
Texto por: Lucas Araya
Fotografías por: Daniel Sáez
Una jornada memorable se vivió en el Estadio Bicentenario de La Florida de la mano de dos leyendas del rock, quienes entregaron dos contundentes sets llenos de momentos altos en destreza, entrega y manejo de masas, además de grandes canciones y descargas de electricidad difíciles de olvidar.
La cita partió con la banda nacional Whisky Blood, quienes a punta de riffs y baterías potentes entregaron un show energético, lleno de adrenalina e, incluso, rebeldía al pasarse del tiempo estipulado para poder finalizar su show con todos los códigos del Rock and Roll: guitarras al aire y estruendos en los parlantes. Un enganche y complicidad inmediata con el público que comenzaba a llegar al estadio.
Def Leppard: El peso de la historia

La banda inglesa subió puntualmente al escenario para descargar una batería contundente de clásicos acoplando canciones de su más reciente trabajo presentando sus credenciales y dejando en claro que estábamos frente a una de los mayores exponentes del Rock de la mejor cepa, logrando una maquinaria excelente para abrirse camino en la jungla santiaguina.

Con «Let’s get rocked», «Animal» y «Foolin» no quedaba duda de que el show no tendría puntos bajos en adrenalina, mientras la cancha y las gradas respondían con una fuerza a la altura de la entrega. «Love bites» trajo un momento para bajar (un poco) las revoluciones con un alto nivel interpretativo, cavando hasta el fondo del corazón más rockeros y magnetizando las voces en un coro gigante.

Lo interesante del show de Def Leppard es la manera en que pueden variar los formatos durante el set y pasar de la electricidad más estridente a momentos acústicos sin perder intensidad. Así fue como «This guitar» y «When love and hate collide» abrieron la compuerta de una nave espacial que despegaría para estallar en lo más alto de los decibeles. Desde «Rocket» hasta el cierre del repertorio con «Photograph», todo fue una colección de joyas inigualables. Un real placer y disfrute en una exposición magistral de la artesanía de canciones precisas y efectivas.

La banda británica dejó en claro porqué son uno de los nombres más respetados en la escena rockera mundial, con Joe Elliot como un perfecto maestro de ceremonias, Rick Savage como un tremendo copiloto y Rick Allen memorable en el motor de la batería. Punto a aparte para el trabajo increíble y perfecto de Phil Collen y Vivian Campbell en guitarras. Sin duda, uno de los mejores shows que han pasado por estas tierras en el último tiempo y una verdadera revancha para Def Leppard si pensamos en sus experiencias anteriores en Santiago, dejando la vara alta para lo que vendría.
Mötley Crüe: Grito primal de los demonios de L.A.

Inmortales. Simplemente increíble el show de Mötley Crüe. Maestros absolutos del espectáculo que no necesitan demostrar nada a nadie y sin embargo nos regalaron una descarga eléctrica sin igual. Una descarga imparable de clásicos totales, luchando contra un sonido algo dubitativo al inicio, atravesando la tormenta con fuego y potencia. Desde el inicio con «Wild side» ya sabíamos que estábamos en la cúspide de la montaña más alta del rock y el heavy metal de vieja escuela, ese que tantas veces hemos cabeceado en nuestras piezas, en la calle o en la micro. Aquí estaban, frente a nosotros: Vince Neil, Nikki Sixx, Tommy Lee y su más reciente inclusión, John 5, desplegando un repertorio soñado, paseándose por sus primeros y legendarios álbumes –«Shout at the devil» (1983) o «Too fast for love» (1981)– hasta llegar a lo más reciente y el tema central de su biopic «The Dirt» (2018).

Realmente un set sin respiros ni descansos. Un goce total para las 18 mil personas que se dieron cita para presenciar este ritual de rock aceitado y poderoso. Tres generaciones juntas para experimentar una descarga intensa y que no tiene tope. Vale comentar el bello momento en que Nikki Sixx invitó a una joven fan a subir al escenario y destacar que la razón para seguir girando y destrozando amplis son sus fans más nuev@s, quienes conocen la banda desde hace poco y que se enganchan hasta lo más profundo (“un saludo a mi papá y mi mamá, los amo mucho” dijo la emocionada pequeña Crüer).

«Saints of Los Angeles», «Live wire», «Looks that kill», un medley de rock and roll y punk (alto momento al tributar a The Ramones) y una bella interpretación de «Home sweet home». ¿Se puede pedir algo más? Oh, sí, se puede. Porque luego de unos minutos de respiro, vino la última parte del set con una demoledora versión de «Dr. Feelgood», una coreada «Same old situation», la infalible «Girls, girls, girls», la tremenda y pesada «Primal scream» para cerrar todo con el poderío y potencia de «Kickstart my heart». No había lugar para descansos ni desperdicios. Sencillamente, arrollador y certero. Así fue el concierto de Mötley Crüe. Una cátedra de Rock and Roll del bueno.
Euforia, éxtasis, intensidad, vigor, llamas, placer. Mötley Crüe en vivo. ¿Cómo superamos este momento?…Francamente, no lo sé. Habrá que abrazar las sensaciones y recordar este tremendo espectáculo de alto calibre.
Shout at the devil!!!!!!!!!!!!!





















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