Álbum: “Deseo, Carne y Voluntad” 

Artista: Candelabro

Género(s): Post-Rock / Art Rock

Año: 2025

Texto por Pablo Castillo

El 18 de Octubre de 2019 y la Pandemia son los detonantes de toda una juventud que decidió agarrar un instrumento durante el encierro como única manera para alzar su voz, bandas fueron creadas, carreras de artistas nacieron y una escena más viva que nunca se restableció como el refugio de toda esa generación que veía Malcolm en el 13 y creció bajo el gobierno de Michelle Bachelet. Son muchos detalles que marcaron nuestra identidad y que reflejan a una comunidad dispuesta a apostar todo por el arte, hoy en día representando en primera fila la música en Chile. Bajo está filosofía, Candelabro hace 2 años sorprendió por su expresión nerd de indie rock en Ahora o Nunca (2023) y hoy apuestan por un trabajo mucho más maduro en Deseo, Carne y Voluntad (2025), nunca perdiendo el fondo y su razón y abanderados por mantener intacta la identidad de nuestro país.

Como clásico chileno, este disco antes de salir ya estaba sufriendo de ese chaqueteo de no llegar al status de grandeza que lograron con el primer disco, y ante todo pronóstico, la banda fue capaz de proyectar una obra de 70 minutos llena de ambición dando vuelta la página en el inocente indie rock para inyectarnos una propuesta firme de post rock y art rock con matices totalmente progresivas. Persiguiendo nuestras raíces e identidad es que llega esta innovación más atrevida, y todo gracias a como el rock progresivo a formado parte del ADN de nuestro país, Chile siendo el único lugar del mundo donde una de sus expresiones folclórica más grande y que se enseña desde chiquitito es un trabajo sumamente complejo y denso como lo es El Indio (1975) de Los Jaivas. Acoplándose a todo este sonido setentero y ochentero, tomando referentes como Congreso o Fulano y rindiendo homenaje a obras progresivas como La Conquistada o La Poderosa Muerte.

Existe una búsqueda muy pacífica en el sonido, encontrando en el disco pasado un lugar seguro en canciones como Piano a Piano o Madre traduciendolos al presente con composiciones que en su mayoría se centran en el post-rock como principal fuente de energía, logrando ambiciosamente piezas extensas que posiciona de frente las texturas y las atmósferas de los vientos como también de las baterías marchantes, generando inquietud en momentos experimentales como el inicio de Fracaso o apelando a la emocionalidad en Angel. Ambas expresiones convergen y hacen un amalgama entre crudeza y pasión, una con riffs tajantes como el inicio de Domingo de Ramos que evoluciona en la energía de los coros que nos introducen al disco.

Aquí se nota por leves detalles que este trabajo está compuesto desde la vista de un músico teórico, complejizando aún más las líneas de bajo con ritmos provenientes de nuestro continente, la batería que se pone la banda de capitán del equipo para darle ese color latino que logra gracias a sus patrones, y los vientos que dejan de ser un acompañamiento convirtiéndose en la primera línea de instrumentos, así empujando a expresiones más puristas. Sorprendentemente guitarras ruidosas y oscuras, buscando riffs que hasta logran mimetizarse con el post-hardcore pero que acaban en esta calma atmosférica, referenciando a Slint y enfatizando a través de los tonos más opacos. La interpretación lírica es explosiva gracias a la tarea compartida entre Matias y Javiera, quienes con ayuda de la memoria de nuestro país hicieron un emocionante trabajo sobre la fe cristiana sin perder el sello identitario.

