
Texto: Franco Zurita
Fotografías: Joselyn Heyden & The FanLab (Journey)
El 17 de septiembre de 2024 quedará marcado para siempre en el corazón y en la memoria de muchos rockeros y fanáticos de la música que tuvimos el honor de ver en vivo y por primera vez juntos en nuestro país a Journey y Deep Purple. Dos leyendas del Rock mundial que además de ser artífices de un legado invaluable en la música, celebran sus 50 años de historia con una gira que los tuvo encabezando el Rock in Rio 2024 hace unos días atrás y que la noche de ayer, fueron visita ilustre en nuestro país con un histórico concierto que desbordó el Estadio Santa Laura de Rock & Roll, clásicos y mucha nostalgia.

Desde muy temprano y ante un clima bastante agradable, comenzaron a llegar los miles de fanáticos, por supuesto, a tomar la mejor ubicación para no perderse ningún detalle de este histórico concierto. Un concierto marcado además, por la trascendencia de ambas agrupaciones en la música y en la vida de muchos de nosotros. Es por esto, que no era raro ver a padres con hijos o abuelas y nietos. Un cruce generacional importante y que sólo explica el fenómeno que Deep Purple y Journey han sabido maniobrar. Su música, letras, las grandes obras que cobijan en su legado y por supuesto los tiempos pretéritos que acompañan su historia los hacen formar parte del almanaque musical de nuestras memorias. Dicho esto, ¿Cómo no querer formar parte de aquello?.

Ya con el público apostado y al pie de la programación, Aleste abrió los fuegos para este descomunal choque de leyendas. La banda liderada por Alfredo Alonso nos regaló un repaso por su carrera que fue suficiente para prender la mecha en la previa de lo que se aproximaba. Por supuesto que no podía faltar el clásico «Hay un límite» que fue la pieza con la que cerraron su acto de apertura y que acompañaron entre otras canciones con un interesante cover de Kiss: «Sure Know Something».

Ya cayendo sol y con un estadio que poco a poco iba colmando sus espacios, era el momento de rendirnos ante una leyenda. Ya afinadas las guitarras, era el momento de recibir toda la magia, la psicodelia y el Rock & Roll de factura de Deep Purple. Un momento histórico, que a pesar de las múltiples visitas de los británicos, era mi primera vez frente a frente, con una de las bandas más importantes y por supuesto, pieza fundamental del Rock universal.

De esta manera y sin tregua, Sir Ian Gillan y compañía dieron inicio a este viaje por carretera a través de las páginas del Rock con la gran «Highway Star». Solos de guitarra, teclados y psicodelia pura para comenzar una jornada llena de clásicos.

«Into The Fire», «Uncommon Man» dedicado a la memoria de John Lord y «Lazy Sod» de su recientemente estrenado «=1», fueron algunas de las excelentes piezas que el quinteto nos regaló en esta primera parte de concierto entre los respectivos solos de guitarra de Simón Mcbride y la clase magistral de teclados del señor Don Airey, interpretando una vez más «Gracias a la vida» de nuestra Violeta Parra.

La reconocida «Lazy», «Space Truckin» y la gran «Smoke on the water» fueron otros de los clásicos que entre imágenes visuales completamente alucinógenas adornaban la extravagancia rockera de Deep Purple, la cual en esencia, pareciera mantenerse intacta con el pasar de los años. «Hush» y «Black Night» fueron las escogidas por los británicos para cerrar en alto su increíble noche. Una cita con parte de la historia de la música universal y de la cual no puedo más que solo elogiar, agradecer y aplaudir el espíritu de estas bestias del Rock.
Sin embargo, la noche no terminaba allí. Doce años tuvieron que pasar para encontrarnos nuevamente con Journey y la ansiedad se respiraba en el ambiente. De manera puntual y sin preámbulos, los norteamericanos pisaron el escenario uno a uno, desatando la locura total en el recinto y con un efusivo y acrobático Arnel Pineda y el liderazgo innato de Neal Schon, Journey daba inicio a este monumental encuentro con «Only The Young». Un comienzo que sacudió a los fanáticos ante el goce de este reencuentro y la solidez del quinteto.

El desplante y el carisma de Pineda fueron combustible para piezas como «Stone in Love» y «Escape» en un repaso total por toda la trayectoria de la banda en celebración de sus cinco décadas. «Lights» uno de los clásicos de la noche fue interpretado por el baterista Dean Castronovo para dar pie a «Still They Ride» del álbum «Escape» debutando en vivo en esta gira.
Entre piezas habituales y no tanto, la trilogía de «Send Her My Love», «Who’s Crying Now» y «Lovin’, touchin’ squeezin’» fueron uno de los grandes momentos de la noche, solo superados por la interpretación consecutiva de «Open Arms» y «Faithfully». Dos de las grandes baladas de Journey que forman parte de la banda sonora de muchos de nosotros y que verlas en vivo, no hicieron más que despertar la nostalgia y el encanto de revivir más que buenos recuerdos.

Entre otros clásicos, «Wheels In The Sky» y «Separate Ways» fueron otro de los puntos álgidos de la noche para cerrar de manera magistral y definitivamente con la esperanzadora «Don’t Stop Believin» y «Any Way You Want It» terminando en alto un increíble viaje y una soñada noche.
Una cita con parte de la historia de la música y porque no, parte de nuestra historia. Una noche llena de clásicos en dónde el recuerdo, la nostalgia pero también los buenos momentos y la felicidad fueron la tónica de la jornada. Cómo no estarlo, si fuimos parte un hecho histórico en nuestro país. Dos bandas legendarias juntas, dando cátedra de como hacer Rock y a la vez escribiendo otra página más en los libros de la música mundial.
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