
Texto por Franco Zurita
En el vasto cosmos del metal progresivo, donde el tiempo se dilata y las melodías se transforman como el agua, Haken irrumpe como un cometa de fuego, forjando su propio lenguaje sonoro con manos de alquimistas.
Originarios de Londres, pero sin tierra que logre anclarlos, Haken es más que una banda: es una travesía. Cada álbum, desde el laberíntico “Aquarius” hasta la profunda evolución de “Fauna”, es una estación en un viaje que nunca transita el mismo sendero dos veces. Su música es un puente entre lo cerebral y lo visceral, entre lo matemático y lo poético. Beben del virtuosismo de los grandes como Dream Theater, King Crimson, Gentle Giant y lo transmutan en algo ferozmente propio, personal e intenso.
La voz de Ross Jennings se eleva como un portavoz en el oráculo de esta gran locura, tan capaz de sostener melodías etéreas así como del guturales tectónicos. Las guitarras se entrelazan en danzas fractales, creando estructuras que desafían la lógica y sacuden el alma. Los teclados, invoca mundos de ciencia ficción y la base perfecta comunión entre el bajo y las percusiones no sostiene: impulsa, arremete, se esconde y reaparece como un titán avasallante en medio de este viaje sideral.
Escuchar a Haken es rendirse al vértigo de lo desconocido. No hay tregua en sus irregularidad de sus compases, ni descanso en sus atmósferas. Pero hay belleza: una belleza difícil, que exige atención, y que termina siendo una fascinante revelación de un mundo antes desconocido.
Un espejo sonoro de nuestra época, compleja, caótica y brillante. Como los grandes poetas, Haken no busca respuestas: plantea preguntas en forma de acorde, de operas gigantescas y susurros cósmicos.
Haken se presentará en Chile el 2 de mayo en el Teatro Cariola. Aún puedes adquirir tus entradas por sistema Ticketplus
Produce Chargola Prod
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