
Texto por: Clau B. Díaz
La desigualdad social es transversal en toda Latinoamérica, y es por eso por lo que nuestro arte se enfoca en denunciar dicha problemática con diferentes expresiones y tramas, en distintos contextos. La película «El Ladrón de Perros» del director chileno Vinko Tomičić Salinas, nos cuenta una nueva historia de desigualdad, pero con una propuesta nueva.
La trama narra la vida de Martín (Franklin Aron) de 15 años, un joven que se ve obligado a trabajar como lustrabotas en las calles de la ciudad de La Paz, Bolivia, y que va a la escuela esporádicamente; quien le roba el perro a su mejor cliente, el Señor Novoa (Alfredo Castro), un sastre sin familia cuya única compañía es el entrenado y premiado perro Astor. La relación entre estos dos personajes es una historia casi de suspenso, ya que, Martín roba el perro con el propósito que el sastre le dé una recompensa por encontrarlo. El muchacho lo ayuda en la búsqueda del can, lo cual hace que se desarrolle una relación mentor-pupilo entre ellos. De modo que nosotros como espectadores sabemos del engaño y estamos ante esa bomba a punto de explotar, preguntándonos qué sucederá cuando el Señor Novoa se entere de la estafa, o si se enterará en algún momento.
La intriga que supondrá esta revelación recuerda a películas como «Parasite» (2019) de Bong Joon-ho, cuyo relato de la desigualdad ya no es el del pobre bondadoso, sino que es más verosímil, mostrándonos a personajes cuyas motivaciones van desde querer salir de la pobreza, el resentimiento, o la venganza, o todo al mismo tiempo. No hay moralina ni condescendencia, de hecho, tengo la impresión de que con el único que podemos empatizar es con el perro, que funciona como moneda de cambio.

La ciudad de La Paz, donde ocurre toda esta trama, podríamos considerarla como otro personaje, la cual nos cuenta, a través de distintas partes de la capital boliviana la desigualdad: barrios mejores y peores de acuerdo con la situación económica de sus habitantes. El peligro que acecha la pobreza y la seguridad que da el dinero. Además de la ciudad, uno de los aspectos interesantes de la película es su carácter atemporal. Al no mostrar tecnología o rasgos característicos en la vestimenta, podemos situarla en cualquier tiempo histórico. La problemática social no distingue años, décadas o siglos, está presente en nuestras ciudades y en nuestras vidas de manera casi etérea, que ya estamos a punto de olvidar por qué comenzó en primer lugar.
En sus 90 minutos de duración, la película nos sumerge en el viaje de un adolescente que pasa a una madurez forzada propia de la pobreza. Una suerte de viaje del héroe, en este caso un héroe social quien es capaz de engañar a un supuesto enemigo, cuyas consecuencias, veremos, quizás no eran las esperadas de esas grandes historias de jóvenes elegidos para reestablecer el orden social.
La película participará en SANFIC, y su estreno en las salas de cine nacionales será el 29 de agosto. Distribuida por Market Chile.





















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