
Texto por: Clau B. Díaz
El pasado domingo 04 de agosto se emitió el último capítulo de la segunda temporada de «House of the Dragon», la cual dejó un sabor agridulce entre los fans de este universo. Para unos anticlimática, para otros un final redondo, lo cierto es que, al igual que los personajes creados por George R.R. Martin, hay matices que considerar.
Si hay una expresión que resume está temporada, es la estrofa de «Enter Sandman» de Metallica: «Sueños de guerra/ sueños de mentirosos/ sueños de fuego de dragón/ y cosas que morderán». Y es que la guerra civil acontecida en el reinado de la dinastía Targaryen, el bando de los negros y los verdes se mostraron los dientes, literalmente. La familia capaz de domar a los dragones expuso todo el poder de los guivernos ante sus enemigos, quienes se vieron obligados a escoger un bando.
«Los sueños de guerra y los sueños de mentirosos». Así podríamos llamar al apartado político y de intriga, donde vemos las estrategias de cada bando. Las cuales representan una suerte de Guerra civil fría, en la que, tal como su nombre lo indica, se enfoca en captar aliados, establecer lealtades, y revelar traiciones, más que en el conflicto armado en sí. Aunque, si bien, tuvimos dos batallas, una de ellas con dragones, a ratos se sintió la guerra como algo etéreo con lo que no podíamos conectar. Esto se puede deber a uno de los puntos cuestionados: el ritmo, a ratos lento y otros apresurado, causó inestabilidad en la temporada. Mientras nos mostraban tramas redundantes, a otras se las dejó muy de lado. Este desbalance se resintió sobre todo en el capítulo final. Sin embargo, sería deshonesto decir que el guion fue malo, sobre todo porque lo que veremos continuación aplacó en gran parte dichas deficiencias.

Los sueños de fuego de dragón y cosas que morderán: si en algo podemos estar de acuerdo es en la magnífica representación de los dragones, no sólo en la animación, sino que también les dieron su propia trama. Cada uno con su personalidad y sus rugidos característicos, nos muestran la magia divina que los envuelve. El hecho de que el dragón sea quien elige a su jinete, nos da una pista del poder sublime y siniestro en partes iguales de estas criaturas, tal como dice Ser Criston Cole (Fabien Frankel): “Los dragones bailan y los hombres son como polvo debajo de ellos”. No obstante, también somos testigos de la desmitificación de estos dioses: pueden sangrar y morir. Lo cual, es el punto de partida de la pérdida de la fe de un sistema de creencia impuesto con fuego y sangre.
Todo lo anterior tiene como fondo la banda sonora del compositor histórico de este universo, Ramin Djawadi. A través de la música une estas tramas transmitiéndonos la conspiración, el miedo y, el poder de cada bando. Además, hace un puente con su sucesora «Games of Thrones», envolviéndonos en un único mundo. Junto con las increíbles actuaciones (que me atrevería a decir que es uno de los mejores cast de la historia de la televisión, la dirección, y la fotografía, esta temporada nos dejó momentos increíbles en nuestra memoria.

Para concluir, esta temporada cumple con creces, quizás no superó a la primera, pero sí es una construcción de un puente macizo para lo que vendrá (espero no equivocarme en este aspecto). De todas maneras, ha pasado menos de una semana de la emisión del último capítulo, quizás en el futuro, podremos ver esta temporada desde otra perspectiva, y ya veremos cómo la juzgará la historia. Por ahora, sólo queda esperar dos años para volver a la «Danza de los dragones».
A Westeros, volveremos el 2025 con «El caballero de los siete reinos».





















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