Película: La Hermanastra Fea

Director: Emile Blichfeldt

Géneros: Body horror/ Terror

Año: 2025

País: Noruega/ Polonia/ Suecia/ Dinamarca

Texto por Clau B. Díaz

Todos conocemos la historia de la “Cenicienta”, pero qué pasa cuando invertimos el punto de vista y ahora la historia sigue a su hermanastra fea. El resultado, inevitablemente, es una película de bodyhorror. La directora noruega Emile Blichfeldt toma como referencia la versión del cuento de los Hermanos Grimm (la cual es mucho más gore que de la Charles Perrault, que inspiró la de Disney), y logra transmitir una crítica al matrimonio y, especialmente a los altos estándares de belleza que se les impone a las mujeres. A través de una maravillosa cinematografía, fotografía y música, “La hermanastra fea” te sumerge en la crudeza de la realidad que viven las mujeres, y en las fantasías que solo son posibles en el celuloide.

La historia sigue a Elvira, interpretada por una maravillosa Lea Myren, quien es una joven soñadora, cuyo deseo más grande es casarse con el príncipe Julian (Isac Calmroth). Ella junto a su hermana Alma (Flor Fagerli) y su madre Rebekka(Ane Hahl Torp) se mudan al castillo de su padrastro Otto (Ralph Carlsson) quien vive con su hija Agnes/Cenicienta (Thea Sofie Loch Næss). Durante la cena de la boda, Otto muere, dejando alas mujeres de la familia desamparadas y sin dinero. Por lo que para Rebekka su única alternativa de sobrevivir es que su hija Elvira se case con el príncipe, y para ello, la somete a diversas y dolorosas intervenciones estéticas con tal de alcanzar altos estándares de belleza con el objetivo que el príncipe la elija para casarse. Y como Elvira añora el amor del príncipe, ella acepta sin resistirse a la tortura.

De acuerdo con el argumento, se deduce que la trama gira en torno a ser aceptada por un príncipe sin importar el dolor corporal por el que la joven tenga que atravesar. Pero también interpela al espectador, a las mujeres en particular, a preguntarse si están ante una libre elección al “decidir” someterse a procedimientos estéticos dolorosos y paralizantes. Este análisis de los cuentos de hadas como representación de la opresión que sufren las mujeres, lo abordó brillantemente la feminista estadounidense Andrea Dworking en su maravilloso libro “Woman Hating: A Radical Look at Sexuality” (1974), en el cual sostiene que las malvadas en los cuentos de hadas, y en el caso de la Cenicienta, su madrastra “reconoce que la belleza es una moneda corriente en el ámbito masculino, que la belleza se traducía directamente en poder, porque significaba admiración, alianza y devoción masculinas […] y su crueldad era acorde a los valores del mercado”. Por tanto, el sometimiento a la belleza es coercitivo. No puede existir libre elección si de por medio hay poder en juego. Porque, además, no solo es la belleza para conseguir un buen marido, sino que la belleza está directamente relacionada con la economía. Siguiendo el análisis de Andrea Dworking, las mujeres desde la preadolescencia hasta la muerte invierten dinero, energía y tiempo, en depilación, maquillaje, tinturas, y un sinfín de procedimientos relacionados con ser bellas. Y la película lo representa de manera magistral con el personaje del cirujano, el Dr. Esthétique, que se enriquece a través de intervenir el cuerpo de Elvira, quien debe resaltar su belleza para obtener el favor del príncipe. 

De modo que, la finalidad de las mujeres en “La hermanastra fea” (a excepción de Alma, quien rechaza la estructura patriarcal) es la aprobación masculina. Y es aquí donde aparece la figura del príncipe, o lo que yo he denominado como “El galán patán”. Este, en el imaginario, es siempre guapo, se le adjudica cualidades extraordinarias: es un artista, es sensible, y que a pesar de que en la realidad es un ser despreciable, se le sigue idealizando. Él está en búsqueda de la mujer ideal, que siempre debe ser guapa y, sobre todo, virginal y pura. En la ficción, generalmente salva a una mujer de un destino trágico, precisamente por culpa de un mundo patriarcal creado y mantenido por los hombres para el galán patán, en primer lugar. Las mujeres, por tanto, están esperando a que las elija, tal como las diosas Afrodita, Hera y Atenea esperan a que París de Troya (otro patán) dicte el veredicto de quien es la más bella. Julian calza con este arquetipo en la fantasía de Elvira, para ella es el salvador de su alma, su gran romance, y no le importa sufrir por ese ideal. No obstante, para Rebekka y para Cenicienta, este galán representa la salvación económica, no tiene que ver con el ideal del romance, sino como sostiene Adrienne Rich en “Heterosexualidad obligatoria y existencia lesbiana”: el matrimonio es la protección deseada por las mujeres para no sufrir por la pobreza o un destino peor. 

Por lo anterior, la película no podría haber sido de otro género que no fuera body horror, porque el dolor corporal es parte de la belleza que los hombres han elegido para las mujeres, y en los cuentos de hadas lo bueno se asocia a lo bello y lo malo a lo feo. Y al estar Elvira fantaseando con el ideal de un príncipe, desea la belleza para ser lo suficientemente buena para el imaginario de él: una doncella virgen. La cinta, por tanto, se divide entre la fantasía de Elvira, en una que logra estar con Juliany, la cruel y dolorosa realidad que debe enfrentar para cumplir esa fantasía, lo que se explicita a través de la fotografía, la música y el sonido. Mientras que en la fantasía los colores son pastales más coloridos y la música, a cargo de Jonh Erik Kaada (quien colaboró con Mike Patton en el proyecto Kaada/Patton), es una suave electrónica, que recuerda mucho a la de “Carrie” de 1976, como si la protagonista viviera en un cuento de hadas; la realidad es más oscura, sin música, solo sonidos ambientales y corporales que duelen lo suficiente como para sentir el sufrimiento de Elvira, pero que pareciera disfrutarlo por un bien mayor. 

En conclusión, La hermanastra fea es una excelente película de horror, tanto por los recursos narrativos usados, pero también porque lo que se describe está muy cercano a la realidad de las mujeres. Por supuesto, recuerda al vendaje de pies que les hacían a las mujeres en China para ser más atractivas para los hombres, o los procedimientos estéticos, maquillajes, ropa incómoda que el patriarcado y el capitalismo intenta vender a las mujeres bajo el mito de la libre elección. Es crudo pensar, y parafraseando nuevamente a Dworking, que millones de mujeres han sido mutiladas, pintadas, fajadas, lisiadas e intervenidas por un fetiche masculino. Todo esto, simplemente porque los hombres ejercen poder económico sobre las mujeres, y ellas, simplemente deben abnegarse y soportar el dolor. ¿Será capaz Elvira de librarse de esas ataduras? Descúbrelo y anda al cine para que veas si fue un felices para siempre. 

La hermanastra fea ya está disponible en las salas de cine del país. 

Distribuye Bf Distribution


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