
Texto por Pablo Castillo
La sordera se pone arriba como uno de los grandes temores de la juventud, abriendo el debate sobre el uso de tapones y todos los cuidados necesarios para no perder ningún rango audible. Boris logró tocar el cielo de una manera tan trascendental que valía la pena quitarte la protección auditiva y sentir como el ruido se apoderaba de nosotros, tocando por primera vez en nuestro país y celebrando en el Club Chocolate los 20 años de su obra maestra Pink (2005)
Desde el otro lado del mundo, Wata, Takeshi y Atsuo estaban debutando el suelo chileno, teniendo todo a su favor para abolir las barreras del lenguaje y atropellarnos sin ningún tipo de pretensión al son de Blackout, partiendo el ritual con el crudo sonido del stoner metal para dejarnos en un trance inmediato que duraría casi 2 horas. La psicodelia se apoderaba del recinto, con el calor de un público atrapado en paranoia mientras el ruido se hacía más y más denso, sonando con la potencia de una orquesta sinfónica pero solo siendo un trío de japoneses que saben hacer muy bien su trabajo.

Colocando el punto de inicio en el sonido atmosférico de la repetición y preparándonos para seguir una línea por su sonido post rockero, argumento más que valido pero tiralo a la basura porque vinimos a celebrar el noise rock, la energía y la agresividad, tocando Pink, Woman on the Screen e Ibitsu al hilo para sacar a relucir el lado más hardcore de la banda y reafirmar quiénes son los padres del ruido en el continente asiatico. Abriendo paso a los primeros mosh de la noche, la euforia que vivía la cancha lanzándose desde las alturas del escenario era la única manera de no volverse locos a tantos decibeles.
Las luces teñían a todo el recinto de rosado, con el humo saliendo desde las espaldas de la banda generando un aura único que iba mutando en cuanto el set se alejaba de la locura de Pink (2005), apostando por cortes experimentales de su era drone como The Evilone Which Sobs a máximo volumen o A Bao a Qu, captando toda la atención del público chileno quien en estado de shock presenció una masterclass de cómo asfixiar a todos los presentes con tan solo una batería, un fuzz y una guitarra de doble mango, sea tocando el mismo acorde por 20 minutos generando una neblina en la cabeza o latigandonos con los riffs más duros de la historia del género.
Cabezas abajo al ritmo del hipnotizante sonido de la batería, donde el bombo te golpeaba en el pecho y los platillos te hacían sangrar la cóclea, Wata enchufada a 4 amplificadores, Takeshi dado vuelta para generar el feedback, y Atsuo golpeando con rabia el gong de la batería. Esta celebración no solo cerraba con Just Abandoned Myself como la última energía del set, sino que con un cántico de cumpleaños para la talentosa mujer detrás de la banda quien sopló las velas de su torta para así dar paso al verdadero final con Farewell, el shoegaze como protagonista en un mar de reverb y delay que hacía perdernos en los desgarrados gritos de un último golpe de lucidez.

Ya fuera del escenario, el público seguía intacto y gritando para que la banda pudiera darnos alguna sorpresa final. Se rumoreaba que el encore del tour sería tocando Flood (2000) o Boris at last -Feedbacker- (2003), ambas como extensas piezas musicales de una sola canción y un sueño para cualquier fanatico de la banda. A Chile contra todo pronóstico le tocó una de las piezas más trascendentales de la historia de la música con la interpretación del segundo, tercer y cuarto movimiento de Flood, construyendo desde el suelo una torre de babel que en 40 minutos sin parar revelarían todo el potencial del trío japonés.
Entre medio del caos, decidí sacarme los tapones para poder disfrutar en su máximo esplendor a Boris, porque el concierto de anoche es el tipo de ocasión donde vale la pena quedarse sordo. Ni en mis sueños más locos me veía presente en el show de una banda tan de nicho como son ellos, algo que no se volverá a repetir en nuestro país ganándose el derecho a ser nombrado como un caso histórico. Los oídos dolerán por los siguientes 3 días, pero el recuerdo eterno de ver a los embajadores del ruido en nuestro país quedará para siempre.
Setlist:
- Blackout
- Pink
- Woman on the Screen
- Nothing Special
- Ibitsu
- Electric
- A Bao a Qu
- The Evilone Which Sobs
- Akuma no Uta
- Just Abandoned Myself
- Farewell
Encore:
- Flood (II,III,IV)





















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