Texto por: Franco Zurita

Reconocido es el nombre de Duki, Nicki Nicole o Trueno. Jóvenes representantes de la escena urbana trasandina que han conquistado el mundo a través de su música y que logran mover una cantidad importante de fanáticos en todos los territorios. Sin embargo hay otro jóven, que sin lugar a duda, merece un lugar en el “Big Four” del urbano argentino y ese es Milo J. 

Si bien, a nivel nacional, Milo J cuenta con una fanaticada considerable, es innegable el vertiginoso ascenso que el oriundo de la ciudad de Morón ha sostenido y trascendido a través de su corta carrera. Y es que, a pesar de vivir pegado al micrófono desde los 14 años, no fue hasta los 17 que, gracias a las redes sociales, se descubre el talento del joven Camilo Joaquín Villarruel para abrirse de lleno al mundo. De ahí en más, decenas de trabajos que lo han llevado a colaborar con grandes de la industria, incluso a ser nominado a los Latin Grammy por Mejor Canción de Rap/Hip-Hop con «Dispara» en colaboración con Nicki Nicole han logrado distinguir la carrera de Milo J como una de las más exitosas con recién 18 años. 

Pero, ¿Qué es lo que lo destaca de otros cantantes de la movida urbana? Su creatividad. Y no digo que

 los demás no lo sean, pero Milo J, no se anda con cuentos a la hora de componer, experimentar y dar forma a sus obras y esto podemos apreciarlo en sus dos trabajos discográficos hasta la fecha que, si bien varían en su forma, mantienen la esencia del joven moronense. Además de saltar a la fama con su single debut «Milagrosa», la creatividad de Milo J es tal, que en su primer disco «111», nos abraza con el lado más frágil del joven cantante. Una fascinante producción que se mueve entre guitarras acústicas, arreglos vocales y que nos relatan sobre el amor y sus devenires. Un trabajo maravilloso, sensible y muy emotivo y que reafirma su visión sobre la música, derribando estigmas y demostrando la capacidad de innovar sin perder la esencia del género urbano. Por otra parte, «166» su más reciente trabajo, nos presenta un sonido moderno, representativo del joven cantante y que homenajea a su natal Morón y la vida en el barrio. Con relatos que nos narran la dualidad de Camilo y Milo J, este nuevo trabajo refleja una evolución y demuestra la versatilidad de Milo para que cada canción suene única. Un dato interesante, es que el nombre del disco es el número del colectivo que el cantante solía abordar en busca de sus oportunidades musicales. 

Pero no solo se trata de música para Milo J. Y es que, detrás de cada pieza musical de sus discos hay obras audiovisuales que relatan y refuerzan el sentido y la esencia de cada canción. En «111» cada track tiene su video musical excepto «Domingo». Videos que como mencionamos anteriormente, entre distintas analogías y representaciones, acompañan cada emoción evocada en este primer trabajo. Por su parte «166», sigue la misma línea, acompañando la temática central de cada canción y de la cual obviamente destacamos  «Sangre Para Derramar» cuyo video tiene guiños a la cultura pop trasandina, el mural de «Clics Modernos» y la aparición de Charly Garcia, cuyas referencias se encuentran a lo largo de todo este disco.

Dicho esto, la carrera de Milo J no es sólo trap ni bases sintéticas. Si bien, es un estilo que el joven maneja a la perfección, incluso otorgándole un sello único, también ha sabido aventurarse a otros sonidos influenciado directamente por la música popular trasandina. Desde la profundidad de los boleros hasta las afiladas rimas del trap, Milo es el músico más versátil y creativo de esta nueva ola de músicos urbanos en latinoamérica y vuelvo a repetir, con tan sólo 18 años. Una carrera en ascenso que lo tiene abrazando la fama y un merecido reconocimiento en virtud de todo su talento. 

Toda la propuesta de Milo J podremos verla el próximo 17 de febrero cuando nuevamente, vuelva a llenar el Movistar Arena y sacudir a toda su fanaticada en este reencuentro con el público nacional. Las entradas están agotadas. 


Zumbido.cl

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