Texto por: Adolfo Serey
Fotografías: Hugo Hinojosa
El vital reencuentro con la nostalgia, la balada y el retrato imperecedero de la cotidianidad en una mágica y lluviosa noche escrita por Joan Manuel Serrat. Pero antes de continuar con el review, debo confesar que escribir interminablemente sobre canciones termina no siendo Ad hoc. Lo cierto es que, volver luego de tantos años a esta maravillosa cita es la perfecta invitación a rejuvenecer. Los gritos jubilosos de la longeva audiencia me estremecieron, tanto apetito por vivir sobrecogió mis sentidos.
A eso de las tempranas 21:00 hrs entra al escenario el maestro de las teclas clásicas, Benjamín Pedemonte, derrochando técnica, calma e ingenuo prestigio. Cada detalle que tocó, con abrumadora precisión, nos llevó por un apacible y cándido sueño que resuena en percusiones y cuerdas.
A transición de un artista a otro fue perfecta, a tal que fue casi imperceptible: Joan Manuel Serrat desvelaba el telón de la noche. Tres rememoraciones al viento bastaron para oír el eco del pasado, pero nunca ha sido la intención del anfitrión, Serrat nos dijo: “Sé que cada canción es una invitación a la nostálgica, al recuerdo, pero no debería serlo. Este concierto es una invitación al futuro, uno que tiene mucho por escribir”.
El puente de todos los arreglos musicales de la noche fue definido por “Nanas de la cebolla”, puesto que un duro relato se escondía en ella. Escuchémoslo a continuación:
Éxito tras éxito transcurrieron a lo largo de toda la noche en una verdadera antología compuesta por 5 décadas descritas en grandes canciones. La noche santiaguina se sumergió en los más profundos secretos que Serrat contó de varios puñados de canciones, jugando con a contar cada inspiración que cobraría sentido y se trasformarían en inspiración, algunos desilusionaron otros inspiraron, pero lo más bello que destacó, como quien se confiesa con su último aliento fue:
Qué sería de nuestras vidas sin esas gotas de fantasía
Joan Manuel Serrat, 2022.
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