Texto por Clau B. Díaz

Fotografías por Camilo González

La noche del 08 de mayo en el Teatro Caupolicán se vivió un show emotivo, sin duda. El cantautor español estuvo hora y medio en el escenario mostrándonos en hora y medio todo su catálogo de éxitos, a raíz de su gira Ismael Serrano sinfónico, la cual lo trajo a nuestro país. 

La cita estaba programada para las 20:00, sin embargo, a hora aún el Caupolicán estaba llenándose y la orquesta instalándose. De un momento a otro, el recinto pasó de estar a media capacidad a su máxima. Es que el madrileño tiene una gran fanaticada en Chile que casi agotó las entradas. Repleto el teatro, a eso de las 20:40 el show comienza. Aparece Ismael Serrano y el aplauso estruendoso no se dejó esperar. 

“Sucede que a veces” fue la encargada de abrir el show, canción coreada como muchas, dio las primeras pistas de cómo sería la noche: íntima, emotiva, nostálgica y política. Como sabemos, las letras de Serrano todas en su significado abordan lo social, problemáticas del pasado y actuales, las cuales sumergen al público, casi sin ellos quererlo en una reflexión permanente. 

La puesta en escena fue simple y épica: Serrano junto a su orquesta, y un juego de luces interesante. Tonos azules y luces fijas en la mayor parte del concierto, moradas, y amarillas en movimiento para momentos más movidos. Esto le dio una atmósfera, me atrevo a decir, casi cinematográfica, que a ratos me sentí dentro de un soundtrack. 

Otra cosa que destacó fue la interacción del cantautor con el público. Entremedio de cada canción, una anécdota o una reflexión. Una de las más destacables, fue un señor que llamó al recinto en el que el madrileño daría un concierto para saber a qué hora terminaría sólo para saber a qué hora su esposa llegaría a casa. Además, una reflexión importante acerca del pesimismo como fuente de desmovilización, y lo que toca es ser optimista. Entre todas sus interacciones, su simpatía y humor fueron más que suficientes para encantar a la audiencia santiaguina. 

Canciones como “La llamada”, “Papá cuéntame otra vez”, estuvieron dentro de su repertorio, pero sin duda el punto alto fue “Vine del norte”, tema que cuenta el paso una persona por Chile. Fue tan coreada que se escuchaba a ratos más el público que el cantautor, sobre todo la parte de “y en la calle como siempre jodiendo andaban los pacos/ Tú les gritaste “¡Asesinos”, y los dos echamos a correr” (la parte de “¡Asesino!” no se cantó, la gente la gritó). 

Ismael Serrano ha declarado muchas veces su admiración por Víctor Jara, por ello que era obligatorio un cover de “Te recuerdo Amanda”, que sí, también fue muy coreada. Al final de la canción, se escuchó un “¡Víctor vive!”, y algunos de aventuraron con el cántico: “Luchando, creando, poder popular”. Dando, sin duda, muestras claras que la audiencia de Serrano es tan política como él. 

En síntesis, el show fue una declaración política en formato sinfónico, lo cual le dio un carácter épico a una lucha social que no debe decaer. Una banda sonora de la revolución.  

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