Por: Lucas Araya

El destacado bandoneonista argentino se presentó junto a su trío para recorrer de manera soberbia notables pasajes de la historia del tango porteño con interpretaciones instrumentales y tangos cantados, todo precedido de un excelente set de guitarra instrumental.

Guitarras afiladas

Raymundo Santander abrió la jornada con una consigna simple pero efectiva: un hombre y sus guitarra surcando caminos con bellos paisajes sonoros que emanan de su afinación en tercera alta (guitarra traspuesta), un viaje por la sonoridad propiamente chilena en las seis cuerdas para interpretar a Coltrane y para regalar un vals dedicado a su hija Filomena.

Otro punto alto de la presentación fue la introducción del guitarrón chileno en una cruzada por dar a conocer este instrumento tan majestuoso y salvaje, interpretando una pieza cercana a una mezcla de tonada, canto a lo humano y una profunda melodía que invita aún más adentrarse en los sonidos de nuestro folklore en proyección.

Para finalizar, Raimundo Santander desplegó una improvisación en forma de cascada de arpegios, ecos y armonías que fluyeron como un río emanando de su guitarra eléctrica.

Bienvenidos a la fiesta

El inicio del show tuvo al maestro Rodolfo Mederos solo con su bandoneón y su sonido envolvente y cadencioso sobre el escenario rodeado de luces tenues como introducción a una evocación a tiempos dorados del tango, invitando a los músicos que conforman su  trío (Armando de la Vega en guitarra y Sergio Rivas en contrabajo) para interpretar algunos clásicos de la Guardia Vieja y del los años de mayor esplendor de la música bonaerense por excelencia. Fue así como “El Choclo”, “Romance de Barrio” (de Anibal Trolio) y “Pulpera de Santa Lucía” tomaron forma frente a un público que se entregó al viaje por un repertorio profundo y emocionante.

Mederos fue un varadero relator de una clase magistral de la historia del tango y un perfecto conductor de la nave que fue surcando los diferentes mares del oceano musical surgido en los arrabales porteños. De esta forma fue contando historias de algunas composiciones y anécdotas de su propia experiencia. Dentro de estos relatos, no podían faltar algunos de los tango con altas letras y contenido que fueron marcando el derrotero de la poesía hecha canción. Así fue como Leandro “El Negro” Falótico se unió al trío para cantar “Desencuentro”, “La última canción” y “A Homero” en una ejecución vocal heredera de la más profunda tradición tanguera.

El recorrido del maestro y su conjunto siguió desplegando su talento para interpretar “Merceditas” de Ramón Sixto Ríos con la potencia e intimidad de un bandoneón que arropa una historia de amor, desencuentros y desencanto hasta la más honda emoción. De la misma forma, la expresión de cómo influye en cada interpretación la idea de los arreglos (escribirlos y borrarlos como un ejercicio de composición y adorno) trajo, una vez más, la figura de Anibal Troilo a escena y al recuerdo junto a una desgarradora versión de “Mi tango triste” con la voz aterciopelada de Falótico.

Ya para el cierre, “Mi barrio de tango” con el ensamble en pleno vuelo y entrega máxima, regalando un aura de melancolía y homenaje a tiempos pasados (mas no olvidados) para recibir una ovación de pie por parte de una audiencia compuesta por diferentes generaciones que comparten el amor y admiración por esta música del alma del Río de la Plata que se esparció por el cono Sur para llegar a todo el mundo en su cruzada por la libertad del tango. 

El final, y como una exquisita forma de despedida, vino la cita y el homenaje a Astor Piazzolla con “Adiós Nonino”, en una interpretación de bandoneón como único instrumento en el desenlace perfecto de una noche memorable. Un recorrido por los más notables momentos e hitos de esta música tan argenta como universal en una noche fría de primavera con una luna llena oculta entre las nubes noctámbulas.

Rodolfo Mederos transitando la huella de los más grandes, él como parte de ese selecto grupo de clásicos inmortales.

Un verdadero lujo poder vivirlo y sentirlo, como un Romance de Barrio que no termina nunca.


Zumbido.cl

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