Texto por Clau B. Díaz

La ópera rock “Jesucristo Superestrella” debe ser una de las adaptaciones de la vida de Jesús más conocidas y reinterpretadas que existen. Desde que vio la luz el disco conceptual en 1970; con el vocalista de Deep Purple, Ian Gillan, en el papel de Jesús, no ha parado de adaptarse a diferentes idiomas, formatos y estilos musicales; existen versiones en metal, soul y electrónica. De hecho, la primera adaptación en español fue en Chile en 1973 con Mario Argandoña como Jesús. Al estreno asistió el presidente de ese tiempo, Salvador Allende. La obra tuvo gran reconocimiento y posibilidades de gira, sin embargo, el golpe de estado del 11 de septiembre truncó esa posibilidad. En fin, tanta adaptación se debe a que la figura de Jesús se llevó a un terreno pop, el cual llegó al público más joven porque no se trataba de evangelizar, sino de mostrar al humano que hay en lo divino, que las mismas dudas existenciales de Jesús las puede tener cualquier humano. Quitaron al dios y apareció el hombre. 

Pero antes, un poco de historia

Los creadores Lloyd Webber (música) y Tim Rice (letra) realizaron la obra inspirados por la canción de Bob Dylan “With God on Our Side” de 1963, cuya letra dice: “¿Es que acaso Judas Iscariote no tenía a Dios de su lado?” Por lo que una historia que explorara las razones de la traición de Judas no sólo era una buena idea, sino que casi que necesaria. Sin embargo, la canción y la obra son sólo un síntoma de su contexto, ya que, como dijo el mismo Bob, los tiempos están cambiando y con ello viene casi un cambio de paradigma en el catolicismo. 

La idea de humanizar al Cristo crucificado ya germinaba en 1952 cuando Nikos Kazantzakis escribió su más famosa novela “La última tentación de Cristo”, la cual se adaptó al cine en 1988. Luego en los años 60’s se realiza el Concilio Vaticano II, cuyo fin era modernizar la iglesia para llevarla al pueblo; además en Latinoamérica aparecía la Teología de la Liberación, cuya prioridad se enfoca en los más pobres y necesitados; y en Chile se realizaba la traducción de la palabra sagrada que luego se transformaría en la Biblia Latinoamericana, que, dicho sea de paso, no pocos declararon que era una biblia comunista. 

Película de 1973

Dentro de toda esta efervescencia de cambios, extraño hubiese sido que no se realizara Jesucristo Superestrella, y especialmente su adaptación cinematográfica en 1973, la cual relata los último siete días de Jesús que se abordan desde una perspectiva sociopolítica y psicológica que nos permiten entender mejor a los personajes. Comprendemos por qué actúan de la manera en que lo hacen y las consecuencias humanas y sociales de las decisiones que tomaron. Se cuestiona el plan divino, y lo más importante…si de verdad hay algo divino. 

Esta división entre lo humano y lo divino se pone en duda, ya que, la divinidad de Jesús pareciera ser un chisme, un rumor que alguien lanzó y todos comenzaron a repetirlo hasta que se expandió y una masa acéfala comenzó a seguir a Jesús. De ahí que la excelente escena de Judas cuando interpela a Jesús: “te llamábamos hombre y no dios”, es tan relevante, ya que, Judas es el único que se da cuenta del peligro que es la divinización del hombre, y cómo el mensaje se pierde en favor de la popularidad mesiánica de Jesús

Lo anterior, entonces, da pistas que el protagonista es Judas, y no lo digo yo, los mil y un análisis que existen sostienen lo mismo, pero es interesante ese cambio de paradigma del que hablé más arriba. Recordemos que Dante Alighieri en la “Divina Comedia” en el último círculo del Infierno puso a los traidores y, Judas, el traidor supremo, pasaría toda la eternidad siendo masticado por Lucifer, sin embargo, unos 600 años más tarde, ese mismo Judas en “Jesucristo Superestrella” nos cuenta que su traición fue la última opción después de haberlo intentado todo. Estuvo lejos de ser avaricia, sino que quería evitar una guerra, y lo hizo, demostrado maravillosamente en la película con unos tanques de guerra persiguiéndole cuando va a hablar con Caifás a entregar a Jesús, y luego de hacer el trato unos aviones de guerra abandonan Jerusalén. 

La obra, entonces, muestra cómo a dos hombres una revolución se les fue de las manos, cuyas decisiones, apoyadas por un, aparente, plan divino, finalmente los llevó a la muerte. Ninguno de los dos muere con certeza de que si lo que hicieron fue lo correcto, hasta el final Judas espera que no lo condenen por algo que se esperaba que hiciera, y Jesús espera que el plan divino por el cual dio su vida valga la pena. Lo curioso es que luego de la muerte Jesús se encuentra no con Dios en el cielo, sino que con Judas. Este vuelve a interpelar a Jesús, preguntándole si valió la pena, pero no hay respuesta. 

Las dudas e interrogantes que plantea la obra son muy actuales, por ejemplo, como las ideas revolucionarias pueden perder su peso cuando importa más el mensajero que el mensaje, lo que hace que la ideología se transforme en moda, la cual se condenará y se negará cuando deje de ser popular. También deja en claro que no hay malos ni buenos, sino que circunstancias y contextos. Independiente si se está más o menos de acuerdo con ciertas ideologías, se puede entender la reacción de los altos mandos con la llegada de Jesús y toda su revuelta. Por eso la obra es tan refrescante a pesar de que han pasado más de 50 años, porque lo divino se transforma en la condición humana. 


Zumbido.cl

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