
Álbum: «Superunknown»
Artista: Soundgarden
Género(s): Grunge
Año: 1994
1994… La escena grunge y alternativa está en un período de transición, luego de la sorpresiva conquista del mainstream el año 1991 con discos como «Nevermind» o «Ten». Ya habiendo impactado profundamente en la industria musical y generando una tendencia que abarcó variadas esferas culturales, las diversas bandas que compondrían este movimiento se abocaron en la búsqueda de nuevas sonoridades, además de sufrir los primeros embates trágicos, como la impactante muerte de Kurt Cobain en abril de dicho año.
Y es así que emergerían ese mismo 1994 obras como «Vitalogy», de Pearl Jam, o el EP «Jar of flies» de Alice In Chains, pero también se marcaría la senda para nuevas promesas, como «Sixteen stone», de los británicos Bush. Ya el siguiente año sería el debut de Silverchair, o el triunfo del monumental «Mellon Collie and the Infinite Sadness» de The Smashing Pumpkins. En medio de esa vorágine musical, quienes apostaron a lo grande fueron los oriundos de Seattle, Soundgarden, quienes luego de un furioso «Badmotorfinger» (1991), deciden ampliar su espectro sonoro logrando una de las piezas claves de toda la década, y que ya cumple treinta años de su creación.
Lanzado en marzo de 1994, «Superunknown» es un disco contundente en muchos sentidos. Luego de tres álbumes previos, que lucen como un gran ensayo para que lo que será este, encontramos a una banda hambrienta de grandeza (quizás no de manera consciente). Abandonando a Terry Date, productor de sus dos discos anteriores, entra en escena Michael Beinhorn (Red Hot Chili Peppers, Hole, Marilyn Manson, Mew, entre otros), quien empujó al conjunto a probar nuevas sonoridades en un proceso que fue extenso y agotador, pero que llevó al máximo las potencialidades de la agrupación. Del mismo modo, fue partícipe Adam Kasper, quien asistió a Beinhorn y que luego se haría cargo de la producción en los siguientes álbumes.
Justamente, uno de los puntos más relevantes es el salto en la producción, presentando un sonido depurado y orgánico, en donde cada componente de la banda suena con precisión y potencia. Grabado en los estudios Bad Animals en Seattle, las sesiones fueron intensas, producto del sistema de trabajo adoptado para la grabación. Yendo tema por tema, las canciones iban creciendo desde su sección rítmica para añadir más y más capas, lo que cual se percibe en las diversas sonoridades que el álbum despliega en sus 70 minutos de duración. Debutando en el número 1 del Billboard 200, el éxito fue inmediato, tanto en ventas como en crítica, lanzando cinco singles y obteniendo diversas distinciones, tales como una nominación en los Premios GRAMMYs a Mejor Álbum Rock (distinción que se llevó «Voodoo Lounge» de The Rolling Stones), mientras que «Black Hole Sun» recibió el galardón a Mejor Performance Hard Rock (canción que también recibió un premio MTV Video Music Award a Mejor Video Hard Rock/Metal) y «Spoonman» a Mejor Performance Metal.
Con dichos pergaminos es complejo realizar un análisis de sus quince canciones. Dos elementos son distintivos de este; a nivel musical, encontramos un uso constante de afinaciones poco usuales, así como de compases y tiempos irregulares, haciendo de este un álbum más arriesgado en sus recursos sonoros, pero logrando una sonoridad que logra llegar masivamente. Como contraparte, a nivel lírico, sus letras son oscuras y densas, incluso crípticas a ratos, cruzando diversas experiencias existenciales, sobre todo aquellas que exploran aspectos más negativos como la depresión, la muerte, el abuso de sustancias, la pérdida, entre otras. No obstante, no es un disco que busque regocijarse en el dolor, sino que lo hace desde una perspectiva que suena más resiliente a ratos, o que lo encara desde otras emociones como la rabia.
Desde esa perspectiva, su inicio es potente con «Let Me Drown» y «My Wave» (que fue parte de sus singles), dando cuenta desde un comienzo que la banda viene por todo con grandes dosis de Rock furioso. Sin embargo, la primera vuelta de tuerca vendría con uno de sus temas icónicos, la sentida «Fell on Black Days», que luego de la partida de Chris Cornell resuena más aciaga que nunca. En ella encontramos el primer respiro, luego de una entrada enérgica. Sin volver completamente al ritmo inicial, le sucederá la sabbathiana «Mailman», con un riff que machaca y acentúa su ácido coro. «Superunknown», tema que da nombre al disco, es una canción que trae de vuelta la energía, pero la apuesta hecha por Soundgarden está en la variedad y la exploración. Será así que «Head Down» suena extraña y enigmática, con una sonoridad más limpia a ratos, y en la que también resuenan canciones similares de bandas como Led Zeppelin.
Sin pausas aparece el, sin duda, tema más reconocido del disco, la monumental «Black Hole Sun». Convertida en himno generacional a la altura de otras como «Smells Like Teen Spirit» o «Jeremy», la banda da una relectura a la habitual balada Rock, tiñéndola de una melodía lúgubre y una letra misteriosa, que luego será reforzada por un mítico videoclip que a muchos nos causó pesadillas con sus imágenes surreales llena de rostros descompuestos. Como si se tratara de un perfecto anverso, entra en escena la lúdica «Spoonman», donde además hace su intervención el artista callejero Artis y su recordado (y curioso) solo de cucharas. «Limo wreck» y la intensa «The Day I Tried to Live» se perciben como canciones a medio tiempo de gran densidad, con líricas poco accesibles, pero que construyen poderosas imágenes de desolación y desamparo. Por su parte, «Kickstand» será el tema más acelerado del álbum (y que tuvo una curiosa aparición en «Bill Nye: Science Guy», mostrando parte de su grabación), mientras que «Flesh Trendils», aun cuando es una buena canción, se siente de menor impacto en relación al resto del disco (aunque sería un perfecto tema de cierre).
El epílogo será iniciado por la pesadísima «4th of July», que sería del gusto de cualquier amante del Doom o el Stoner, con un riff de enorme espesura y una base rítmica que suena sucia, dando la cadencia requerida por la canción. La breve «Half» es otro de los temas emparentado a lo hecho en «Head Down», aunque con una sonoridad más acústica y aludiendo a sonidos aún más orientales e interpretada por el bajista Ben Shepperd. La conclusión vendrá con «Like Suicide», el tema más extenso del disco, construido a partir de una gran melodía, pero con una letra agridulce donde se afirma que el amor es como el suicidio. Su inicio será suave y centrado en lo rítmico, pero irá en un in crescendo hasta liberarse con un gran solo de Thayil, para volver a su poderoso riff y abandonarnos con la portentosa voz de Cornell, cerrando de manera impecable uno de los pilares del Rock de los noventa, y que a treinta de años de su lanzamiento sigue sonando fresco, innovador y arriesgado. Clásico.
Lista de canciones:
01. Let Me Drown
02. My Wave
03. Fell on Black Days
04. Mailman
05. Superunknown
06. Head Down
07. Black Hole Sun
08. Spoonman
09. Limo Wreck
10. The Day I Tried to Live
11. Kickstand
12. Fresh Tendrils
13. 4th of July
14. Half
15. Like Suicide
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