el sonido y quemando el aire de los parlantes en una nueva era. Veinte años después de su debut discográfico, la banda podía seguir incinerando las seis cuerdas para demoler con una batería demoledora y Mark Arm cantando/vomitando su característica lírica ulcerada.
- Please, mr. Gunman: Es 2018 y la basura sonora abunda en un mundo plástico, digital y rápidamente desechable. No hay salvación aparente. Eso aparece hasta que aparece Mudhoney con una bomba luminosa, colores incandescentes y, sorpresa, un sonido claro y abrazador. Más ligado al overdrive que el muff y una claridad que deja percibir los detalles de la propuesta sónica madura sin tener una hinchazón en los oídos. Su excelente “Digital garbage” es una pistola sonora que es, a la vez, una fórmula hacia la salvación y la vida extendida de una leyenda que parece inmortal.
- Souvenir of My trip: Este temazo abre “Plastic eternity”(2023), la última entrega discográfica de la banda. Una masa sicodélica y pesada. Casi al borde de la experimentación y el vuelo psicodélico. Una increíble prueba de que la banda no tiene nada que demostrar a estas alturas y, aún así, seguir sorprendiendo con su creatividad y una entrega de niveles monumentales. Un viaje sin fondo ni fin. Mudhoney, la eternidad imaginaria del rock pesado pasado por el punk putrefacto en un garage donde el tiempo y el espacio no se expanden.
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