
Nota por: Franco Zurita
Fotografías: Claudio Escalona
Royal Blood era una de las bandas que debía con creces, pisar nuestro país en la proximidad posible. Y no porque yo lo diga, sino que desde su debut en el marco de Lollapalooza Chile 2018, el dúo británico no ha hecho más que consolidar su status dentro de la escena del Rock mundial y de la mano de su último trabajo «Back To The Water Below» lanzado el año pasado y cumpliendo este 2024 diez años desde su debut en las grandes ligas, los oriundos de Brighton consumaron el deseo de cientos de fanáticos que seis años después llenaron el Teatro Caupolicán para reencontrarse o bien, vivir por primera vez toda la potencia y el sonido rebelde de Royal Blood.
El Rock se respiraba en el aire. Mientras en una parte de la capital, Megadeth hacía historia con una monumental presentación en Movistar Arena, Royal Blood se disponía a hacer lo propio ante un teatro que poco a poco fue copando hasta el último espacio del recinto que terminó finalmente por repletarse. Nadie quería perderse el debut en solitario de Mike y Ben y razones hay de sobra. Y es que no cualquier grupo (a menos que seas amigo de) logra estrenarse antes de su debut, ni menos frente a bandas de la talla de Arctic Monkeys. Porque ese fue el camino recorrido por Royal Blood y lo que le mereció los pergaminos que actualmente posee y que los llevan a considerarlos como una de las bandas de Rock más potentes del último tiempo. Entendiendo esto y la particularidad de su sonido en composición y ejecución, el día de ayer se convirtió en un hito para todos aquellos fanáticos que sentimos y vibramos con cada una de las ejecuciones del dúo.

De esta manera y desatando la locura total en el coliseo de San Diego, Royal Blood hacía su entrada en medio de las muestras de cariño del público para desenfundar el primer riff de la noche de la mano de «Boilermaker» de su disco «Typhoons» (2021) y que manera de comenzar la noche. La complicidad entre las líneas de bajo de Kerr y la percusión precisa de Thatcher se revelaba desatando la admiración y goce de los presentes quienes saltaron y sacudieron sus cabezas desde el segundo inicial del show que constó de un repaso a través de estos diez años de carrera de la banda. Coreada por todo el mundo, «Come On Over» una de sus canciones más populares y que los vio catapultarse hacia el reconocimiento mundial, se hacía presente para desatar la euforia en un ambiente en donde no sacudirse ni mover el cuello de arriba a abajo, era casi imposible. Uno de los singles de su último trabajo «Mountains at Midnight» llegaba para presentarnos el nuevo sonido que Royal Blood logró desarrollar durante estos diez años. Un sonido maduro, perfectamente equilibrado y conservando la potencia característica e impresa en la actitud del dúo. «Lights Out» era la pieza que faltaba para que, en la primera parte del show, Royal Blood nos hiciera un repaso por todos sus discos y todos sus sonidos característicos.

Ya en la mitad del show, «Shiner in the dark» y «Supermodel Avalanches» nos refrescaban con lo nuevo de Royal Blood, siendo coreadas y gozadas como si formaran parte del repertorio de toda la vida de los británicos. Todo esto, para abrir paso a una joya de su disco homónimo: «Blood Hands». Esta sutil, pero intensa pieza de Blues moderno nos sumerge de lleno en la intensidad del sonido del dúo en una canción con personalidad propia, que poco a poco va tejiendo su textura para elevarnos hacia su intenso clímax y dejarnos caer en un delicado aterrizaje en donde la frase final nos amortigua de toda la energía compuesta. El momento de bailar llega con «Trouble Coming» y «Typhoons» en las cuales se hizo imposible no moverse al ritmo de los golpes de Thatcher que complementados a los riffs de Kerr, convertían la cancha del Caupolicán en una verdadera pista de baile. Ya sacando el pie del acelerador, de la parafernalia de los efectos y poniendo al piano como principal eje movilizador llega «Pull Me Through», segundo sencillo de su último trabajo que baja un poco las revoluciones del show pero que mantiene tanto su actitud como su intensidad intacta para lo que se vendría después.
Ya en la última parte del show, «Little Monster» uno de los hits que catapultó y posicionó a Royal Blood en los principales rankings y listas de música, suelta los primeros acordes ante una multitud enardecida y dispuesta a dejar la vida ante la masa de gente que dispone a saltar incansablemente durante este himno. Ya concluyendo el show, parte de sus primeros discos toman la posta y el poderoso relato musical de «How did we get so dark» nos introduce en la intensa aventura que esta significa concluyendo de manera incendiaria y fulminante con su poderoso riff final. Ya pasada la hora de show y para coronar la noche, la descomunal «Out of black» llegaba disparando golpes de caja y riff ácidos en una pieza incomparable y que dio pasó a la culminación de la noche con un público totalmente entregado y en éxtasis. Hasta ahí, un show perfecto, pero faltaba más.

Para el Encore, y para bajar un poco las revoluciones, el dúo vuelve con un poco más de su repertorio, desatando toda la locura concebida durante todo el show en ese pequeño lapsus que sugirió el retorno al escenario. «Limbo» volvía a estremecernos e introducirnos de lleno a mostrar los prohibidos antes de concluir definitivamente este gran encuentro y para cerrar, nada más ni nada menos que la popular «Figure it out». La canción triunfante de Royal Blood llegaba para poner fin a una esperada deuda que muchos fanáticos esperábamos saldar en un poderoso show en donde Royal Blood demostró personalidad, destreza, complicidad musical y que dos cabezas piensan mejor que una y muchas veces, mejor que tres, cuatro o cinco.





















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