Texto por: Pablo Castillo

Fotografías por: Joselyn Heyden

Chile y Argentina, no existen países más enemigos que esos dos, se odian en la cancha, se odian en la geografía, se odian en la política, pero, cuando se habla de música ambos países muestran su profundo respeto a la cultura que cruza sus fronteras. Nosotros como buenos chilenos nunca dejaremos de ser hincha pelota en contra de ellos, pero por primera vez en la vida hay que aceptar que los trasandinos en pleno Barrio Bellavista jugaron como locales y se enfrentaron nuevamente a un público chileno que los ama, que los adora, que son fieles soldados del Hardcore Melódico y que jamás se perderán su encuentro anual con Eterna Inocencia.

Una Sala Metrónomo llena que entraba en calor poco a poco, con un retraso de 30 minutos que no supuso ningún cambio de emoción porque apenas se apagaron las luces perdí mi lugar en el recinto y todo el raciocinio con el círculo masivo que se hizo para moshear las más clásicas de su repertorio. Y nose como sera para el Sábado -segunda fecha de Eterna en Santiago con setlist distinto al de hoy-, pero esta noche nos tocó un set especial, que no fue directo hacia los grandes hits de la banda sino que busco un lugar especial en los corazones de los más fanáticos para brindar un show emotivo, lleno de esos himnos de sus primeros años.

Tirando toda la carne a la parrilla que comenzaron con esas canciones que siempre quisiste escuchar en vivo de la banda, tenias clásicos del «Punkypatin» (1995) como «Let’s Start the Sunrise Together» cantada en inglés, algunas de su siguiente disco «Dias Tristes» (1997) que siendo temas cortos y emocionantes dejaban la escoba en cuestión de segundos, las infaltables de su obra maestra «Las Palabras y los Ríos» (2004) que eran coreadas por todo el público abrazado de su acompañante en íntimos momentos como con «Trizas de Vos» y una que otra joya de sus más recientes discos, así desatando toda la energía de Sala Metrónomo.

Me reconforta mucho saber que Guillermo y toda la banda, además de tener un color político muy marcado, son personas de piel que siempre han alzado su voz ante todo. Comenzando por la dictadura argentina de los años 70 a la cual le dedicaron «Abrazo», pasando por otras dictaduras que tuvo latinoamérica como la nuestra y llegando a la actualidad con el eterno enfrentamiento del pueblo mapuche, tocando una que se ha convertido en un himno de resistencia para nosotros los chilenos, «Weichafe Catrileo». 

También hay una fuerte fuente de donde se nutre Eterna para coincidir con sus letras, las cuales son poderosas, llenas de energía, bien escritas y con una profunda segunda lectura. Porque los músicos no son nada sin los poetas exclamó mostrando algunos regalos literarios que le hicieron llegar a los integrantes, todo esto antes de que el concierto explotara con «Le Pertenezco a tus Ojos» de su disco «A Los que nos han Apagado» (2001). Una hora y media en la cual se concentraron en transmitir un solo sentimiento que unificó al público, vi muchos amigos que se reencontraban dentro del concierto con fuertes abrazos cantando emocionados «Nuestras Fronteras» dando cierre al show. Che, solo me queda decir que hoy me colé para ser parte de un ritual histórico para muchos, al cual prometo sumarme y mantener esta tradición año tras año, hablo de venir a ver a los argentinos cada vez que pisen nuestro país. Su gratitud ante el público se notó en las bellas palabras que nos dedicaron, comentando que tenían miedo de tocar esas canciones con polvo, pero como siempre nosotros no defraudamos ni un poco a la banda. Hoy ellos jugaron de local, en su propio estadio, con su propio uniforme, con su público y sus fanáticos, quienes prontos a cumplir 30 años a su lado se iban caminando para la casa confirmando que Eterna Inocencia siempre formará parte de sus vidas.

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