Texto por Lucas Araya

Fotografías por Claudio Escalona

La potente ola sónica británica debutó en Chile en el subsuelo capitalino con un show energético, feroz y emotivo donde la fuerza, el carisma y la devoción estuvieron siempre flotando y elevándose más allá del cielo/suelo de la ciudad. Un encuentro esperado por años y que coronó un romance altamente explosivo y satisfactorio.

Sin pompas ni alucinaciones autoindulgentes. Un golpe simple, directo y sincero de energía humana/animal de un grupo de  amigos que se mantiene intacta. Así es y ha sido Supergrass, a pesar del paso del tiempo y el temblor emotivo del espacio. Hoy están aquí para tocar en el lugar perfecto, debajo del concreto y una avenida ruidosa y oscura. El brillo de su presencia y el poder de su sonido emanado del amor por la música se eleva junto a todas las almas que llegamos a celebrar la espera imprecisa que se acaba acá para abrazar el romance más largo que hemos vivido.

Acá la crónica de un lobo extasiado.

La cita es puntual. Son las 9 y suenan las sirenas grabadas cuando la luz oscura baja. Es “Blockbuster” de los Sweet que anuncia que la mesa está servida para el banquete ardiente nos llene de energía, euforia y canciones perfectas, una tras otra.

Han pasado treinta años desde que el disco debut de Supergrass explotó en nuestras caras y oídos y ese estallido sigue más vivo que nunca. Ese dibujo icónico de tres rostros dulcemente delirantes como telón de fondo y los cuatro músicos suben a escena para descargar su arsenal de sonidos implacables como flores coloridas. La invasión subterránea va así: “I’d like to know” rompe el hielo con latigazos de fuego. Luego, “Caught by the fuzz” enciende el aire con ímpetu y ardor para dejar el ambiente bien arriba y seguir saltando en mil ritmos distintos con “Mansize rooster”. Todo el mundo en locura y delirio. Lalalala, aaaahhh, yeah!

Entre aplausos, gritos y felicidad eléctrica, el sonido de una guitarra acústica reverbera y veo los rostros alucinando sin pausa. En pleno vuelo de “Late in the day”, Gaz apunta a quien ha esperado este momento mágico por décadas. Puedo sentir su alegría y ensoñación. Sí, está pasando. El deseo es real aquí. Pequeña pausa y un viaje a 1999 para disfrutar del ritmo y la dicha sensorial con “Mary” para luego volver a brincar con el ímpetu de “She’s so loose” y expandir la crudeza con la fuerza y el grito primal de “Lose it”. Todo es perfecto, solo basta soltar las cadenas del día y entregarse a la locura feliz.

En plena ebullición de decibeles, hay espacio para liberar la imaginación y jugar con el delirio y las formas múltiples. Hay cambio de instrumentos, Danny y Mick juegan con las cuerdas, Rob hace magia con las teclas y Gaz suelta las riendas mientras un ritmo mecánico se repite para que la sicodelia lúdica  de “We’re not supposed to” se despliegue antes de que la carretera se abra para seguir viajando con “TIme” al infinito sensitivo y más allá. Flotar sin caer es posible. Seguir elevándose también, especialmente si “Alright” nos toma de la mano y volamos al unísono. No hay forma de bajar de esta fantasía.

Solo puntos altos. No hay nostalgia, no hay retromanía. El presente es eterno en tres acordes y golpes de calor energético sin parar. Desde ahora en adelante todo es pasión vibrante con la velocidad sincopante de “Strange ones”, “Sitting up straight” y “Lenny”.  Este tramo de la ruta solo tiene una parada armónica en “St. Pertersbur” en medio de la peregrinación hacia la tierra prometida de la dicha infinita.

La belleza no tiene límite y uno de los momentos favoritos de psicodelia dulce aparece con la luz de “Sofa of my lethargy” y un cierre de círculo ideal con “Time to go”. Si esto fuese un disco conceptual, estaríamos en el punto exacto donde el salto al vacío es inminente e insuperable. Así que, allá vamos.

Un paseo multicolor por la paleta discográfica de Supergrass a punta de guitarras estruendosas y hermosas con la base más vehemente e imaginativa que los juegos rítmicos nos pueden dar ahora y por siempre. Ímpetu puro con “Richard III”, el encanto cristalino de “Moving” y “Grace” para cerrar el acto final de ida y vuelta al escenario y hacer que todo reviente en frenesí con “Sun hits the sky” y el trueno de “Pumping on your stereo” que abre las nubes y se erige como una montaña sagrada inmortal, impecable e irrepetible.

Al borde de todo Danny Goffey dice ¡¡¡¡Tenemos que volver!!!!

Sí, por favor. Cuando gusten.

Gracias, gracias, gracias…SUPERGRACIAS!!!

Volver a casa nunca fue tan placentero. Pienso que el título de esta nota debería ser: la weá wena, todas las canciones buenas, por la csm, pero descarto la idea por un segundo. La sonrisa rebota en el vidrio del último tren.

Setlist

I’d Like to Know

Caught by the Fuzz

Mansize Rooster

Late in the Day

Mary

She’s So Loose

Lose It

We’re Not Supposed To

Time

Alright

Strange Ones

Sitting Up Straight

Lenny

Sofa (of My Lethargy)

Time To Go

St. Petersburg

Richard III

Moving

Grace

:

Sun Hits the Sky

Pumping on Your Stereo

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