
Texto por: Lucas Araya
Fotografías por: Joselyn Heyden
El multi instrumentista y productor chileno dio una cátedra eléctrica e intensa, con momentos de intimidad y majestuosidad musical, todo frente a una sala repleta de un público devoto y entregado al trance y al éxtasis de Alain Johannes y compañía. Un show precedido de un pequeño set acústico por parte de Dead Christine.
Dead Christine, una misa claroscura

La cantante y guitarrista descargó mucha de su fuerza y potencia envolvente en formato íntimo. Con una voz penetrante que cuenta historias de decepciones, caídas y vueltas desde el fondo del fuego, acompañada de una guitarra casi hipnótica, dejando salir una atmósfera casi eclesiástica en una eucaristía sombría con aires noventosos, densos y dulces, a la vez.
A pesar de ser su primer show en solitario (“suelo defenderme con mi banda en vivo”), la entrega y la forma envolvente de entregar un repertorio consistente y seductor a través de una voz expresiva y una guitarra acústica con aires campestres y de catedral, dando forma renovada a su repertorio (generalmente eléctrico y estridente) una mezcla gótica y visceral que fue una puerta de entrada justa para el maestro de ceremonias.

Alain Johannes Trío
Demoledor. Así fue el inicio del show. Arrollando todas las posibilidades sónicas desde el primer redoble. La guitarra danzando en el aire, cual encantador de serpientes de Johannes junto a su voz multiforme, acompañado en cada paso del tándem formado por los hermanos Foncea con una precisión, energía y presencia que no dejarían de emanar durante toda la sesión, como una real lluvia de decibeles y de una potencia deliciosa y estridente .
Entre la hermosa tormenta, hubo un momento para recordar y tributar a Chris Cornell y los sonidos más densos de Euphoria Morning con “Mission” y un coreado “Can’t change me”. Versiones que vieron al trío reforzarse con Eduardo Cases en bajo y Cristóbal Aedo en voces y guitarra eléctrica, acercándose a las sonoridades de fines del siglo pasado y saludar al ex líder de Soundgarden y amigo de Johannes.

Dentro de tanta electricidad y estruendo, las canciones de Spark vibraron en su brillo máximo, una mirada infinita, esa conexión eterna entre planos del más allá y el más acá. “Endless eyes”, “Speechless” marcaron los momentos más altos mientras la magia ascendía cuando la figura solitaria de Alain llenó todos los espacios de la sala Metrónomo con su presencia y sonoridad.

Con la banda en plena expansión, un blues desértico y oscuro, se dejó caer aplastando el aire para abrir camino a selectos hitos de Eleven (“All my friends” y “Reachout” entre estas joyas”) la faceta de colaboraciones de este multifacético creador: Sound city y Desert Sessions (“Make it wit chu” y “Hanging tree” desatando la lisergia árida arriba y abajo del escenario).

Ya hacia el final del show, una interpretación impecable de “Luna a sol” y la promesa de nuevo material inédito del trío creó el espacio perfecto para una absolutamente bella interpretación de “Making a cross”, recordando el espíritu e impronta el gran Mark Lannegan y su paso por las sesiones del desierto en compañía de las voces de quienes se dieron cita para presenciar un momento increíblemente emotivo de principio a fin, disfrutando de un bis con alta energía, vehemencia y la suavidad de la brisa desértica en la ciudad y el cemento.
¡Gracias Alain Johannes por existir!
¡!Gracias a la vida por darnos estos bellos sonidos junto a ti!!
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