
Texto por Franco Zurita
Si hay una banda que encarna la esencia más maldita y desafiante del death metal, ese es Deicide. Oriundos de Tampa, al sur de los Estados Unidos a finales de los ochenta, la banda liderada por el implacable Glen Benton se convirtió rápidamente en una fuerza imparable que transformó el metal extremo en un campo de batalla caótico y también ideológico.
Desde su debut homónimo en 1990, Deicide marcó un antes y un después en el género imponiéndose como una de las grandes fuerzas de la escena. Sus riffs veloces y abrasivos, batería demoledora y los icónicos guturales cargados de Benton, hicieron de su propuesta un verdadero manifiesto en contra de lo establecido.
Discos como “Legion”, “Once Upon the Cross” o “Serpents of the Light” son considerados auténticas piedras angulares del death metal. Un arsenal de blasfemias en donde las estructuras rígidas y los himnos blasfemos que se desprendieron de su trayectoria, construyeron la reputación de Deicide considerándola como una de las más peligrosas, temidas y respetadas de su tiempo.

En el escenario, son una tormenta de sangre, un asalto directo, brutal y sin filtros. Allí, Benton y su legión hacen honor a su nombre, transformando cada presentación en un acto que desafía la moral establecida, a través de gritos que emergen con la misma fuerza con la que nació. Más allá de sus controversias, Deicide es fiel a su esencia: no buscan aceptación, ni indulgencia. Su legado está en haber levantado desde el abismo la esencia del metal, la rebelión, la libertad y el poder absoluto del sonido como arma en contra de los dogmas.
Un símbolo eterno de las corrientes más extremas, un estandarte que recuerda que el metal nació para cuestionar, provocar y resistir.
Las entradas están disponibles a través de Puntoticket.
Produce: Chargola Prod.
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