
Texto por: Clau B. Diaz
Fotografías: Joselyn Heyden
El Teatro Municipal de Santiago es un recinto que lo asociamos a la solemnidad; un lugar donde se presentan grandes obras clásicas de la música; por lo tanto, para un artista presentarse en el Municipal debe ser un momento especial en su carrera, y así fue para Nicole, quien el pasado domingo 22 de diciembre celebró los 30 años de su segundo disco «Esperando nada», álbum clave para la artista, y que marcó la cultura popular de la post-dictadura.

A las 16:30 en punto y con un calor intenso, Nicole abre su show con «Mundo perdido», primera canción del disco homenajeado que nos dio pistas de lo que sería el concierto: nostalgia, consolidación, pero también frescura, demostrándonos que no sólo vive del pasado y de los buenos recuerdos que tenemos quienes alcanzamos a escuchar sus éxitos en la radio y en teleseries, sino también en la madurez en su interpretación, nuevas composiciones y puesta en escena; se la veía cómoda con un vestido verde brillante y una capa del mismo color, la cual manejaba al estilo de Stevie Nicks.

Uno de los grandes momentos fue en la canción «Sin gamulán», cuya interpretación acompañada por el coro del Coro Ciudadano de Pedro Aguirre Cerda que erizaban los pelos. Nicole, dueña absoluta del Municipal, baja del escenario acercándose al público que la ovacionaba sin descanso.
Durante el concierto, la artista nacional repasó sus grandes éxitos como «Despiértame», «Dame luz» y «Noche», mientras recordaba a su madre y abuela, destacando la importancia de ellas a lo largo de su carrera. Nadie quedó fuera de la celebración, de hecho su hijo León Lagos representó a las nueva generaciones acompañando en la batería durante la canción «Veneno».

En sus más dos horas de duración, Nicole resumió 30 años (y más) de su versátil carrera. Fue una noche histórica en la que el pasado fue puesto en el presente, y casi como si el Municipal fuese una máquina del tiempo fuimos testigos de lo que fue, de lo que es, y de lo que aún no ha sucedido. Quizás el nombre del disco «Esperando nada» signifique la oportunidad para Nicole de rellenar lo inexistente sin ataduras, creando mundos musicales con total libertad, como si fuese una diosa que no ya no necesita demostrarle ni explicarle nada a nadie.
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