Por: Lucas Araya

El cierre del ciclo de jazz y experimentación en Matucana 10 estuvo a cargo del combo incendiario, Akinetón Retard en la explanada del centro cultural.

Bajo una luna llena y una noche fría, Akinetón enciendo el fuego con una batería arrolĺadora, el sonido punzante de una guitarra afilada y el caos perfecto de los vientos sobre las líneas de bajo que delinearon la ruta inicial del show: Come on Lenny, Jason Torelli y Afrobó abrieron espacio en la bruma para danzas sin tiempo, con ecos entre sonidos orgánicos y sintetizados, subiendo en electricidad y potencia, una nave que se elevándose como un estruendo sin freno. El humo de fondo y los acoples ausentes envolvían al sexteto que descargaba toneladas de ruidos bellos.

Azufre y su roja oscuridad desparramándose entre las sillas, en el aire, en l@s presentes, llenando el espacio, subiendo hasta los techos y quedándose ahí mientras la luna avanzaba y el rosa la colmaba.

No obstante, el camino incansable del repertorio de Akinetón Retard siguió, anunciando un séptimo disco, tomando rutas movidas, pedregosas y suaves, llenas de swing y bronces infernales, liberando Abisinia, Mekuria y Pausto, dando pistas de lo que viene en la senda del conjunto.

Lo que vino después fue un despliegue de sonidos latinos, trastocados, modificados, retocados, revisitados, transformados en el mundo Akinetón, una juguera de tiempos modernos y máquinas humanas. Una cadencia hipnótica, humeante y seductora. Una caravana de tañidos atravesando el desierto post pandémico sembrando notas disonantes y tempos sincopados, un romance nocturno y retorcido.

Hacia el final, el descalabre musical sirvió de cama elástica para Primogenia Satiria y las voces que, en realidad, son gritos rebotando entre muros de luces y fumatas de colores. Psicodelia pura y alucinógena, resonante y reverberante entre Cortinagem y las reverberaciones finales de Copenhagen Schorta. Abrazo, saludo y muchas gracias.

A petición del entusiasta público que se congregó, desde sus sillas, en los costados, sentados o de pie, Akinetón Retard ejecutó un bis doble con Morricoleman y Potenzia para cerrar una descarga bulliciosa y cristalina, a la vez.

¡Son 6, son 6, son 6!
Suenan como mil jinetes apocalípticos cabalgando el ruido, penetrando cráneos, aniquilando el silencio.

La luna llena siguió su camino en el cielo sin estrellas. El ciclo terminó. La huella persiste.


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