
Texto por: Ricardo Arriagada Gómez
Pablo Larraín ya es un nombre reconocido internacionalmente en el mundo del cine, por su visión de contar historias de distintas formas, siendo el retrato de algunos personajes reales con un toque especial. Ha ocurrido por ejemplo, con el uso del Drama Sicólogico en «Jackie» (2016) y «Spencer» (2021) -dos de sus cintas hechas en idioma anglosajón con gran aprecio por la crítica- y este año iba por una idea que, en un principio, no fue muy bien vista hasta darnos un primer vistazo.
Tomar a un personaje repudiable como el dictador Augusto Pinochet para usarlo en una Sátira con carácter de Drama Político es un asunto arriesgado en muchas aristas, al aparecer en días donde se cumplió 50 años del Golpe de Estado y más cuando, ocupas este género para describir a un ser despreciable y descarado contando verdades en medio de diálogos que apuntan a dos mandos: atrapar con su ambientación gótica y captar la burla. Con un libreto escrito por el director y con Guillermo Calderón, consiguieron el premio a Mejor Guion en el último Festival de Venecia, con un «No a la impunidad» en palabras de Pablo al recibir el galardón.
En este relato ficticio, Pinochet (Jaime Vadell) o «El Conde», es un vampiro de 250 años escondido en un abandonado rancho al extremo sur de Chile, cansado de vivir a base de alimentación sanguínea y que el mundo lo recuerde como un ladrón. Al lado de su desvergonzada familia oportunista, buscan una manera para satisfacer ese deseo de honrar su figura o dejarlo como está, aunque eso logra que las cosas cada vez empeoran y se vuelva más rancia la situación. Completan el elenco Gloria Münchmeyer, Alfredo Castro, Paula Luchsinger, Catalina Guerra, Amparo Noguera, Antonia Zegers, Diego Muñoz, Marcial Tagle y la participación especial de Stella Gonet.

Filmado casi en su totalidad en blanco y negro, monta mucho mejor esa tenebrosa imagen a base de una gran fotografía de Edward Lachman para concretar a los personajes en planos cercanos y mostrar su crueldad e ingenuidad. Con el peso que existen en su característica de Sátira, puede ser un detalle que desequilibra la atención del espectador al intentar buscar su humor -con partes que sí son graciosas-, pero está más preparada en poner en la mesa toda esa maldad en una mirada fría referente a sus actos. La idea del giro de trama que se muestra en el segundo acto y pasando al tercero es su fortaleza, haciendo pensar que, si se tomaba algo de tal magnitud desde el principio, hubiera tenido un rumbo sublime. Se destacan las actuaciones, sobre todo la de Luchsinger con una presencia que, le da mérito a la formación del relato entre el ser y el monstruo.
Es una película interesante de todos modos al intentar ocupar la denuncia con tintes de Comedia Negra. No es una obra sólida dentro de la filmografía de Larraín en comparación de sus otras grandes cintas, pero no queda tan atrás al dejar en pantalla a un susodicho de sangre grotesca y alma pútrida. Está disponible en Netflix y en algunas salas de cines en tiempo limitado por cortesía de BF Distribution y Market Chile





















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