Por: Lucas Araya
Fotografías: Claudio Escalona

Luego de dos años locos de espera, postergaciones e incertidumbre sobre la logística del concierto, Metallica al fin se reencontró con la familia chilena del rock y el metal.

“Somos Yajaira y tocamos rock pesado”

La jornada comenzó cuando la tarde estaba cayendo. Yajaira abrió los fuegos con su sonido áspero, árido y denso aplastando el aire. Representantes del rock chileno a pulso, con una trayectoria de 27 años, desplegaron un repertorio que incluyó material clásico de la banda y las composiciones que formarán parte de su próximo disco y demuestran el momento actual del trío. Altos momentos fueron Más, Adónde vas tan rápido, Bajo presión y una versión “siamesa” de Corre, respira, descansa unida a Escucha el viento. Una forma pesada de encender las llamas en el escenario, recibiendo el apoyo de la masa que ya se congregaba en las diferentes localidades dispuestas en el recinto.

Yajaira cerró su set con Indecisión, descargando su electricidad en un show que marca otro hito histórico dentro de la carrera de esta insigne banda.

La antorcha del rock sigue la ruta.

Greta Van Fleet combatió el frío de la noche santiaguina con una dosis de rock que sigue la tradición de la ruta setentera, generando una conexión con el público que ya repletaba el club hípico. El groove y la ejecución precisa de la banda fue moviéndose por distintos ritmos, generando ambientes y atmósferas sólidas y volátiles. La voz penetrante de Josh Kizka se paseaba como un rayo atravesando el sonido de la banda, la cual seguía los patrones de la escuela del rock clásico: guitarras filosas, teclados aterciopelados y hasta un solo de batería dentro del show.

Destacados momentos fueron «Heat above», «Balck smoke rising», «When the Curtain Falls» y «Highway Tune.

Ya hacia el final del set, Kizka se fue despidiendo lanzando flores mientras la banda desplegaba su destreza instrumental, con la masa de la cancha saltando y respaldando la entrega del combo de rock.

A lo que vinimos.

Luego de un retraso de cerca de una hora, It’s a long way to the top de AC/DC abría el camino para lo que vendría: un latigazo certero desde el inicio, desatando la locura total con «Whiplash». Las hordas del metal en pleno se desataron y la intensidad del show subía a medida que la banda desplegaba su repertorio ya clásico: Ride the lightning, «The Memory Remains» (con un coro inmenso), «One» y sus aires de guerra, resumiendo 40 años de historia que esta noche coronó con una sesión que solo tuvo puntos altos en la ejecución y entrega de la banda y su público fiel.

Entre tanta felicidad un reencuentro largamente esperado, «Sad But True» cayó como una bola de metal caliente golpeando incansablemente para dar paso a la adicción por la fama de «Moth to Flames», realmente quemando el oxígeno con llamas gigantes y un calor latente. 

El apoyo visual en las pantallas y todo el despliegue escénico fueron un complemento perfecto para un setlist que fue armando el puzle del metal y el rock toda una vida. Golpe tras golpe, hit tras hit y una comunión increíble entre músicos y una audiencia eufórica. 

«For whom the bell tolls» y el bajo punzante, «Creeping death» y las montañas de humo ardiente y rojo bajando a Santiago, «No Leaf Clover» con un áurea sinfónica acompañada de palmas ardiendo en la noche para dejarse caer con Master of Puppets frente a una masa en ascenso brutal, un ejército de voces sobre una guitarra que viajaba sobre cruces, tumbas y el horror de la guerra sin sentido.

Cierre mortal de la primera parte.

El tiempo se redujo a la nada misma antes de volver al bis y abrir con «Spit Out the Bone» descargando el thrash al tope para luego moverse a otro extremo con «Nothing Else Matters». Mientras los acordes finales iban desapareciendo, Enter sandman encendía la llama final, con la gente totalmente arriba y desatada para llegar a la cima total de un show perfecto, emotivo y real. Una noche que se sentirá por mucho tiempo en el ambiente. Todo el tiempo que sea necesario esperar a Metallica vale la pena, ya lo saben las miles de almas que vibraron entre el calor del metal y el barro que acompañó la salida (un tanto caótica).

Simplemente, un show brutal y memorable.


Zumbido.cl

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