Por: Lucas Araya

Luego de muchos meses de distancia, restricciones y encuentros musicales solo a través de internet, Gepe se reencontró con su público de manera presencial en un alto show, cargado de energía, emotividad y sonidos coloridos.

Mientras el sol todavía brillaba en la tarde de Santiago, las puertas del teatro recibían al público con carnet y pase de movilidad en mano. Los protocolos de rigor se cumplieron de manera efectiva (antes, durante y después del show) y así las butacas disponibles comenzaron a ocuparse hasta que llegó la hora señalada para el inicio del concierto, una experiencia que parecía un recuerdo de otro siglo.

El telón se cerró y los aplausos y gritos aparecieron al unísono. La luz se fue y solo quedaron las pantallas brillando en la oscuridad mientras una voz en off explicaba los protocolos de rigor a seguir durante y después del show. El telón se abrió nuevamente y la reunión comenzó.

Seis siluetas entre sombras al lado de sus instrumentos. El sonido del charango se abrió paso entre imágenes de nubes que llegaban desde las pantallas que apoyaban la puesta en escena. En medio de ese paisaje Gepe entró al escenario y los aplausos comenzaban a asomar tímidamente hasta que la voz de Daniel comenzó a entonar las primeras palabras de “CuculÍ”. De a poco, la música y el ambiente nos fueron llevando directamente al altiplano entre cuerdas y percusiones. El viaje iba tomando forma para dar paso a “Prisionero”. La complicidad entre les intérpretes y la gente iba creciendo. La aparición del cuerpo de baile dio la señal concreta de que la fiesta había comenzado.

“Marinero/capitán” desató la energía contenida de tantos meses sin poder compartir un show en vivo: Gepe saltando, fuego en las pantallas y el calor ambiente subiendo con cada acorde, retomando una ruta que fue abruptamente interrumpida en marzo del 2020. 

El concierto se transformó en un periplo sonoro que parecía ir hacia el campo, el altiplano, el caribe, la urbe y los bosques sureños, todo flotando al ritmo de la afiatada banda y el talento de les instrumentistas, muy bien acoplados entre sí para brindar el pasaje mágico al paseo musical.

“Campos magnéticos”, “Buena memoria”, “Fruta y té”, “Platina” y “12 minerales” (ambas con Gepe en batería) fueron dando forma a una pista de baile de folklore latinoamericano imaginario, con palabras de amor y de reencuentro que llegaron a su punto más cómplice cuando el público le cantó el “cumpleaños feliz” al cantautor, quien hace poco cumplió 40 años en este universo.

Las imágenes de las pantallas, los colores de las luces y los pasos de las bailarinas fueron el complemento preciso para el concepto festivo que estalló definitivamente con “Hambre” (con Claudia Mena en el rol protagónico vocal), en una comunión entre las personas presentes, celebrando un encuentro esperado después de tanta tragedia. 

El concierto tuvo un aura de celebración, de respiro y de liberación, de la mano de un repaso extenso del repertorio ya clásico de Gepe. Sin embargo, hubo espacio para las nuevas rutas latinoamericanas populares en las que se ha aventurado. El bis llegó con la versión de “Tu pirata soy yo” (con cabeza de conejo rosa incluída) donde las pantallas iluminadas de celulares formaron olas entre los cuerpos donde las voces del público navegaban hasta encontrarse en la nave principal para elevarse en el calor de la noche. La temperatura siguió alta para entonar “Invierno” y dar paso a “Las flores” (Café tacuba) solo con guitarras y charango con un fondo de pétalos y ramilletes coloridos.

La explosión final llegó con “Bomba chaya” donde la música y el ritmo en erupción llegaron hasta la gente que se puso (por fin) de pie sin ataduras ni restricciones para aunarse en un baile liberador y catártico, cantando fuerte porque “lo que perdí lo dejé atrás”, al menos por 90 minutos. 

El cierre llegó con “Bachata rosa”, solo con Gepe y Miguel Molina interpretando en un unión con su gente el clásico del cancionero latinoamericano de tres generaciones hasta que la mano alto en alto de Gepe y la vuelta de la iluminación señalaron el fin de la jornada. La fiesta ya estaba sellada. La vuelta a los escenarios de manera presencial es una realidad palpable. 

Afuera, la noche recién comenzaba y el metro seguía funcionando.

Conclusiones:

a- Gepe y su banda están en un alto momento.

b- Los shows en vivo son un bálsamo para el alma.

c- Cantar y bailar entre la gente es altamente necesario.

d- El horario matiné para conciertos y tocatas es una opción notable.

Setlist:

Canción de amanecida, Cuculí

Prisionero

Marinero capitán

Abrir la puerta

Platina

Campos magnéticos

Buena memoria

Fruta y té

Un día ayer

Flor del canelo

tupenaesmipena

12 minerales

Ser amigos

Play Video

Alfabeto

Cacharpaya

Confía

Timidez

Hambre

Kamikazi

Bis:

Tu pirata soy yo

Invierno

Play Video

Las flores

Bomba chaya

Bis 2:

Bachata rosa

(Juan Luis Guerra)


Zumbido.cl

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