
Texto por Lucas Araya
A más de 30 años de su lanzamiento, «Esperando nada» es uno de los discos más representativos de una época y una camada de artistas que irrumpieron a mediados de los años 90 en la escena local. Este disco es, también, una de las primeras grandes constelaciones en el firmamento luminoso del repertorio y la carrera de Nicole.
Es por eso que la cita de este 10 de julio en el Movistar Arena es la fecha perfecta para celebrar el cierre de una gira extensa, hermosa y exitosa que ha llevado a nuestra querida artista por escenarios de norte a sur, visitando diferentes rincones y compartiendo con artistas y su gente fiel, todo en el marco celebratorio de toda una vida de luz, un intercambio recíproco de amor incondicional.
A principios de los años 90 las preguntas “¿Qué haré?” y “¿Qué le diré a mis padres?” eran parte de las inquietudes de cientos de peques que a través de la radio o la tele ya habíamos conocido a Nicole, una niña que dudaba de todo al enamorarse por vez primera. Un sentimiento compartido de adolescencia.
Por eso fue que en 1994, un rayo imparable nos atravesó sin previo aviso. La melodía de “Sin gamulán”, la voz cautivante en los parlantes y el videoclip que inundaba la pantalla con la imagen icónica de quien nos acompañaría desde ese momento hasta hoy.
Con el lanzamiento de Esperando nada en noviembre de ese año comenzaba una seguidilla de éxitos en la carrera artística de Nicole y desafíos cada vez más grandes en su vida personal. Con seis singles de alta rotación («Esperando nada», «Dame luz», «Extraño ser», «Sigo buscándote», «Solo el mar», además de “Sin gamulán”), exposición en medios, shows y presentaciones para coronar todo en el Festival de Viña en 1996, cerrando una etapa para dar el salto hacia la exploración musical y estética y la proyección internacional.
Con el tiempo llegaría una gema del tiempo contenida en «Sueños en tránsito» en 1997 (producido por Gustavo Cerati y con juegos electrónicos, eléctricos y acústicos) para luego comenzar un periplo incansable que quedaría reflejado en «Viaje Infinito» de 2002 y «APT» de 2006, ambos discos concebidos en su estadía en el extranjero, abrazando nuevos sonidos, estilos, temáticas y líricas.
El eterno retorno traería la presencia y la esencia de Nicole de vuelta a nuestras calles convertida ya en un referente indiscutible para artistas y público de nuevas generaciones que acceden a su música desde distintas plataformas y fuentes. Así, el tiempo y su tesón traerían presentaciones en miles de escenarios e icónicas presentaciones en Lollapalooza y Viña (2015) y siendo parte de producciones televisivas, así como creando y registrando más música en sus discos de estudio Panal (2013) y Claroscuro (2022), siempre buscando nuevos rumbos y sonoridades.
Ahora, al mirar atrás, ese álbum que cambiaría todo para Nicole (y nosotrxs) es una pieza clave y significativa para ella, su carrera, la escena local y toda la música popular chilena, pues es uno de los discos emblemáticos de esa década y una muestra del potencial de una estrella en constante ebullición y de brillo imparable. Algo que debemos celebrar ahora y siempre.
Todavía puedes conseguir tus entradas para el 10 de julio en Puntoticket y ser parte de esta celebración de la luz de Nicole en el Movistar Arena.
¡No faltes!
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