Texto por: Fabiola Morales

Fotografías por: Daniel Sáez

Anoche el Teatro Caupolicán fue testigo del debut solista de Damiano David, en lo que fue su primer concierto en Chile sin su banda con la que lo conocimos: Måneskin. El carismático vocalista italiano llegó para presentar su disco “FUNNY little FEARS” (2025), un trabajo que deja entrever una nueva faceta artística, más íntima y vulnerable, sin perder esa esencia salvaje y seductora que lo hizo mundialmente conocido.

La primera parte del show fue un golpe de energía que recordó sus días con Måneskin: guitarras encendidas, bases de rock directo y un público que lo acompañó desde el primer acorde. Sin embargo, Damiano supo poner su sello personal: un toque más pop, elegante y emocional, que se sintió en cada gesto y en la complicidad con su banda. Una agrupación de apoyo impecable, con músicos de primer nivel que navegaron con naturalidad entre el pop-alternativo, las baladas y el rock más crudo. Un sonido camaleónico, de esos que pocos pueden lograr con tanta precisión. Un deleite de músicos.

Entre risas y encanto, llegó uno de los momentos más espontáneos de la noche: durante “Cinnamon Roll”, alguien del público le lanzó un peluche con forma de rollo de canela. Damiano lo tomó divertido y continuó cantando con el peluche en la mano, provocando una ovación y carcajadas que dejaron ver su lado más cercano y lúdico.

Minutos después, el italiano conquistó aún más corazones cuando se puso una camiseta de la selección chilena, levantando el aplauso general del teatro. Con ella interpretó una apasionada versión de “Sex on Fire” de Kings of Leon, demostrando que el fuego sigue siendo parte esencial de su ADN artístico.

Pero no todo fue desenfreno. En medio del espectáculo hubo un respiro de sinceridad cuando interpretó “Perfect Life”, tema donde confesó haber sentido que vivía una vida ajena, vacía y con falta de autenticidad. Ante una suave luz, Damiano entregó uno de los momentos más emotivos de la velada, dejando al público desbordante de emociones.

Ya casi al cierre llegó con “Angel”, donde invitó a sus dos coristas al frente del escenario para cantar juntos. Tres voces potentes y en perfecta armonía, unidas por una energía cálida y poderosa que resumió el espíritu del concierto: libertad, emoción y una reinvención sin disfraces.

En su debut solista, Damiano David no solo demostró que puede sostener un show por sí mismo; también dejó claro que está escribiendo una nueva historia. Una en la que el rock, el pop, la vulnerabilidad y el carisma se mezclan en partes iguales. Anoche, el Caupolicán fue testigo de un artista que decidió mirarse al espejo, y brillar sin miedo.


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