El contenido religioso de este disco se presenta de una manera respetuosa y sutil, Suave Pendiente (2022) de Niños del Cerro se afirmaba con un discurso bíblico de muchas referencias a personajes, pasajes y versículos que empujaban el descenso del narrador, Candelabro por otro lado no se ensaña en llenarnos de conocimientos sobre la religión sino en abogar por entender la fe como una herramienta para el desarrollo en nuestro años de formación cognitiva ligados a la niñez y adolescencia, más aún dentro de un país laico. Con un discurso nostálgico apuntando al imaginario colectivo con las oraciones que recitaba mi abuela antes de irme a acostar, con nombres de canciones que hacen referencia a festividades como el Domingo de Ramos, con mirada crítica a la labor de Dios en la sociedad actual en Pecado o con la negación de creer que Chile es el único responsable de sus desgracias en Tierra Maldita, todo con un halo de esperanza que funciona como una libre interpretación ante tus propias creencias.

Todas y cada una de las canciones tienen algo más que ofrecer, exprimiendo siempre a más no poder cada composición y aferrándose a la filosofía progresiva que proyectan, enfatizando en tracks mucho más largos que reposan y explotan gracias a innumerables secciones. Aquí existe calma y paz, existe esperanza y también existe culpa, creyente o no creyente algo dentro del disco te va quedar dando vuelta dentro de tu cabeza, con una generación que cada vez está más alejada a cualquier creencia religiosa pero que de igual manera se desmorona si no se aferra a algo. Mediante samples, oraciones e himnos se presenta un discurso emocionante que reconstruye nuestras características a través de la religión en un país hundido en el individualismo.

Pero lo más emocionante es ver como el capullo de la escena musical se está abriendo al mundo con expresiones tan sinceras como este trabajo, y no solo es reconfortante saber que el futuro está en buenas manos sino que me toca el corazón ver que la generacion que crecio con 31 minutos esta haciendo la mejor musica del pais. Al mismo tiempo que en mi casa sonaba Bailen sin Cesar y El Dinosaurio Anacleto, en otro lado de Santiago estaba Matias, Javiera, Franco, Nahuel, Luis, Maria y Carlos disfrutando de las mismas costumbre que un niño nacido en los 2000’s, costumbre que se convirtieron en la identidad de toda una generación y que se pueden ver reflejadas tanto en Ahora o Nunca (2023) como en esta última entrega.

Y me he topado con una reducción tremenda al trabajo sonoro de este disco, mencionando un gran parecido a la gran escena de música británica con exponentes como Black Country, New Road. Mi recomendación es que simplemente escuchen más música y exploren más allá de lo que se ve, porque aquí dentro claro que existe un sonido contemporáneo en conjunto que se ha logrado mimetizar tanto en Europa como en Latinoamérica, pero lo que refleja Deseo, Carne y Voluntad (2025) es una expresión digna de las corrientes del cancionero chileno en cuanto a concepto, ocupando el saxofón y clarinete para acercarnos a nuestras raíces, y el spoken word como declamación de nuestra propio caracter. 

Deseo, Carne y Voluntad (2025) cristaliza a toda la generación de la que me siento parte, es por eso que me emociona de principio a fin. Detalles como las repeticiones que no llegan a nada con tal de hacer un clímax o motivos que pierden su rumbo por intentar armonizar las melodías no diferencian nada dentro de la excelencia. Candelabro abre la puerta de un jardín para que toda una nueva generación chilena pueda entrar al mundo de la música y volver a esperanzarse con el arte nacional, es un hecho que estamos viviendo una de las mejores décadas para la música de nuestro país.

Canciones esenciales: Prisión de Carne – Angel – Pecado – Tierra Maldita – Fracaso

Lista de canciones:

  1. Las Copas
  2. Domingo de Ramos
  3. Prisión de Carne
  4. Tumba
  5. Haz de mi
  6. Angel 
  7. Liebre
  8. Pecado 
  9. TIerra Maldita
  10. Deseo, Carne y Voluntad
  11. Fracaso
  12. 3 Flores Blancas
  13. Cáliz
  14. José (Créditos)
https://open.spotify.com/intl-es/album/4XqjkJmo5IHFQEOm8PsGut?si=IjbK8oDrSfO4S4plOLSYaQ

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