Por: Ricardo Arriagada Gómez

Pueda o no generar diversos comentarios, el cine chileno en el último tiempo ha tenido una comprensión que llama la atención adentro y afuera, con algunos títulos que crean su propio poder y buscan en manera noble la emoción del público. Uno de esos títulos (básicamente de este año) ha estado apareciendo en un línea segura para, ahora mismo, estar presente en cartelera, y es «1976», presentada en la sección Quincena de Realizadores del Festival de Cannes y que, en otros festivales ha obtenido premios, incluso con ya ser candidata para obtener un puesto en los próximos Premios Goya.

Debut de Manuela Martelli, conocida por su papeles de actriz que impactó precisamente en el inicio de su carrera con «B-Happy» (2003) y en especial «Machuca» (2004), toma su experiencia para estar en la silla de dirección y lo hace de buena manera con esta historia -co-escrita junto con Alejandra Moffat– que refleja una realizada pasada pero a la vez presente, mostrando un lado corriente de la sociedad y en su tono conceptual (para lograr esa conexión paradójica) logra acaparar un dilema persistente, en mirar más a fondo del entorno de uno.

El enfoque está concentrado en Carmen (Aline Küppenheim) que es parte de la burguesía chilena en época de dictadura en la supervisión de su casa en la playa, no se siente cómoda al estar atendiendo muchas cosas a la vez mientras la familia lo visita constantemente, pero en secreto junto con el sacerdote de la zona, Padre Sánchez (Hugo Medina) está al cuidado de un joven llamado Elías (Nicolás Sepúlveda), donde reflexiona en la posición en que está, e intentará dar lo que puede cada día mientras las cosas se ponen más arrogantes y peligrosas. En el reparto lo completan nombres como Alejandro Goic, Gabriel Urzúa, Amalia Kassai y apariciones especiales de Carmen Gloria Martínez, Antonia Zegers y Marcial Tagle.

Su carácter de Drama presenta interesantes momentos de Suspenso, que persiguen a la protagonista en todo momento, desde su exposición en tierras muy diferentes su confort hasta en su propio hogar que evidencia una de las temáticas de la cinta, que es la carga de ser mujer durante los setenta en Chile y su humanidad que se hace notar en el rostro, al escuchar al resto y sus comentarios que pueden ser fuertes, mientras está al cuidado de Elías, de sus hijos y preocupándose de su círculo cerrado, cosa que no choca aún más en su tercer acto. Los elementos técnicos como el sonido o la banda sonora de Mariá Portugal (por ejemplo, la utilización de sintetizadores o arreglos que incrementan cuando las tensiones se marcan) son fundamentales para el papel de Küppenheim quien realiza una sólida interpretación, sin mostrar exageraciones… solo ser una persona que se cuestiona constantemente para el beneficio de su entorno.

Martelli con su primera película hace el reflejo de 1976, pero que muchos de su contexto entre lo clandestino y amargura ha quedado permanente en nuestro país, y su visión cinematográfica cumple en sus detalles y encuadres para darnos cuenta de lo que está presente en la mente de la protagonista. Este trabajo está disponible en diversas salas de cine, incluyendo el Cine Arte Alameda.


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