Por: María Araya

Las inmediaciones del Teatro Nescafé de las Artes — que hasta hace algunas semanas parecía vivir en un eterno domingo— de pronto se llenó de zapatillas blancas, buzos, argollas enormes colgando de pequeñas orejas, grupos de amigues, trenzas kilométricas y una larga fila de personas esperando ansiosas por ingresar al recinto y presenciar el primer show que trajo de vuelta a los escenarios a Flor de Rap.

En la puerta, los mismos señores que históricamente han cortado los tickets, ahora incorporan nuevas funciones: pedir pase de movilidad, carnet de identidad y verificar que los asistentes tengan bien puesta la mascarilla.

El Teatro funcionará con la mitad de su capacidad, por lo que les asistentes deben ocupar asiento por medio para presenciar el show. Antes de iniciar el espectáculo, luego de la clásica voz que da la bienvenida al recinto, aparece una nueva indicando las instrucciones para realizar una salida ordenada. Spoiler alert: Nadie obedeció.

El público se compone de grupos de amigos que, durante la espera, se toman selfies grupales, suben historias de instagram y elucubran una eventual lista de canciones. Además, hay una fila entera destinada a las “celebridades locales” que asisten al show, los que rápidamente se camuflan entre los anónimos.

A fines del mes de Agosto, Flor de Rap anunciaba su primer show tras la pandemia, su primer Nescafé. Unas semanas más tarde anunciaba el sold out, agregando una segunda fecha para el mismo día.

Con las nuevas medidas de aforo, hay menos ruido ambiente y es posible oír la arenga del grupo en bambalinas: aplausos, mierda, mierda. Se alborota el ambiente como confirmación: hemos vuelto.

Se entreabre la cortina del escenario, se oye afinar un saxo y ya nadie habla en el público. 

A las 18.59 horas varias pantallas de celulares encendidas corroborando el reloj; se abre la cortina y el público estalla. Aparece Flor de Rap y sus nueve secuaces.

La banda está total y absolutamente cohesionada, desde sus outfits hasta el movimiento más delicado del dedo meñique. Todo parece pensado y ensayado mil veces. No hay acoples, ni desafinaciones, ni imprevistos. Funcionan como una máquina sofisticada y perfectamente aceitada.

Flor de Rap no tiene nada que envidiarle a nadie. Tiene dominio del escenario, una voz potente que suena igual que en las grabaciones de estudio; un carisma enorme, se pasea por el escenario como dueña del mismo, se dirige a su público y pide saltos, gritos, ruido. Cuando pareciera que se va a quebrar, bloquea la emoción y rompe la tensión con una canción bien puesta. Aquí no hay espacio para doblegarse, han sido meses de ensayo y hay que cumplir la misión.

A las 18.59 horas varias pantallas de celulares encendidas corroborando el reloj; se abre la cortina y el público estalla. Aparece Flor de Rap y sus nueve secuaces.

La banda está total y absolutamente cohesionada, desde sus outfits hasta el movimiento más delicado del dedo meñique. Todo parece pensado y ensayado mil veces. No hay acoples, ni desafinaciones, ni imprevistos. Funcionan como una máquina sofisticada y perfectamente aceitada.

Flor de Rap no tiene nada que envidiarle a nadie. Tiene dominio del escenario, una voz potente que suena igual que en las grabaciones de estudio; un carisma enorme, se pasea por el escenario como dueña del mismo, se dirige a su público y pide saltos, gritos, ruido. Cuando pareciera que se va a quebrar, bloquea la emoción y rompe la tensión con una canción bien puesta. Aquí no hay espacio para doblegarse, han sido meses de ensayo y hay que cumplir la misión.

En el acto final, específicamente en el bis, apareció entre el público un coro gospel, dirigido magistralmente por Michelle Nuñez, corista de Flor de Rap. Un elogio aparte merecen Michelle y Morena, coristas de la banda y apoyo fundamental de la cantante.

A la tercera canción el público abandonó sus asientos y se entregó al goce. Manos en el aire, saltos y un coro que no cesó en la hora y media de concierto. Los puntos altos vinieron de mano de “Fuck You”, “Amiga”, “Resistiré”, “Familia”, “Inmarchitable”, “Real Love”. Una hora y media de canciones que nos hicieron recordar porqué extrañamos tanto asistir a conciertos.

Un espectáculo de altísimo nivel, con la característica particular: parecía que el público fuese su familia, demostrando respeto y admiración hacia la cantante.

Flor de rap: definitivamente, eres inmarchitable.


Zumbido.cl

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