
Texto por: Hugo Hinojosa
Quedan dos semanas para el esperado regreso de In Flames a nuestro país, luego de seis años de su última presentación en Chile, y nos preparamos haciendo un breve repaso a sus más de treinta años de trayectoria y catorce discos, donde han demostrado su capacidad para mantenerse vigentes, siempre en renovación y leyendo el pulso de los tiempos. A continuación revisamos algunos de sus álbumes claves.
A pesar de «Lunar Strain» (1994) se mostraba como un prometedor debut, será su segundo álbum, «The jester race» (1996), el que los ponga definitivamente en el mapa. Grabado en los míticos Estudios Fredman bajo la tutela del músico y productor sueco Fredrik Nordström, en él vemos una producción más cuidada, además de una madurez en su sonido, el que los llevará a convertirse en una de la bandas más representativas del “sonido Gotenburgo”. Esto supondrá la renovación del Death Metal desde Suecia, incorporando una veta melódica, que incluso se atreve a la incorporación de guitarras acústicas, alejándose del sonido más crudo de Norteamérica o de acercamientos más técnicos al género. Además, en este disco se integran Anders Fridén en la voz, quien será su líder hasta el presente, así como Björn Gelotte, guitarrista y uno de los compositores principales de la banda, pero que acá oficia de baterista. También será la primera aparición en la portada de “Jester head”, la mascota distintiva de la agrupación. Con una propuesta que estará al alero de otros grandes álbumes de la década, como «Slaughter of the soul» (1995), de At the gates, «Crimson» (1996), de Edge of Sanity o «Black earth» (1996), de Arch enemy, será el inicio de una época dorada para la banda.
Luego de cinco editados, y con un sonido consolidad en álbumes como «Colony» (1999) o «Clayman» (2000), el nuevo milenio traerá un importante cambio en el grupo. Influenciados por la estética de bandas como Korn, e integrando un sonido de Metal Alternativo, «Reroute to remain» (2002) hace su irrupción, no sin dejar polémica entre sus fans producto del cambio estilístico. Sin embargo, basta escuchar temas previos como «Ordinary story» o «Only for the weak» como anuncios de lo que podría venir. A pesar de en parte terminar alienando a sus seguidores más antiguos, la apertura a un sonido más masivo permitió, obviamente, el crecimiento de su popularidad, llegando incluso a ser integrados en el prestigioso Ozzfest, cuna del Metal moderno de aquel momento. Integrando más voces limpias, teclados, afinaciones más bajas, midtempos melódicos y riffs que invitaban más a saltar que al moshpit agresivo, «Reroute to remain» significó una etapa de crecimiento, tanto en éxito comercial, como en novedad musical.
Una nueva década, e In flames no cede en su senda de cambios. Representativo de esto será «Sounds of a playground fadings» (2011). Sin perder su esencia, es un album más accesible en donde la fórmula presentada en «Reroute to remain» estará mucho más pulida. También significará la salida del histórico guitarrista Jesper Strömblad, miembro fundador y uno de sus compositores principales, dejando a Gelotte con el control total de esta tarea. No obstante, el componente melódico tan habitual en la agrupación no se perderá, aunque ahora será con un sabor más contemporáneo. En ese sentido, los sintetizadores cobran cada vez más presencia en las atmósferas de cada canción, y los guturales son reemplazados casi en su totalidad por la voz más desgarrada de Fridén, logrando una propuesta que, sin dejar de ser agresiva, es mucho más amigable que en discos previos, cuestión presente en álbumes posteriores como «Battles» (2016), y que ya los sitúa como una banda de Metal “alternativo”, más de que de Death Metal como en sus inicios.
Luego de una década de nuevos lanzamientos, y una consolidación de su sonido, el mundo post-pandemia ha traído otro disco. «Foregone» (2023), es un álbum que, como ya es habitual en In flames, trae importantes cambios, pero también continuidades. Por una parte, ha significado la entrada del experimentado Chris Broderick (Ex-Nevermore, Megadeth, entre otros) y la inclusión a tiempo completo de Tanner Wayne en batería, pero también la salida de Bryce Paul, bajista que abandonó la banda en junio de este año. Del mismo modo, es la continuación del trabajo con el productor Howard Benson, quien también ha aportado en las composiciones, sumándose a la dupla habitual Fridén/Gelotte. De esta manera, será un álbum que logra conciliar su historia con los diversos cambios sucedidos a través del tiempo. Aclamado por la crítica, «Foregone» es un disco directo, moderno, pero que es capaz de llevarnos a lo mejor de su sonido en discos como «Come clarity» (2006), o del ya nombrado y más antiguo «Colony». Un álbum perfecto para su regreso a Chile, y que demuestra que la banda está en su mejor momento, luego de tres décadas ininterrumpidas de música.
In Flames se presenta el próximo martes 07 de noviembre en Teatro Coliseo. Entradas a la venta por sistema Puntoticket. Produce Transistor





















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