Texto por: Santiago del Valle D.

La celebración «es una invitación a sumergirse en el mundo medieval, a recorrer estos 37 años de cantos, bailes, vestuarios y ambientación de un medioevo que es festivo», comenta Rafael Egaña, «una fiesta que pasa de la oscuridad a la luz, del invierno a la primavera».

Desde principios de los noventa, el arte de Calenda Maia ha recorrido diversas latitudes. «Hemos estado en Europa, hemos estado en los países vecinos acá en América Latina», resume Rafael Egaña, «y hemos recorrido Chile presentando estas piezas que son pequeños recuerdos de ese medioevo que todos llevamos dentro».

«El teatro y la música medieval, como todo el arte, recoge lo que la gente expresaba o lo que la gente sentía», reflexiona Ricardo Quiroga. «El medioevo es un mundo que no estaba tan permeado o tan teñido por el materialismo, por el neoliberalismo en el cual estamos insertos actualmente; es un mundo rural, por lo tanto capta la esencia de las personas».

Convertirse en cofradía

Los orígenes de Calenda Maia se remontan al año 1988, como un grupo de música medieval convocado por Jorge Matamala e Ítalo Fuentes, abriendo «una fase inicial, exploratoria, desde el año 88 al 91», explica Tata Barahona. La incorporación de Ricardo Quiroga y Francisca Márquez entregó a la agrupación las intervenciones de actuación que comienzan a acercar el proyecto a lo teatral.

«El año 1991 se estabiliza, conservando a Jorge e Ítalo como los fundadores, a Francisca y a Ricardo como actores y a ellos se sumaron Rafael Egaña, Miriam Gusella, Mario del Solar y Francisca Silva», recuenta Tata Barahona, quien se incorporaría al conjunto el año siguiente.

Con la formación más estable, el año 94 la agrupación se expande más allá de su inicial foco musical, para llamarse “Calenda Maia: Música y teatro medieval”, y «nos conformamos como una cofradía, donde todos los integrantes ponemos al servicio del grupo nuestras habilidades», remarca Tata. «Una experiencia colectiva», añade Ricardo Quiroga, «porque el teatro medieval es colectivo, se hacía en plazas».

En los años siguientes, la cofradía se adentró aún más en esta experiencia colectiva, presentándose en Europa. Recuerdan especialmente su primera visita a Roma y a Assisi en 1997,  «donde participamos de una fiesta medieval, La Festa del Calendimaggio, que nos acercó a la cultura más profunda de la fiesta medieval», recuerda Tata Barahona. «Conocimos luthieres, instrumentos y otras agrupaciones musicales del mismo estilo en Europa».

Calenda Maia volvería a esta fiesta en el año 2000, y en este aniversario número 37 el espectáculo que presentarán junto a Centro Arte Alameda lleva el mismo título.

La alquimia creativa de Calenda Maia

¿Cómo se conjugan todos los elementos que construyen los espectáculos de Calenda Maia? La agrupación tiene muchas piezas que encajar, desde la investigación histórica, pasando por la música y hasta los vestuarios y la ambientación.

«En general nosotros trabajamos en base a un programa que va en una línea musical y teatral, donde se define en conjunto un tema», explica Leonardo Mellado. «Se empieza a trabajar, por una parte, todo lo que tiene que ver con los textos, la definición de los mismos, la selección bibliográfica, las referencias, etcétera, y en paralelo se van proponiendo diversas piezas musicales que están en directa relación», detalla.

«Es un proceso en el que se conjugan distintas disciplinas que nos llevan a un resultado que es colectivo», remarca Leonardo. Cada integrante aporta desde sus conocimientos, desde quienes tienen formación musical y experiencia en investigación musical, y «quienes venimos también del ámbito de la historia también aportamos desde la literatura, la poesía o la iconografía», añade.

Este entramado de investigaciones y aportes les permite tejer relatos escénicos ricos en detalles y articulados temáticamente, como sus más conocidos programas Poetas, trovadores y juglares, El vino: rito y fiesta, In Via, Ecco La Primavera, o Tristán e Isolda.

El sentido más profundo de este método creativo es lograr que la puesta en escena reconstruya lo cultural: «tratamos de conjugar una narrativa con un sentido a través de la música, a través de la expresión corporal, a través de los símbolos, que en su conjunto construyen una imagen de un contexto cultural determinado», concluye Leonardo.

Encontrar al Homo Ludens

En los espectáculos de Calenda Maia, la narrativa en escena se expande hacia el público, envolviendolo con los cantos, bailes, vestuarios, instrumentos y el movimiento permanente, que invitan a una transformación irresistible: la del juego.

«El público y todos nosotros tenemos en nuestro inconsciente colectivo el ser sensible, las emociones, la entretención», comenta Ricardo Quiroga, «y resulta que la música y el teatro medieval captan eso, captan la esencia lúdica que tenemos. El homo ludis que cada uno tiene».

«Estos distintos elementos van nutriendo un programa o un espectáculo, cosa de que se pueda entender, se pueda disfrutar, se pueda hacer de uno», complementa Leonardo Mellado, «aprehender este mensaje que se está entregando a través de los distintos programas».

«El público es sensible y nosotros nos conectamos con el público en esa misma dinámica», agrega Ricardo Quiroga. «Somos un grupo que se entretiene, un grupo que va y que tiene una experiencia colectiva. Tomamos esa colectividad de quienes nos están observando y entre todos -entre nosotros, juglares, más los espectadores- entramos en un juego, en una entretención, en sentir, en emociones, y en jugar. Jugar a sentir».

Las entradas para el espectáculo de Aniversario 37 de Calenda Maia pueden encontrarse en la plataforma Passline


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