
Hay bandas que hacen música. Otras, como La Ciencia Simple, que crean atmósferas, construyen paisajes y dibujan emociones en el aire. Desde el sur del mundo, esta agrupación ha hecho del post-rock una herramienta para narrar lo indescriptible. No es sólo una propuesta musical, sino una experiencia sensorial que invita al oyente a un viaje hacia afuera, adentro y hacia lo desconocido.
Desde “Hacia el Mar” (2014) hasta “El Río Interminable” (2023), La Ciencia Simple ha mostrado una coherencia estética y emocional que atraviesa toda su discografía. Sus composiciones, extensas y cuidadosamente entrelazadas, nos sumergen en un trance en donde la distorsión convive con la calma y en donde el silencio no es ausencia sino un elemento más de estos significativos relatos. No hay letra, y no hace falta: cada nota, cada capa sonora cuenta distintas historias en donde la música se convierte en un lenguaje universal, abierto a distintas interpretaciones.
Desde la intimidad de su álbum debut hasta la madurez de su último trabajo, la banda ha sabido integrar nuevas influencias sin perder la esencia que los define: una mezcla de sonidos que imitan diferentes paisajes, cordilleras, bosques y océanos de belleza, melancolía y potencia contenida y que los han llevado a recorrer y mostrar su música en distintos lugares del mundo.
Este 14 de mayo tendremos una nueva oportunidad de ser parte de esta increíble experiencia sónica a cargo de La Ciencia Simple quienes musicalizarán fragmentos cinematográficos y experimentales en colaboración de Octavio Cañulef, quien de la mano de la banda, proyectará y sincronizará imágenes y sonidos para un momento único de completa inmersión.
La cita es en Sala Ceina de Centro Arte Alameda y las entradas están disponibles a través de Passline.





















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