
Texto por Pablo Castillo
Fotos por Nico Montenegro
Un joven fanatico de la musica como yo ha vivido toda su vida bajo el mito de esos legendarios conciertos en vivo, a mis 19 años obsesionado con la llegada de Fugazi teloneado por Supersordo en los 90’s y unos años más tarde enterandome de Shellac liderado por el maestro Albini en el Galpón Victor Jara. Son visitas tan atípicas, que por un segundo me siento como en un país primermundista, hoy Codeine marcó un hito al igual que todas esas bandas, y en unos años más recordaremos esta presentación en el Centro Cultural San Ginés como una visita histórica.
A la entrada del recinto ya se comenzaba a sentir una pesadez en el aire, un aura denso que peligra de algo inminente, mientras que por las calles de Bellavista corría el frío perfecto para musicalizar una tarde nostálgica en manos de los padres del slowcore. Pero antes del letargo, Tierra del Fuego se encargó de atraparnos con una inusual experimentación que rindió homenaje al krautrock de la alemania en los 70’s, con un set repetitivo, improvisado y de libre expresión, cargando la energía que los mismo Codeine nos quitarían.
El trío de Nueva York sobre el escenario entendió perfectamente a su público chileno, uno que parece estar atrapado en un infrenable ritmo de vida, consumido por el frío de la capital y por la depresión. Bajo esta filosofía, Codeine congeló el tiempo durante más de una hora para llevarnos a un mundo desolado que solo aparecia cuando cerraba los ojos, atrapado en cómo retumbaba el bajo, hipnotizado por la guitarra limpia que a momentos latigaba con una distorsión, y la voz de Stephen que se perdía en el mismo eco que llenaba la batería.

Los que hace 30 años eran tres jóvenes con la idea de revolucionar la música, ahora son caballeros de avanzada edad considerados leyendas. Codeine preparó un set que para cualquier persona externa a su concepto sería un martirio de escuchar en su totalidad, pero para nosotros fue una carta de amor a la música. Abatidos por su sonido melancólico, el desánimo nos hundió en los sillones del teatro, mientras los 40 bpm de D nos desgarraban el corazón por dentro y los desalentadores discursos de Washed Up sentenciaban el castigo.
Para la banda también fue toda una experiencia tocar en un teatro, con todo un público sentado y que en silencio se ahogaban entre lágrimas a través de sus propios pensamientos. Con poco diálogo hacia nosotros, la fiesta se convirtió en una experiencia inmersiva de primer nivel intencionada a consumir toda nuestra energía, repasando su obra maestra Frigid Stars LP (1990) y su secuela The White Birch (1994), además del inusual cover de Promises of Love de MX-80 sound y el clímax de la noche con Atmosphere de Joy Division, una interpretación que nos dejó afligidos al borde de la silla.

Partiendonos el corazón en mil pedazos, Codeine preparó un show inmersivo en melancolía, musicalizando la depresión y dejándonos con la voz quebradiza y los ojos vidriosos. Y por más que las canciones de la banda se mimetizan entre ellas, cada acorde lleno de fuzz se sentía hasta la eternidad, haciéndonos contemplar cada pieza por su brillo. El trío cerraba una noche desesperanzadora interpretando Broken-Hearted Wine pero sin ningún tipo de percusión y con Stephen cantando a guitarra limpia y a oscuras, seguido de una ovación de pie de todo el teatro. Ya terminado el show, todos me parecían extraños, la banda reflejo nuestras pesadillas con su música haciéndome sentir en la inmensidad de la capital como un alma solitaria, cruzando el puente Pionono devuelta a mi casa cargando con esa tremenda soledad que me entregó el show.
Setlist
- D
- Cigarette Machine
- Barely Real
- Loss Leader
- Median
- Washed Up
- Tom
- Jr
- Sea
- Pickup Song
- Atmosphere (Joy Division Cover)
- Pea
Encore:
- Summer Dresses
- Cave In
- Promises of Love (MX-80 Sound)
- Broken-Hearted Wine





















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