
Texto por Catherine Guichard
Fotografías por Camilo González
La noche capitalina del 30 de octubre se cubrió con una oscuridad densa, casi tangible, que parecía presagiar la llegada de algo oscuro y ceremonial. En el Teatro Cariola, los suecos de Marduk desataron una misa blasfema de black metal en el marco de su gira latinoamericana por su aniversario número 35. Tres décadas y media de guerra sonora fueron condensadas en un espectáculo devastador que reafirmó por qué esta banda es uno de los pilares del género.
La niebla desciende
La apertura estuvo a cargo de Profanator, banda copiapina de black thrash metal que lleva más de 16 años en las trincheras de la música metal chilena. Sin rodeos ni artificios, descargaron una avalancha de riffs y baterías potentes que dejaron claro que la blasfemia también se escribe en español. Con temas como “Baphomet”, “Peste, caos y muerte” y “Alcoholic Vomit Assault”, el grupo encendió el fuego infernal que acompañaría toda la jornada, desplegando una fuerza escénica que rindió tributo a un metal primitivo y desafiante.
A continuación, Undertaker of the Damned, provenientes de La Serena, tomaron el escenario con una ferocidad ancestral. Activos desde 1991, su mezcla de black y death metal transformó el teatro en un auténtico campo de batalla. Los guturales abrasivos y la densa instrumentación envolvieron el recinto, sumergiendo a los asistentes en una atmósfera opresiva que fue el preludio perfecto para lo que estaba por venir.
Señoras y señores… la blasfemia
Cuando las luces se atenuaron y una bruma espesa cubrió el escenario, el público contuvo el aliento. Marduk apareció como una sombra colectiva, erigiéndose con la precisión militar que los caracteriza. El inicio con “Panzer Division Marduk” fue una detonación inmediata: un himno bélico que arrasó con todo a su paso. Los riffs, ejecutados con una velocidad demencial, y la voz desgarradora de su vocalista, en una mezcla de furia, control y abismo, marcaron el tono de una presentación implacable.

El setlist recorrió distintas etapas de su carrera, confirmando la vigencia de un sonido que nunca ha claudicado ante las modas. “Christraping Black Metal”, “Those of the Unlight” y “The Blond Beast” retumbaron con una fuerza ritual, mientras el público respondía con un mosh constante, entregado y fervoroso.
Marduk simplemente impone. Su presencia en vivo es una experiencia que va más allá de la música. Las líneas de bajo que retumban como truenos subterráneos y la guitarra cortante que abre grietas en el aire conforman un todo hipnótico, marcial.
El encore, con “Wolves”, cerró la noche con la intensidad de un aullido colectivo. Aquella pieza, proveniente de su clásico álbum “Those of the Unlight” (1993), resonó como un círculo que se cierra: un retorno a los orígenes, a la esencia cruda que los definió desde el principio. La multitud respondió con devoción, sabiendo que había sido testigo de algo más que un concierto; fue un rito de fuego y sombras, una celebración de la irreverencia y la resistencia.

En tiempos donde el metal extremo parece diluirse entre fórmulas recicladas, Marduk mantiene su estandarte erguido con la misma ferocidad que en sus primeros días. Su paso por Santiago no fue un simple repaso de clásicos, sino una reafirmación de principios: disciplina, oscuridad y convicción artística. En el Teatro Cariola, la banda sueca ofreció una experiencia bélica, donde cada acorde se convirtió en arma.
Treinta y cinco años después, Marduk sigue siendo lo que siempre fue: la encarnación del sacrilegio hecho música.
Setlist
- Panzer Division Marduk
- Baptism by Fire
- Christraping Black Metal
- Scorched Earth
- Beast of Prey
- Blooddawn
- 502
- Fistfucking God’s Planet
- Those of the Unlight
- With Satan and Victorious Weapons
- Shovel Beats Sceptre
- Slay the Nazarene
- The Black…
- The Blond Beast
Encore:
- Wolves





















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