Textos por: Lucas Araya

Fotografías por: Primavera Sound

Este 16 de octubre se dio inicio a la experiencia Primavera Sound Santiago con la primera parada en este viaje de música y disfrute con artistas altamente relevantes a nivel mundial, bandas totalmente influyentes y nombres adorados en este lado del mundo. Pixies, Jack White y Cat Power dieron cuenta de esta conexión con el público chileno con Niños del Cerro representando a la escena local.

Desde temprano el espacio del Movistar Arena (lugar que sirvió de albergue en esta primera etapa del camino luego del cambio de recinto original) fue recibiendo a quienes querían ver a tres de los grandes nombres dentro del escenario de la música indie y alternativa (o simplemente música. A estas alturas las etiquetas dan lo mismo) para dar inicio al que se anunciaba como el mayor festival del segundo semestre. Aquí están nuestras impresiones de los shows que formaron aparte de este Road to Primavera Sound:

Niños del Cerro

Con un sonido lleno de electricidad, cadencia, ritmos sincopados y relatos urbanos de ensoñación y esperanza Niños del Cerro dieron el “¡vamos!” a la jornada, probando terreno con melodías en eco y una fuerza que fue aumentando en intensidad a medida que su repertorio avanzaba.

Las posibilidades sónicas de la banda permiten que las guitarras eléctricas convivan con sintetizadores, efectos de sonido y la aparición de un saxo en reverberación, haciendo un puente hacia la psicodelia en medio de la tarde. «Suave pendiente», su reciente disco fueron el telón de fondo para una presentación que fue ganando en emotividad dejando el ruido bien alto y la energía bailando hacia el final de su presentación.

Cat Power

Chan Marshall llegó recorriendo la senda de una cantora de historias de viajes a través de la penumbra y las luces de la existencia en formato canción, siguiendo una tradición casi juglaresca para llenar los espacios con su voz de terciopelo y un carisma encantador lleno de amor.

Esta vez, Cat Power y su banda desplegaron una serie de versiones de canciones de otr@s y de su propio repertorio, acorde a la propuesta de su último disco «Covers», generando ambientes y paisajes musicales para desplegar versos de su propia creación en nuevas formas y melodías que se podían reconocer a través de las palabras y su cadencia. Así fue como «Say», «Good woman» o «The moon» aparecían lentamente en la ruta creada por la cantautora acompañada de forma certera por sus compañer@s de ruta en un batería, guitarra y teclado, abriendo camino entre luces rojas y sombras púrpuras. Del mismo modo «Satisfaction», «Bad religion» y «He was a friend of mine» fueron parte del recorrido por un cancionero actualizado en la mirada de Chan Marshall y sus melodías agridulces.

Para el cierre «The Greatest» y un juego con “mis amores” y una (quizás) pequeña Cat Power imaginaria que llegaría a ser la más grande, un guiño a un pasado revisitado en canciones y sonidos que se vuelven un ritual de salvación cada vez que ella está sobre un escenario. Simplemente, un hermoso momento.
Gracias, Chan.

Jack White

Intensidad, eso es lo que trae el carismático guitarrista. A punta de un poderío instrumental y un volumen excesivamente destructor, no hay otra opción que entregarse al trance de potencia y golpes sincopados que ataca desde el primer acople.

Una mezcla de diferentes etapas de su carrera en versiones atronadoras y estruendosas dan espacio para que la electricidad aumentada por la pasión de White sobre el escenario vayan dando forma a temas como «Fear of the Dawn», «Black Math» con la energía a tope para luego generar un espacio donde lo acústico de «We’re going to be friends» tenga sentido y nos dé un respiro.

A estas alturas del cartel, seguramente se alcanzó el tope de público asistente, presente en las localidades habilitadas pata esta ocasión (algunas zonas fueron recubiertas previendo una baja en audiencia considerable para el aspecto de los shows, una forma de maquillaje sutil).

Jack White y su banda son capaces de dar un ataque brutal de ruido, armonías disonantes en clave de blues pesado y un rock demoledor a través de una estridencia contundente liberando una psicodelia oscura capaz que penetrando oídos, mentes en cada rincón. «Lazaretto», «Steady as she Goes» y «I’m Slowly Turning Into You» demoliendo todo a su paso sin dar espacio casi a respirar en este mar de ruido. ¿Se puede pedir más? Pues, sí, «Seven Nation Army» para elevar todo hasta las nubes y caer aplastando todo lo que conocíamos como poder de una banda en vivo y terminar con una explosión energética para desarmar todo y dejar el camino abierto para el plato de fondo. ¡Oh, Jack, cuánto sabes!

Pixies

Una batería de canciones a punta de guitarras filosas, percusiones certeras, líneas de bajo penetrantes e hipnóticas y la voz que cambió todo en el mundo independiente hace más de 30 años. Pixies en forma, ajustad@s y precisos.

Una tras otra, las composiciones del cuarteto son fácilmente una cadena de himnos alternativos coreados, bailados y disfrutados por una masa entregada al disfrute desde el primer segundo y «Gouge away». Listo, todo el mundo rendido a sus pies. Solo quedaba disfrutar de esta máquina de belleza minimal. «Break my body», «Debaser», «Monkey gone to heaven» y «Hey» conviven en un setlist arrollador, dando espacio a material de su último disco a una energía renovada que pasa a la velocidad de la luz frente a un arena dispuesta a disfrutar de la energía que emanaba desde el escenario. Un poco demasiado rápido, tal vez, y con poca interacción entre la banda y quienes esperaron tanto por ver este concierto.

«Here Comes your Man» elevó aún más las voces pavimentando la ruta hacia el final del show que llegó a su nivel máximo con «Where is my Mind?» y una lluvia de aplausos para coronar una jornada alta en entrega y shows de primer nivel.


Zumbido.cl

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