
Texto por Franco Zurita
Fotografías por Hugo Hinojosa
En vísperas de Halloween, Sala Metrónomo adornó sus espacios con telarañas, calaveras y toda la nostalgia emo de los dosmiles, para recibir a I Set My Friends on Fire y Senses Fail en una jornada en donde los disfraces, las emociones y el caos fueron la dosis justa para cerrar (o comenzar) una esperada noche de brujas.
Con una sorpresiva lluvia cayendo sobre la ciudad, los floridanos I Set My Friends on Fire abrieron la jornada haciendonos la navegar en un universo de digital de humor negro, ruido y breakdowns. Y tras una breve introducción con “WHAT” de Playboi Carti, bastaron los primeros segundos de “Ravenous, Ravenous Rhinos” para que el público se entregara al caos.

Entre luces estroboscópicas y máscaras improvisadas, Matt Mehana fue uno más con el público y agradecido de la convocatoria, gritó cada línea con una devoción irónica. Con “It’s Come Naturally”, la banda mostró su lado más melódico. Una sátira sentimental antes de soltar su ya clásico cover “Crank That” de Soulja Boy, convertido a estas alturas en un himno de la banda.

Con un set corto pero intenso cerraron con “Things That Rhyme With Orange”, volviendo a la nostalgia que cerró la primera década de los 2000. En ese instante, el sudor, la nostalgia y los gritos se fundieron en una sola masa. Éramos una comunidad de inadaptados que, por una hora, volvió a creer en la magia absurda del lado más experimental del post-hardcore.
Tras una breve pausa para la hidratación, “Querida”, de Juan Gabriel, un himno latinoamericano que se coreó en todos los rincones del recinto, fue la bienvenida al escenario para Senses Fail quienes entre el éxtasis de los presentes abrieron con “Rum Is For Drinking, Not For Burning”, provocando la primera invocación colectiva de su set.

Buddy Nielsen, siempre intenso y teatral, con su voz quebrada y honesta, empapó toda la angustia juvenil con una maestría impecable. “You’re Cute When You Scream”, “Shark Attack” y “Death by Water”, fueron algunas joyas flamantes de su repertorio sonando cada una como puñal emocional recordándonos la vitalidad del quinteto y demostrandonos el porqué Senses Fail ha sobrevivido y reinventado al paso del tiempo.

“187” fue el cierre épico y uno de los puntos álgidos de la jornada. Una despedida trágica, vibrante, llenando todos los espacios pero dejando un gusto amargo que fue cuidadosamente endulzado por el esperado encore. Y con “Can’t Be Saved”, seguida de “Bite to Break Skin”, la cual se transformó en un inesperado medley con fragmentos de System of a Down, Rage Against The Machine, entre otros, se fundieron en una orgía de nostalgia y energía pura. Un guiño a toda una generación que creció gritando sus frustraciones frente a un espejo empañado.
Al salir de Metrónomo, aún se sentían los ecos de los gritos, las risas y la locura vivida. Una resurrección y una noche en dónde los fantasmas del emo, volvieron a volvieron a brillar por la ciudad.
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