
Texto por: Rayen Arroyo
En medio del desolado e inhóspito desierto de Atacama, en años donde la rutina minera parecía devorar las esperanzas, surge una película que es un cálido homenaje al poder transformador del cine. «La contadora de películas», dirigida por Lone Scherfig y basada en la novela de Hernán Rivera Letelier, no es solo una historia sobre una joven que narra películas a su familia y a su comunidad, es un relato que nos presenta al cine como un acto ritual, una experiencia colectiva que da vida a los personajes, convirtiéndose en un refugio para ellos, apartándolos de una realidad dura y dolorosa.
Las actuaciones de los protagonistas están llenas de humanidad y verdad. Bérénice Bejo, con una delicada presencia, nos presenta a María Magnolia, una mujer que, a través de sus ojos, transmite la melancolía de una vida postergada. Antonio de la Torre, en el papel de Medardo, y Daniel Brühl como Nansen, son igualmente extraordinarios, aportando una profundidad y complejidad que dan forma a personajes que viven sus contradicciones con honestidad. Cada mirada, cada gesto, tiene una repercusión emocional que atraviesa la pantalla. Por su parte, la joven actriz, Sara Becker, que da vida a María Margarita, nos regala una interpretación genuina, jovial y tan llena de emoción que uno no puede evitar sentirse parte de esa familia, que se nutre del cine para sobrevivir y para encontrar un alivio entre las dificultades cotidianas. Sara es nominada al Goya como Mejor Actriz Revelación, un justo reconocimiento a una interpretación que conmueve desde su vulnerabilidad y valentía.

Es imposible no hablar de la atmósfera que envuelve la película: la ambientación de la pampa chilena en la década de 1960 es rica en texturas, evocando con sutileza el contexto histórico de un país, mientras refleja la decadencia de las comunidades mineras de salitre. La dirección de arte y el diseño de vestuario dan vida a un escenario de belleza austera, donde cada elemento en pantalla parece tener una razón de ser, un eco de la historia que se está contando.
La coproducción internacional entre Chile, España y Francia aporta una riqueza de miradas y perspectivas que dan una profundidad única a la historia. Esta fusión de culturas, de voces y visiones, permite que la película se convierta en algo universal. Es una carta de amor al cine, pero también a la humanidad, a nuestras historias, a nuestras contradicciones.
La película, que ha recorrido festivales internacionales y ha sido aclamada por la crítica, es también una muestra del enorme potencial narrativo que tiene Chile. Aquí hay historias que merecen ser contadas, y voces que no podemos dejar de escuchar. «La contadora de películas» es solo un ejemplo de ello, y, sin lugar a dudas, uno de los grandes logros del cine chileno de los últimos años, que nos invita a vivir la experiencia cinematográfica en salas de cine, con la misma pasión de la protagonista, y que en Chile podemos disfrutar gracias a la distribución de Diamond Films.





















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