Texto por Clau B. Díaz
Fotografías por Claudio Escalona

La noche del sábado 12 de julio fuimos testigos de un espectáculo superlativo. Camila Moreno presentó de manera íntegra su más reciente álbum La primera luz, en un show potente con algo de ritual, en el que se celebró la vida y la muerte. Lo humano y lo divino, lo pagano. 

Con el Teatro Oriente lleno, pasadas las 20:00 hrs., Camila Moreno y su banda entran al escenario. Con una puesta de escena cuidada que ambientó con el leitmotiv del álbum: la luz. En la pantalla detrás se proyectaban las letras de las canciones en una fuente que imitaba el puño y letra. Del techo colgaban unas telas en vertical en las cuales un integrante de la banda escribía el nombre de la canción que tocarían. Todo muy teatral que daba la idea de actores entrando y saliendo del escenario, cada uno con sus parlamentos y acciones.

El público dejándose llevar por este ritual, rompía el silencio en algunos momentos, ya sea para ovacionar o para cantar, sin dejar de estar totalmente sumergidos. Los sonidos electroacústicos acompañados con sintetizadores daban una vibra de oscuridad (lo que precisamente antecede a la luz), pero no en un mal sentido, sino en algo como onírico, mágico, entre la leyenda y la realidad.

En la última canción del álbum, Camila nos invitó a cantar con ella. Nos pusimos todos de pie y nos enseñó el coro de “Antorcha”, el cual reza: “Cuando venga el carcelero en la fiesta de San Juan/ En la misma ceremonia todos vamos a bailar”. La idea es que entre todos recibiéramos a la muerte como una amiga, aceptándola no como algo terrible que termina con nuestra vida, sino como una celebración de la misma, que es nuestro inexorable destino, y no hay más que hacer. Al terminar la canción y ovacionada por el público, Camila procede a romper esas telas (o papel, la verdad no sé qué era), con todas las canciones del disco ya escritas. Una suerte de catarsis al final de la obra. Me recordó, por algún motivo, el concierto The Wall de Roger Waters cuando al final del concierto el muro se derrumba, me causó la misma sensación: de un final increíblemente épico.

Pero el concierto no terminó ahí. Aunque si lo hubiese hecho estaría más que satisfecha por el gran espectáculo que fue. Esta segunda parte comienza con el mejor pase gol para la continuación del show: “La luz asesina” del álbum Rey del 2021. Repasando más éxitos como “Sin mi” y “Lo cierto”, llega el turno de “El bordado”, canción que Camila nos cuenta que se inspiró cuando estuvo obsesionada con lafísica cuántica y el chamanismo. La canción fue una experiencia por sí sola, con unos arreglos que me volaron la cabeza, fue sin duda, uno de mis momentos favoritos. Cuando todos creíamos que el concierto había terminado, quedaban aún dos canciones. “Libres y estúpidos” y “Hombre”

Camila Moreno, dio un magistral espectáculo, a ratos me parecía estar ante una obra de teatro porque estaba todo tan bien narrado. Todo adquiría un sentido. Comenzamos en la oscuridad con la chispa de la primera luz. Dimos un viaje de lo divino a lo humano, o quizás al revés. Un show impecable de principio a fin. No queda más que decir, muchas gracias, Camila.


Zumbido.cl

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