Texto por Gonzalo Díaz

Fotografías por Joselyn Heyden

¿Las despedidas pueden ser una fiesta? Por supuesto y bajo esta línea, The Adicts llegaba precisamente a Chile para dar fin a una extensa carrera, mediante un tour que buscaba abarcar gran parte de su trayectoria y con ello, despedirse de los escenarios, siendo en este caso el Teatro Coliseo testigo en primera persona del cierre de la carrera de una de las bandas más queridas y singulares del punk británico. Con casi cinco décadas de historia, los icónicos “droogies” encabezados por el carismático Monkey, se despidieron con un show teatral y enérgico, reafirmando por qué su legado trasciende generaciones dentro del punk.

Desde temprano, el ambiente afuera del recinto era de celebración y nostalgia. Camisetas y maquillaje se mezclaban entre los asistentes que sabían que no sería una noche cualquiera. La jornada comenzó con los locales Paranoia, encargados de abrir la velada con una descarga intensa de punk. Su presentación, marcada por una actitud cruda, encendió al público que ya a esa altura, repletaba el teatro.

Pasadas las 21 horas y con una Teatro Coliseo a tope, The Adicts irrumpió en el escenario con una lluvia de confeti y papel picado, dando inicio a un espectáculo que fue tanto un concierto como una performance teatral. Monkey apareció vestido con su característico traje blanco, maquillaje y una sonrisa desbordante que, lejos de anunciar el final, transmitía pura celebración, acompañados de una banda que mantenía la potencia intacta, demostrando la chispa que los llevó a ser íconos del punk visual y performativo.

El repertorio fue un viaje por toda su discografía, abriendo con “Let’s Go” y “Joker in the Pack”, para así dar un extenso recorrido por los clásicos de la banda, dando espacios a temas como “Just Like Me”, “Fuck it Up” y la icónica “Viva La Revolution”, canción que con el paso del tiempo se transformó en un verdadero ícono colectivo, para luego dar cierre con “You’ll Never Walk Alone”, uno de los mayores himnos de estadio en la actualidad, canciones que dieron paso al cierre del concierto y con ello, a la última presentación de los ingleses, quienes empiezan a decir adiós a su extensa carrera.

Visualmente, el show fue un derroche de color y teatralidad. Globos, serpentinas, sombreros, cartas y obviamente un amplio set cargado de himnos del punk, fueron parte del arsenal escénico que acompañó cada canción, ofreciendo un espectáculo marcado por el estilo estético que la banda logra combinar, mezclando temáticas de “La Naranja Mecánica”, la alegría circense y la propia rabia del punk. 

La despedida de The Adicts en Chile no fue solo un concierto marcado por la intensidad, sino que además, nos entregó el cierre de un ciclo histórico para el punk. Su última actuación fue una fiesta irreverente, teatral, emotiva y profundamente humana. Una muestra de que incluso en su adiós, The Adicts se mantienen fieles a su lema de llevar alegría y desorden donde quiera que vayan y anoche, el Teatro Coliseo fue el escenario perfecto para ese último acto.

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