Texto por: Franco Zurita
Fotografía: Joselyn Heyden
El Rock argentino ha estado fuertemente ligado a nuestro país desde tiempos inmemoriales. Reconocido es el impacto que artistas como Luis Alberto Spinetta o bandas como Soda Stereo han ostentado en nuestras tierras, sin embargo y lejos del reconocimiento masivo, estilos como el Punk Rock y el Hardcore, también han calado hondo en nuestra sociedad y en la fanaticada local. Bajo este contexto, Eterna Inocencia, una de las bandas más reconocidas desde el otro lado de la cordillera, regresaba a nuestro país (como todos los años) no sólo para reencontrarse con la familia que la música le ha otorgado, sino que también para celebrar los 20 años de «Las Palabras y Los Ríos», uno de los trabajos más emblemáticos de su carrera.
Desde muy temprano, los alrededores del Teatro Coliseo comenzaron a llenarse con los cientos y porque no, miles de fanáticos que se apostaron en las afueras del recinto para la previa del concierto. Un ambiente ameno, en donde el reencuentro con viejas amistades, la camaradería y la buena onda, era la tónica que envolvía la espera de este gran encuentro.
Una vez instalados los presentes, directamente desde San Bernardo, Nosindependencia una de las bandas más reconocidas de la escena Hardcore y Rock nacional, abrieron los fuegos de la noche con una explosiva demostración de historia y subversión. Próximos a cumplir 30 años de trayectoria, la banda repasó lo mejor de su repertorio en un recorrido musical que incluyó parte de su último EP titulado «SN.BK» en una demostración pura de solidez y energía. El número perfecto para ambientar la nostálgica noche que estábamos próximos a vivir.
Luego de esa demostración de clase nacional y con un teatro totalmente desbordado, Eterna Inocencia pisaba el escenario local y con un gigantesco telón de fondo con la portada del disco a celebrar, daban rienda suelta de inicio a fin a este monumental trabajo. Y en orden cronológico, la encargada de motivar las primeras sensaciones de la noche fue la gran «Viejas Esperanzas» desatando la locura total en el recinto. Locura que por supuesto, estuvo presente durante las dos horas de concierto que nos regalaron los hermanos trasandinos. Con la complicidad de ese primer contacto, «A Elsa y Juan» llegaba para hacernos recordar nuestra fragilidad para que luego «Trizas de Vos», desgarrara todos los corazones presentes inundando de emoción y nostalgia el abarrotado lugar. Un desborde emocional que, por supuesto, vivimos a lo largo de toda la noche.
Ya entrando en la mitad de este repaso, uno de los himnos invaluables de Eterna Inocencia culminaría en uno de los momentos más excitantes de la noche. «Nuestras Fronteras» fue un canto al unísono. Una demostración del impacto y la cercanía que la banda ha logrado construir y sostener a lo largo de toda su carrera con sus fanáticos nacionales y a estas alturas también, una canción insigne frente a la melancolía característica de los trasandinos. «Vivan Mis Caminos» llegaba para levantarnos del dolor y para volver a la raíz subversiva de la banda, «Saludos a los Maquis» dedicada a la resistencia en contra la dictadura Franquista, levantaba nuestros puños en alto ante la memoria histórica de este emotivo homenaje. Una invitación a luchar por la injusticia y la libertad muy propia también del discurso de los argentinos.
Tras esa tremenda demostración de emoción y rebeldía, «Sin Quererlo» volvía a sumergirnos en un aura nostálgica y reflexiva sobre la pérdida, que al igual que todo lo interpretado por Guille y compañía, fue coreada estrechamente por todos los presentes. La masacre de Trelew se haría presente con «Mártires de Trelew». Un canto a la memoria y una profunda reflexión sobre aquellos que lucharon con valentía por sus ideales y que pagaron con sus vidas. Un hecho histórico que la banda ha querido retratar poéticamente en consecuencia con su discurso. Luego de aquella manifestación, «Desposeídos» nos lograba sumergir nuevamente en la emocionante melancolía para luego, «La Muerte Pobre», canción que le sucedió en su recorrido, nos invitaría a reflexionar sobre nuestras vidas y recorrer nuestros caminos.
Mientras que «Tan Lejos» era la luz que la banda nos declaraba ante la melancolía evocada ya en el final de este disco y con guitarra en mano, Guille se disponía a interpretar en solitario la emotiva «Vientos del Amanecer» en compañía de las miles de voces presentes que acompañaron este canto, culminando así y de manera emotiva el recorrido por «Las Palabras y los Ríos». Un disco que entre aplausos fue el pilar fundamental para muchos de nosotros en nuestro crecimiento musical. Poéticas declaraciones que nos invitaban a la reflexión profunda de nuestras vidas. A hablarnos del dolor, de la pérdida y la soledad, pero sobre todo, a saber levantarnos. La banda sonora de parte de la vida de una juventud exaltada que, entre la rebeldía y la pasión, encontraron las palabras perfectas para describir las miles de emociones que este mundo, nos ha hecho experimentar y sentir.
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