Por: Lucas Araya

Fotografías: Claudio Escalona

Presentación del disco en Centro de Arte Alameda (sala CEINA)

La unión de dos almas creadoras e inquietas ha dado como fruto un EP lleno de intensidad, sonidos profundos y palabras que retratan la realidad caótica en la que la creación del material fue tomando forma. Es, de cierta forma, un documento que registra un momento histórico que todavía estamos masticando.

La creación musical conjunta de Colombina y Silvio se mueve como una obra en constante evolución, donde los sonidos orgánicos, la electrónica y la poesía cruda conviven con la naturaleza y su renacer constante de entre los escombros de un tiempo confuso.

Esta obra fue presentada en vivo en la sala CEINA del actual Centro de Arte Alameda (en jornada doble), donde la puesta en escena incluyó artefactos, objetos e imágenes que funcionaban como un contexto visual preciso: un cuarto en ruinas, una casa derrumbada que recibió las melodías que nacen del Chapman Stick de Paredes, las cuales iban creciendo como una enredadera dulce que envolvía el ambiente para que la voz reverberante de Colombina cayera como lluvia ácida sobre el reflejo, un espacio imaginario y real, al mismo tiempo (Espejo).

Luego de esta pequeña tormenta de inicio, irrumpió un beat secuenciado que parecía respirar entre luces blancas y negras, acompañando un relato de recuerdos y posibilidades que parecen lejanas donde el sintetizador abriendo un paisaje de bosques sonoros imposibles para dejar escapar un deseo: regalar un día donde trabajar no sea necesario. Un caos hermoso (Marta).

Los arpegios cristalinos siguieron atravesando el aire con una belleza que recibían rayos animales que nacían desde el sintetizador, todo como colchón de un sueño, la visión de una ciudad llena de payasos y gente desesperada, una especie de Twin peaks pandémico. Árboles, ríos, corazones, todo en un huracán casi apocalíptico. Imágenes bajo la lluvia morada de luces de fondo y un paisaje inhóspito, un desierto de cemento (Vi vi vi).

El humo imaginario y una base que rebota incansablemente armaron el ambiente para que irrumpiera un relato de violencia, matanzas, nubes de sangre, Chile destrozado, desgarrado: la crónica del dolor irreversible e irreparable. La agresión que no parece tener fin está recostada sobre una manta de hermosos ruidos melódicos. Vacío. La voz y el eco de la humanidad rota a quema ropa en las calles mojadas inundaron todo el lugar con una emotividad avasalladora (Levanto la ceja detrás de la bala).

Una nave espacial de distorsión, siluetas, luces y platos que estallaban iban formando una pila de desastre sonoro, corporal y espiritual para cerrar la primera parte del show (La llegada).

Al regresar, Paredes sobre el escenario dejó escapar sonidos cadenciosos que fluían como un arroyo viajando hacia las nubes, dando forma a una versión preciosa de “El cigarrito” de Víctor Jara.


Zumbido.cl

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