
Texto por: Clau B. Díaz
Fotografías por: Claudio Escalona
Tuvieron que pasar 13 años para ver nuevamente a una de las bandas pilares del Brit Pop en nuestro país. Tras una fallida visita en el 2020, Suede no pisaba suelo nacional desde el 2012. Por suerte para nosotros esta eternidad no fue infinita, y el pasado 13 de marzo los británicos regresaron a nuestros escenarios, en un show, si bien no infinito, no tuvo límites.
Comencemos por el principio. Pasadas las 20:00 hrs, Canal Magdalena sube al escenario para abrir el show. Con un Movistar llenándose, la banda chilena repasa sus éxitos de finales de los 90’s y principios de siglo, tales como «Enséñame», «Yo soy el ángel», y su versión de «Mentalidad Televisiva» de Los Prisioneros. Sin embargo, no todo fue nostalgia, la puesta en escena fue una experiencia lisérgica y sonora. Esto se puede resumir en la canción «Summer loser boy», durante la cual proyectaron la obra del pintor neerlandés el Bosco, «El jardín de las delicias» (1500-1505) -esa parte de los placeres que está entre el cielo y el infierno- intervenida, dándole un tono rojo muy fuerte que la hacía una obra surrealista. Durante poco menos de una hora, Canal Magdalena sumergió a todo el Movistar Arena en un ambiente psicodélico y experimental: una fantasía.

Terminados los teloneros y media hora después Suede entra en escena. El público vitorea a los ingleses, y Brett Anderson como un encantador de serpientes se acerca a la audiencia, ya absolutamente rendida, y comienza «Turn off Brain and Yell», para seguirla con «Personality disorder», ambas del último disco Autofiction (2022). Este inicio potenciado con la intensa performace de Anderson, fue el puntapié para lo que vino después: una ráfaga de temazos: «Trash», «Animal Nitrate», «Drowners», y: «The 2 of us» del pedazo de disco que es Dog Man Star (1994).

Toda esta sobredosis de clásicos no hubiese sido tan potente si no fuera por la relación recíproca entre el público y la banda. Se notaba que los chicos de Suede lo estaban disfrutando, en especial Anderson, quien es una máquina y un espectáculo en sí: se acercaba a cantar con la audiencia, se bajó del escenario y mantuvo siempre cercanía con la fanaticada. Todo muy teatral, pero no falso, ya que las luces y las proyecciones acompañaban durante todo momento a la banda y sus movimientos, como si la puesta en escena fuese su hábitat natural.

Todas estas sensaciones sólo aumentaron a lo largo del concierto. La locura que desató «Filmstar» fue bíblica, y poco bajó durante el show: Suede no iba a permitirlo. El maestro de ceremonias motivaba a todo el Movistar a cantar y bailar, el cansancio no era una opción. ¡Y vaya que no lo era! si al final nos lanzaron una bomba que contenía «Wild Ones», «So Young», «Metal Mickey», «Beatiful Ones» y «New Generation», la cual generó una reacción en cadena sin límites que probablemente dure en la memoria del público chileno por mucho tiempo, o quizás, sea un recuerdo eterno e infinito.
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