
Texto por Franco Zurita
En 1996, treinta años después de uno de los lanzamientos claves del punk mundial, el caos y la subversión británica aterrizaron en Santiago. Con años de rabia encapsulada y apenas un puñado de canciones en el cuerpo, los Sex Pistols pisaron por primera vez suelo chileno como parte de su gira “Filthy Lucre Tour”. La banda que había incendiado la cultura londinense y todo el territorio en los años setenta con su majestuoso «Never Mind the Bollocks, Here’s the Sex Pistols», llegaba a un país que aún se sacudía de los vestigios de la dictadura tras el velo de una falsa democracia y su visita no fue sólo un revival de emociones sino un exorcismo sónico para una generación hambrienta de confrontación, autenticidad y ruido.
Que los Sex Pistols hayan tocado en nuestro país fue, en muchos sentidos, un acto contracultural por sí mismo. Fue como abrir una grieta en el tiempo que nos conectó directamente con la furia y el nihilismo del punk y su presencia no sólo validó a la escena local (que en la clandestinidad ya resistía a través de guitarras desafinadas, ruidos y fanzines), sino que dejó una cicatriz en la memoria de quienes entendieron que no todo debe ser pulido, perfecto, ni meramente comercial. Dicho concierto fue más actitud que música: Una verdadera declaración de que el punk, pese a las décadas, aún estaba vivo. Hoy, casi 30 años después y a casi sesenta desde su apogeo, los Pistols regresan con una nueva gira mundial, sin Johnny Rotten pero con un músico más que a la altura, que no busca reemplazar sino más bien encender nuevamente la chispa del punk: El gran Frank Carter.
El británico no es un extraño al desorden: ex-vocalista de Gallows y actual líder de Frank Carter & The Rattlesnakes es una bestia sobre el escenario. Con su áspera voz y su incendiaria presencia, tiene la energía de un frontman de otra época y la lucidez de un artista que entiende que el punk se lleva en la sangre como una herencia. Es la elección perfecta para canalizar el espíritu de los Sex Pistols complementandose a la perfección con lo que significa formar parte, aunque sea temporal, de una de las bandas ícono del rock universal.
Esta nueva versión de los británicos no es mera nostalgia, es un hecho histórico y una forma de recordarnos que el punk no vive en el pasado, sino en cada herida de este fracturado presente. Que el descontento sigue siendo un idioma universal, y que bandas como los Sex Pistols siguen representando el espíritu de al menos cuatro generaciones sedientas de revolución.
En un mundo cada vez más anestesiado por propagandas, indolente, cruel e injusto, la visita de los Sex Pistols es un recordatorio de resistencia y de la importancia de desafiar las normas, lo establecido y de escupirle en la cara al sistema.
Vivamos juntos este increíble suceso el próximo 9 de septiembre en Teatro Caupolicán, el mismo lugar que los albergó en su debut, ahora a casi tres décadas de aquel hito pero con la rebeldía y actitud de siempre.
Entradas por PuntoTicket.





















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