Texto por: Felipe León
Fotografías: Ramón Gómez

Una noche histórica se vivió ayer en el Teatro Caupolicán con el tan esperado debut de Billy Idol, una leyenda viviente de la generación dorada del punk que, pese a ciertos problemas sufridos durante el show, pudo sortear la situación como solo los grandes pueden, y así brindar un espectáculo que de seguro quedará marcado a fuego en la memoria de su fanaticada.
El recinto ubicado en la calle San Diego poco a poco comenzaba a llenarse cuando a eso de las 20 horas daba el puntapié inicial la banda nacional Franklin, cuidadosamente seleccionada para encender los ánimos de la jornada. Entre sonidos cercanos al pop rock y el rock alternativo, el conjunto compuesto por el también bajista de BBS Paranoicos Carlos Kretschmer, supo conquistar a punta de canciones coreables y melódicas, a una audiencia hambrienta de música que lejos de hacerle el quite al proyecto, se entregó de lleno a su propuesta, generando un momento bastante grato que habla muy bien de la buena disposición que existió por parte del público en todo momento, así como del gran manejo de los músicos, quienes estuvieron dispuestos a hacer partícipes de la experiencia a las personas que se encontraban en el lugar.

Tras el satisfactorio show de Franklin, el heterogéneo público compuesto por mohicanos, chaquetas de cuero y teñidas de oficinistas, agolpaba el emblemático recinto, aguardando expectantes a lo que sería el tan esperado debut de una de las figuras claves en la década de los 80’s. Y como era de esperarse, el músico proveniente del Reino Unido hacía su aparición a eso de las 21 horas, dando el vamos con uno de sus clásicos instantáneos como lo es “Dancing With Myself”. Esa bailable y simbólica transición entre los inicios en el punk rock de William Michael Albert Broad con su banda Generation X, y los aires más new wave de sus comienzos como solista, generó una dichosa histeria colectiva que encendió los ánimos de inmediato. Y hablando de clásicos, ese hito de comienzos de los 90’s llamado “Cradle of Love” hacía su aparición, seguido de otra icónica pieza como “Flesh For Fantasy”, ambas proyectando el excelente registro vocal que el artista conserva a sus 66 años, así como la carismática presencia de un frontman inquieto que a esas alturas, y con tan solo 3 temas, ya comenzaba a robarse la película.

Entre muecas y diversos gestos sobre el escenario, incluido cambios en el vestuario, el músico brindaba uno de sus recientes estrenos titulado “Cage”, la que formará parte de un EP que aparecerá este mismo mes de septiembre, generando un curioso efecto que guarda relación con la poca motivación por parte de la gente que muchas veces ocurre con este tipo de novedades, sucediendo todo lo contrario, pues más allá de ser una notable composición, el músico logró contagiar y hacer vibrar a un público extasiado, que se entregó de lleno a ésta como si fuera uno de sus hits de toda la vida. Ahí todo bien, hasta que comenzaron los problemas cuando estaba interpretando el tema homónimo de la película noventera Speed (Máxima Velocidad), comenzando a toser en reiteradas ocasiones, generando de un momento a otro la preocupación de los asistentes y del personal que lo acompaña en la gira, teniendo que detener la presentación.

Todo este confuso incidente salió a ser aclarado por un integrante del staff, quien dió a conocer la noticia sobre los desmanes que estaban ocurriendo afuera del Teatro Caupolicán, por personas que intentaron ingresar por medio de una avalancha al concierto, generando enfrentamientos con carabineros. Si bien la presencia de estos últimos fue descartada posteriormente por la productora Lotus, el olor a lacrimógena afectó de manera notoria al artista, saliendo a comentar entre risas este suceso a través de una transmisión en directo por su cuenta de Instagram. Todo este ambiente salvaje pareciera haber encendido aún más la llama de Billy Idol, regresando al escenario luego de varios minutos de ausencia para saldar definitivamente esa deuda pendiente que mantenía con su fiel fanaticada.

Luego de este lamentable incidente todo fue cuesta arriba, interpretando nuevamente la accidentada “Speed”, para dar paso a un momento mucho más calmo con esa pieza estrenada el año pasado llamada “Bitter Taste”, antesala idónea a lo que llegaría con la que es definitivamente su canción más popular. Así, en medio de un emotivo momento se alza la power ballad por excelencia de su repertorio “Eyes Without a Face”, plasmando un ambiente envuelto en diversas dinámicas aportadas por la excelente dualidad que el guitarrista Steve Stevens aporta, a partir de unos delicados arreglos acústicos, en contraposición con la descarga eléctrica que intensifica todo el apartado emocional propio de esta composición. Sin duda uno de los momentos más notables de la noche.

El virtuoso guitarrista que lo ha acompañado en casi todos los momentos de su carrera, marcaría la mitad del concierto con un gran solo, paseándose por la guitarra española, e incluso haciendo referencia a Led Zeppelin, específicamente a “Over the Hills and Far Away” y “Stairway To Heaven”, generando aplausos y vitoreos que anticiparon el retorno de Billy con ese cover de “Mony Mony” original de Tommy James & the Shondells, que supo hacer suyo en sus comienzos como solista. En contraste con la energía de este track, llegaría uno de los momentos más reflexivos y honestos con una nueva apuesta como “Running from the Ghost”, vislumbrando una emotiva interpretación por parte del artista que bien anticipa el buen nivel que mantienen las canciones que formará parte del EP que saldrá en las próximas semanas.
Volviendo a las revoluciones se deja caer otro tema de Generation X como “One Hundred Punks”, continuando con “Blue Highway” de su segundo álbum, antesala a la locura que generaría con ese estimulante mazazo a los oídos llamado “Rebel Yell”, llevando la energía e intensidad por terrenos adyacentes al hard rock, los cuales se nutren de una inquieta perspectiva new wave capaz de hacer sacudirse hasta al más quieto de los asistentes. Otro de los puntos altos de la jornada.

Posterior a un corto break, los músicos encabezados por Billy Idol retornaban al escenario para dar un último empuje al histórico concierto, trayendo consigo una vibrante versión de “Born To Lose”, original del guitarrista de los New York Dolls Johnny Thunders junto a su banda The Heartbreakers, agitando las aguas previo al desembarco de aquella estocada final de adrenalina que plasmó “White Wedding”. Un último sismo que dejó más que satisfecho al público, sellando así esta accidentada velada que afortunadamente cumplió ampliamente con las expectativas. Esperamos tenerle de vuelta luego por estas tierras.
Setlist
- Dancing With Myself
- Cradle of Love
- Flesh For Fantasy
- Cage
- Speed
- Bitter Taste
- Eyes Without a Face
- Solo de guitarra de Steve Stevens
- Mony Mony
- Runnin’ From the Ghost





















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