Texto por: Cristian Martínez

Fotografías por: Hugo Hinojosa

El pasado 23 de marzo, el Hipódromo Chile se convirtió en el epicentro de una celebración brutal, donde el metal y la cerveza se fusionaron en perversa comunión. Una selecta cartelera de bandas nacionales e internacionales desató una jornada arrolladora, cuyo ímpetu fue equilibrado por una variada selección de cervezas artesanales y otros bebestibles, convirtiendo la experiencia en algo único e inolvidable.

Uno de los grandes aciertos del festival fue el respeto por los horarios anunciados, garantizando una experiencia fluida para todo el público. La jornada comenzó con Dezaztre Natural, desatando un despliegue sonoro arrollador que encendió aún más el ya caluroso día domingo. Con un show aplastante, la banda enfocó parte de su presentación en su más reciente trabajo, Violencia Perpetua (2024) dejando el alma en el escenario con temas como «Sobredosis», «La Bandera de la Muerte» y «Violencia Perpetua». Un arranque demoledor que dejó claro que la jornada no daría tregua.

Durante el intermedio entre presentaciones, llegó el momento perfecto para buscar refugio en el oasis del Hipódromo. Y para hacer honor al nombre del festival, era hora de degustar una cerveza artesanal que para fortuna de los amantes de este elixir, el stand de la cervecería El Reto ofrecía tres variedades. 

Ya con el elixir revitalizante en mano, era momento de regresar al escenario para presenciar lo que Decessus tenía preparado. Y vaya que la sorpresa fue grandiosa. En 30 minutos, la banda demostró por qué es una de las que más auge tiene en la escena actual. El cuarteto ofreció una muestra de su death metal progresivo, sumergiendo a la audiencia en una atmósfera caótica para luego sacudirlos entre poderosos riffs y los guturales demoledores de su vocalista. Temas como «Traitor» y «Deliverance» fueron parte de su intenso setlist, ambos sencillos que con toda seguridad, formarán parte de su inminente álbum debut y del cual esperamos ser testigos en su lanzamiento.

Era el momento perfecto para probar otra de las tres variedades disponibles de cerveza artesanal, y no era para menos, pues había que calentar motores para recibir a Sadism en el escenario. Una de las bandas más intensas y apasionadamente queridas por la comunidad thrashera en Chile. El cuarteto ofreció un recorrido por sus clásicos y el material de su más reciente álbum Obscurans (2023). Su presentación desató un torbellino de mosh y air guitars entre los asistentes, reflejando el cariño inquebrantable de su público y de los fieles seguidores que han acompañado a la banda desde 1988 en su exitosa carrera.

Finalizando la cartelera nacional, quienes fueron un orgullo indiscutible para todos nuestros compatriotas, era momento de ceder el escenario y sumergirse en la experiencia internacional que el festival tenía preparada.

Los estadounidenses de Atreyu fueron los encargados de abrir la siguiente etapa del Metal Beer, y lo hicieron en grande. Desde antes de subir al escenario, el público los esperaba con ansias para recibir una dosis de metalcore directo a la vena. Durante una hora de show, la banda logró una conexión total con la audiencia, especialmente cuando Brandon Saller bajó del escenario durante «The Time Is Now» y que sin dejar de cantar, recorrió a través del público parte del recinto, creando un momento inolvidable que reflejó la cercanía y humildad del grupo. Para el gran final, reservaron uno de sus himnos más icónicos: «Lip Gloss and Black», desatando el caos absoluto y cerrando su presentación en lo más alto.

Ya el calor había amainado en el recinto y la noche se cernía sobre nuestras cabezas sumergiéndonos en su oscuridad, un preámbulo perfecto para la banda que seguía en la cartelera. Hablamos de los californianos Dark Angel, quienes desatarían a la bestia con todo el poder del thrash metal.

La banda ofreció una auténtica cátedra del género en su estado más puro, con un sonido directo de letras blasfemas que evocaban la esencia de la vieja escuela. Durante una hora y media, repasaron su icónico álbum Darkness Descends (1986) una joya indiscutible en la historia del metal, y sorprendieron al público con el adelanto de un par de nuevas canciones: «Circular Firing Squad» y «Extinction-Level Event», que formarán parte de su próximo álbum de estudio, el primero en casi 25 años. El show fue simplemente arrollador, con mosh incesantes que no dieron tregua en ningún momento. 

Ya en plena oscuridad, uno de los Big Four del thrash alemán subía al escenario del Hipódromo, listos para desatar una masacre sanguinaria convertida en música. Sodom irrumpió con toda su ferocidad, iniciando el show con «Silence Is Consent» y contra todo pronóstico, rociándonos prematuramente con su himno «Agent Orange», desatando un caos bélico sobre y bajo del escenario, el ambiente se tiñó de un intenso naranja gracias al juego de luces, transformándose en un rojo ardiente cuando las bengalas iluminaron el recinto acompañando la furia de la canción. Entre un setlist demoledor, sonó «Nuclear Winter», seguido por «Leave Me in Hell», un aplastante cover de Venom que mantuvo al público en llamas. En pocas palabras, Sodom es un warlord absoluto de la música bélica, veloz y destructora. Ya para devastar el campo de batalla, la banda se guardaría Bombenhagel, finalizando su presentación entre la euforia de la gente. 

Vivir el Metal Beer Open Air es una experiencia impagable, una jornada devastadora donde la brutalidad de las bandas se equilibra con la frescura de una buena cerveza. Sin duda, un evento que esperamos revivir en su próxima edición y las que vengan. 

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